Capítulo 20

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Riley y Nicholas dejaron sus cosas, tanto sus bolsos como sus arcos y aljabas, en un departamento que Jess les mostró y no consistía en más que una pequeña sala de estar y dos habitaciones. Volvieron al pasillo de aquel piso y siguieron a la muchacha cuando les aseguró que tenía una idea de dónde podía estar Lizz. Nuevamente tomaron el ascensor pero aquella vez no se detuvieron en otro piso con puertas de apartamentos como pensaban sino que se encontraron en una cálida recepción. Había abrigos y bolsos colgados de diferentes ganchos en la pared y los muros laterales contenían cientos de fotografías de diferentes niños y jóvenes que variaban en distintas épocas, desde fotografías del siglo XIX hasta las más recientes.

Jess chasqueó los dedos y les indicó que la siguieran. Al final había un par de puertas dobles que llevaban a un gran comedor y puertas a ambos lados, una llevando a una ocupada cocina ya que pronto la cena estaría servida y otra por la Jess se dirigió a una amplia sala de estar seguida de ellos. Los dos se quedaron sin palabras mirando el espacioso lugar. Múltiples sillones, paredes repletas de libros, una televisión con toda una colección de películas y también juegos para consola. El lugar era increíble, hecho para que cualquiera disfrutara de lo que deseara y se sintiera cómodo.

Había algo así como una veintena de jóvenes variando desde niños de ocho años hasta adolescentes que ya debían haber pasado la mayoría de edad. Y todos estaban rodeando a Lizz. Ella estaba allí, sonriendo en el centro de la acción mientras actuaba teniendo una flecha al revés en mano para que la punta no estuviera expuesta y fuera peligrosa. Claramente estaba sumida en algún relato y todos le prestaban total atención con absoluta fascinación. Durante un momento Jess, Riley y Nicholas se quedaron totalmente atónitos ante la inusual escena, nadie había esperado aquello que de algún modo parecía tan normal para los demás. Entonces Riley sonrió y avanzó para unirse a Lizz.

—Por favor dime que no estás contando esa vergonzosa vez que los clurichauns nos persiguieron tirándonos pintura durante dieciocho calles —dijo él.

—Estaba contando aquella vez que nos cruzamos con Puck mientras estábamos en una de las nuestras —dijo Lizz.

—Sí. Yo. Yo. Déjame contar a mí —dijo Riley y empujó a Lizz a un lado—. Así que ahí estábamos frente a ese tonto pelirrojo que creía ser más divertido que yo.

—La pelea de egos no, ya bastante fue esa vez.

—Sabes perfectamente que yo tengo mejor sentido del humor que él, no sabe nada de bromas —dijo Riley y Lizz negó con la cabeza.

—Yo quiero decirlo —dijo Mia saltando en el sillón en el que estaba de pie—. Él es Quinn. Le pedí a Sally que preparara una bandeja de quesos para ti.

—¿Quesos? Esta niña me conoce —exclamó Riley.

—Necesitaré que alguien me explique esto —dijo Jess haciendo girar un dedo para referirse a la situación.

—Adoramos que Aine nos cuente sus historias —dijo Mia—. Ella prometió que volvería y nos contaría más historias. Por favor Jessy, déjala continuar. Estaba en la parte más emocionante. Te lo ruego. Te daré chocolate.

—Definitivamente estás atentando contra mi cuerpo —dijo Jess y se rindió con un suspiro.- Ok, adelante. Sigan con lo suyo.

Mia festejó saltando con alegría sobre el sillón. Los demás también festejaron mientras Lizz se sumía en una constante pelea con Riley mientras relataban la historia. Las interrupciones entre ambos, peleas por quién contaba cada parte, las bromas y todo lo demás tan solo parecían divertir más a la audiencia. De algún modo todos ellos conocían a la discordante pareja de amigos, habían crecido leyendo esos libros y prácticamente era como estar viendo a aquellos dos personajes de pie frente a ellos tal como se describían y eran.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora