Segunda Parte: El Juego

2K 439 9
                                    

—Esto es tan aburrido. ¿Se supone que simplemente debo quedarme sin hacer nada? La vida está para disfrutarla, no puedo pasar el resto de mis días encerrada por un simple golpe —dijo Lizz.

Saoirse levantó nuevamente la vista de su manuscrito y miró a su hija con lástima. No podía explicarle a una niña de cinco años que era un milagro que siguiera viva a esas alturas. Cada noche se acostaba temiendo que aquel hubiera sido el último día de su hija. No podía contar la vida de Lizz en años, hasta temía hacerlo en días. Lizz apenas se había golpeado la cabeza y eso le había hecho perder el conocimiento por unas cuantas horas, le había dejado una fea herida y le había causado una contusión. Y todo eso por un golpe que a otro apenas le hubiera molestado. Saoirse no tenía la fuerza para decirle a su hija que su vida corría constantemente peligro, ni siquiera podía aceptarlo ella misma.

Verla era como ver su peor temor hecho realidad. La venda alrededor de su frente manchada con un punto de sangre le recordaba qué tan frágil era ella. Intentaba pensar que su vida mejoraría, sabía que así sería, pero de todos modos le dolía verla y saber lo que sufría por su condición. Quizás Lizz aprendería a sobrevivir pero jamás superaría su estado, la mala suerte siempre la acompañaría a pesar de lo que hiciera por superarla. No había cura para eso, no había solución, la única escapatoria posible era la muerte y Saoirse prefería no considerar aquella opción.

—Cuando estés mejor podrás volver a salir.

—Me siento mejor.

—Necesitas quedarte un poco más en casa —dijo Saoirse.

Ella resopló molesta, alejándose algunos mechones del rostro con el acto y Saoirse la miró con cariño y sonrió apenas. Lizz miró para otro lado y comió una cereza. Saoirse lentamente cayó en la ensoñación del recuerdo al verla. Lizz era la única en la familia a la cual le gustaban las cerezas, eran sus favoritas, y Saoirse sabía la verdadera razón detrás de eso. Mirando a la niña no pudo evitar pensar en él y en todo lo que le debía por lo que había hecho. Y se lo pagaría, de un modo u otro sería recompensado. Siendo una scenarista ella podía ver las historias que guardaba cada persona.

—No me quiero quedar más en casa —dijo Lizz—. No hay nada divertido para hacer.

—Eres una cazadora, está en tu naturaleza preferir el exterior y simplemente no poder quedarte sin hacer nada. ¿Qué te parece si cuando vamos a buscar a Liam pasamos a visitar a papá? Tiene un juicio programado para las cinco y media así que podemos verlo antes que tenga que trabajar.

—¿En serio? —preguntó Lizz y ladeó ligeramente la cabeza—. ¿Crees que para esa hora también ya estén los cazadores de corte?

—Seguro que sí, ellos tienen que estar antes para conocer el lugar —dijo Saoirse y Lizz sonrió—. Podrás verlos si quieres.

—Algún día seré una excelente cazadora. Terminaré el entrenamiento y les demostraré a todos que no pueden prejuzgar a alguien y subestimarlo por sus diferencias.

—Algún día, serás la mejor cazadora que la Sociedad alguna vez haya conocido y harás historia.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora