Capítulo 25

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Liam bebió un poco de su café mientras esperaba bajo el sol sentado en una mesa fuera de una pequeña tienda. El día de ayer ya bastantes sorpresas había tenido pero nada comparado con lo que había encontrado aquella mañana. Nicholas se llevó un cubo de azúcar a la boca, tenía la cabeza echada hacia atrás y disfrutaba de los cálidos rayos del sol.

—Deja unos días a Lizz sola en Londres y esto es lo que pasa —dijo Riley apoyado sobre la mesa—. Lo digo, esta es la última vez que la dejo sola en esa ciudad.

—Sabes que ella pidió que no la fuéramos a buscar ni la siguiéramos hasta que ella no volviera por nosotros —dijo Nicholas tranquilamente, sonriendo sin prestar atención—. Además, no veo de qué te quejas. Más tiempo para ti y tu novia.

—Gwe no es mi novia.

—Da igual, creo que nos podemos relajar unas semanas en Dublín. Es bueno un descanso luego de tantos meses de persecución. Además, Marcus dijo que me enseñaría un lugar o dos que no podía dejar de visitar.

—¿Y qué se supone que haga con esto? –preguntó Riley agitando la revista en su mano en el aire.

—¿Tiene crucigramas? –preguntó Nicholas en respuesta—. No es mi culpa que a las criaturas les gusten tanto los chismes. A ti también, por cierto.

—Chicos, tenemos un problema —dijo Liam y Nicholas se enderezó.

—Es hora. Yo en esto no me meto —dijo él y se puso de pie al mismo tiempo que Riley.

—Será mejor que no vea esto —dijo Riley.

Él dejó la revista sobre la mesa frente a Liam y luego partió con Nicholas. Los dos cazadores se alejaron y fácilmente se confundieron entre las personas que transitaban las calles de Dublín. Liam miró a Damon acercarse y luego a la fotografía en la tapa de la revista que debía estar en cada portada y primera plana. Pensó en darla vuelta y deshacerse de ella pero Damon ya estaba junto a él.

—No te molestes en ocultarla —dijo dejándose caer en una silla frente a él, su voz no ocultaba lo molesto o furioso que estaba—. Ya la he visto al menos veintisiete veces, quince personas han hablado de eso a mis espaldas o se han burlado y tres reporteros metiches casi terminaron inconscientes por intentar hacerme preguntas al respecto.

—Parece que has tenido una mañana bastante ocupada —dijo Liam—. Sabes que esto no es nada, ellos solamente venden lo que el público quiere comprar.

—Ella me dejó, me pidió un tiempo, me dijo que no me estaba dejando realmente y que me seguía amando. Y ahora tengo que ver esto.

—Creí que era lo que querías, mi hermana lejos de ti.

—¡Ella me mintió! Al parecer cuando las mujeres te piden un tiempo es para probar con otro. Supongo que un príncipe vale mucho más que cualquiera.

—Al menos puedes estar seguro de algo, no creo que ella se acerque por aquí en unos días.

Aquellas palabras debieron haberlo reconfortado pero Damon permaneció furioso y distante, igual que como era cuando Liam lo había conocido por primera vez. Él miró una vez más la fotografía de su hermana besando al cazador e internamente se preguntó qué tanto conocía a Lizz o sabía de ella.

***

Lizz abrió las amplias puertas e irrumpió en la oficina de James sin tocar o detenerse. El directivo principal levantó la vista de los archivos sobre su escritorio, parecía serio y vitalizado en su nuevo puesto. Observó durante unos segundos a la joven molesta delante de él pero no se inmutó.

—Me voy —dijo ella.

—¿Puedo saber a dónde? –preguntó él.

Ella no respondió enseguida. Llevaba cuatro días trabajando para él. Sabía que era libre de hacer lo que quisiera y la Sociedad ya no tenía razón para retenerla, James se lo había dicho del primer día. También le había ofrecido un puesto permanente, como a todos los miembros de la antigua elite que ahora tenían un puesto de directivo en la cámara de Londres, pero ella lo había negado.

—Correo —dijo Lizz tirando unas cartas sobre el escritorio, un perfecto sobre color crema conteniendo una invitación se deslizó más allá del resto—. Parece que tienes una boda en un mes.

—Lizz, yo...

—Tranquilo, sé que no sabías nada al respecto, puedo leer expresiones tan fácilmente como darle a una manzana y no creas que eres la excepción —dijo ella, definitivamente no estaba nada contenta.

—¿Qué harás? ¿Irás a Dublín? Estás fuera de peligro, no seas tonta.

—Tengo mejores cosas que hacer que ir a darle mis felicitaciones a la feliz pareja. Si no me invitaron es por algo. Tan solo venía a decirte que me voy.

James se puso en pie y estrechó la mano de ella por un momento. Sus brillosos ojos azules eran serios y decididos, su débil agarre era firme. Podía parecer la cazadora más frágil y débil de todos pero era mejor no meterse con ella, mucho menos cuando estaba tan molesta y sería capaz de tomar su arco y disparar en menos de un parpadeo.

—Ha sido un placer, Lizz Dunne. Espero poder volver a verte.

—Igualmente, James. Suerte con tu nuevo trabajo.

Sin tener nada más que decir ella se dio vuelta y partió. Era la última persona de la que le faltaba despedirse. La furia ardía en sus venas y sentía deseos de disparar para descargarse pero podía controlarse. Salió de la Sede sabiendo el largo y solitario viaje que tenía por delante, había tomado su decisión. Sweec la esperaba y se reunió con ella apenas estuvo fuera.

—¿Y ahora qué señorita? –preguntó él.

—Iremos al oeste, empezaremos por ahí. La primera fecha es en Sligo. Pero antes necesito que me hagas un favor.

—Lo que sea señorita, sabe que estoy completamente a su disposición —dijo Sweec y ella sacó una cadena de la cual colgaba una cruz.

—Necesito que pases por Dublín y dejes esto. Supongo que conoces al verdadero dueño.

—Perfectamente.

—Entonces hazlo, y no pierdas tiempo en volver.

Sweec tomó la cadena con la antigua cruz y se dio vuelta. En menos de un parpadeo se convirtió en halcón y emprendió vuelo. Ella miró al cielo sabiendo que él cumpliría perfectamente con su misión. Había sido la mejor decisión. Comenzó a caminar conociendo el destino que le esperaba, quizás solo entonces encontraría la verdad sobre su familia y podría finalmente terminar con eso.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora