Capítulo 6

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Un despertador sonó sin razón aparente. Damon entreabrió ligeramente los ojos aún dormido. Aquello no tenía sentido, él no tenía ni había programado ningún despertador. Miró un segundo al muchacho de pie junto a la cama y con el reloj en mano y resopló antes de hundir su rostro en la almohada. Había reconocido perfectamente al miembro de la elite del día anterior llamado Gabriel. Él simplemente estaba de pie allí, portando su uniforme, sin ningún escrúpulo en haber irrumpido en su habitación.

—Arriba, tienes que estar en la Sede en media hora —Dijo él.

—Pudieron haberse ahorrado todo esto y decirme que debía presentarme a determinada hora, lo hubiera hecho y al menos la ilusión de que aún disfrutaba de cierta privacidad hubiera permanecido —Dijo Damon—. ¿Acaso hay siempre alguien vigilándome?

—Órdenes de los directivos y esta mañana te toqué yo así que levántate y cámbiate o recurriré a la fuerza —Dijo Gabriel.

—No les enseñan a ser muy amables en la elite. ¿No? —Dijo Damon y se sentó—. Y deja el despertador, mañana te ahorraré este trabajo. ¿Realmente era tan difícil decirme que debía ir a la Sede en vez de hacer esto?

—Deja de hablar y obedece —Dijo Gabriel seriamente.

—¿Al menos puedes dejarme solo? Ya está, ya me desperté pero déjame cambiarme sin ti para al menos creer que aún tengo algo de vida privada —Dijo él.

—Diez minutos —Dijo Gabriel.

—¡No voy a intentar nada! ¿Ok? No sé qué demonios tienen ustedes en la cabeza —Dijo Damon.

—Si tienes algún problema lo discutirás con la líder más tarde. Ahora apresúrate que llevamos siete minutos de retraso por tu culpa —Dijo Gabriel.

Él lo miró seriamente y luego cerró la puerta de un golpe tras su partida. Damon resopló, odiaba la idea de que alguien siempre estaría vigilándolo y seguramente un miembro de la elite. Tiró de su cabello hacia atrás y cerró los ojos. Sabía que ser llevado a Londres no sería sencillo pero tampoco había esperado que fuera tan duro. La idea de que alguien siempre lo vigilara y aún más que Lizz no lo recordara estaban jugando con su autocontrol.

Se obligó a ponerse en pie y alistarse. Tomó sus oscuros Rayban antes de salir y encontrarse con Gabriel en el pasillo. Perdió completamente la noción del tiempo desde que abandonaron el hotel y tomaron un taxi ya que intentaba ignorar totalmente al miembro de la elite que lo trataba como si fuese su niñero y a la vez intentaba comprender y ponerle orden a la situación, saber en qué se había metido para encontrar el mejor modo para actuar.

Tan solo salió de sus pensamientos y volvió a prestarle atención a su entorno cuando el ascensor se detuvo revelando un pasillo que nunca antes había visto. Había seguido ciegamente a Gabriel hasta la Sede pero no pudo reconocer el piso al que este lo llevó. El pasillo estaba totalmente alfombrado y elegantemente arreglado como si se tratase del piso más importante y exclusivo de la Sede. Había diferentes cuadros con marcos dorados colgados de las paredes y puertas que parecían haber sido talladas meticulosamente a mano. El marcador del ascensor indicaba el piso veinte, el piso de la elite.

Siguió a Gabriel tranquilamente siendo totalmente consciente de que se encontraba en medio del territorio de la elite y en cierto modo del enemigo pero aquello no lo alteraba. Podía caminar calmadamente por pasillos totalmente dominados por monarquistas, el piso de la elite no era mucho en comparación. No había nada en ese lugar que hablara mucho de los miembros de la elite. Ellos mantenían una vida totalmente a parte, elegante y magnífica en su apartado y lujoso piso.

Gabriel se detuvo y abrió una puerta. Al parecer el estilo rococó junto con el predominante verde oscuro de las paredes formaba parte de todo el lugar. Mason estaba recostado sobre un pequeño sillón jugando con un cubo rubi entre sus manos mientras Sara se mantenía sentada en una silla junto a la ventana, siendo bañada por la luz del sol, mientras observaba sus uñas. Ella se puso en pie al verlo y se acercó hasta Gabriel.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora