Capítulo 10

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Damon se despertó al escuchar el ruido, tampoco había podido conciliar muy bien el sueño. Se puso de pie en silencio por más que el ático estaba completamente vacío. Elizabeth no se había mostrado muy contenta luego de saber que morder a Lizz estaba totalmente fuera de su alcance por lo que él nuevamente había tenido que quedarse en la casa en vez de volver al hotel con ella. Hubiera sido más fácil lidiar con Lizz sin tener que convivir con ella pero al parecer el destino no estaba dispuesto a ponerle fácil el asunto.

En extremo sigilo se acercó hasta la puerta y luego se detuvo en las escaleras que llevaban al primer piso al escuchar voces. Lizz estaba hablando con otra persona que él no pudo identificar. Cerró los ojos y se concentró. Olfateó el aire sintiendo casi al instante la esencia de la magia y la sangre de hada. Escuchar los rápidos latidos del invitado y su alegre música tan solo le confirmó que se trataba de un hada de verano, una que aparentaba ser joven por el frenético latir de su corazón. Y también sintió algo más en el aire, la sangre de Lizz pero esta estaba mezclada con un pesado aroma que le resultaba repugnante. Veneno. Y también una curiosa esencia de hierbas, antídoto.

—Admito que el príncipe ha hecho bien su trabajo, increíblemente te ha mantenido con vida a pesar del veneno que corre por tus venas —dijo el hada—. Puedo conseguirte el verdadero antídoto aunque no puedo asegurar nada respecto al tiempo.

—Si no lo consigues en menos de una semana temo que no habrá nada que conseguir después —dijo Lizz.

—¿Y puedo preguntar cómo alguien como tú terminó así? Sabes que es el veneno más letal que existe el que está en tus venas.

—Y también sé que tú eres un especialista en cuanto a venenos y antídotos y por eso te contacté.

—Será difícil conseguir tal antídoto, y costoso —dijo Shiv con malicia.

—Creí que habíamos llegado a un trato.

—Lo estoy reconsiderando. Sabes que siempre quise tener un niño con tus ojos Lizzie.

—He tratado con hadas desde que fui capaz de hablar, no quieres meterte conmigo y que de vuelta en tu contra tu juego de palabras. Nada de primogénitos.

—Quizás mi descendencia podría tener tus ojos.

—Lamento desilusionarte pero no planeo tener hijos.

Damon se sostuvo contra la pared y cerró fuertemente sus manos. Las hadas podían llegar a ser muy tramposas y nunca hacían nada gratis. Sabía que entre sus peticiones favoritas estaba la del primer hijo pero aun así no podía evitar desear matar al hada por atreverse a hacer eso. Y sabía también que Lizz le estaba mintiendo y era un tema que le dolía, ella no sabía si la frágil condición de su cuerpo le permitiría tener hijos, temía transmitir su condición y además contaba su vida en días en vez de años.

—Ya he dicho mi precio —dijo ella.

—Hay tanto que tienes y podría pedirte. No estás específicamente en una posición de pedir. Morirás en una semana y yo soy el único que puede conseguirte el antídoto.

—Entonces hazlo.

—Tengo tu vida en mis manos. Hay tanto que podría pedirte y a menos que quieras morir no te negarías —dijo él y se deshizo con aburrimiento de la idea—. Pero por alguna razón creo que Lord Aar me mataría.

—No necesito de él, puedo valerme por mí misma. No te estoy pidiendo, te estoy ofreciendo un trabajo. Tómalo o déjalo, me da igual.

—Pero apuesto que a él no le da igual. Un hombre enamorado es capaz de hacer cualquier cosa, cualquier estupidez, y lo quiera o no él tiene una parte humana. Apuesto a que daría cualquier cosa por asegurar la vida de su amada.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora