Capítulo 16

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Aquella mañana nuevamente la Sede resultaba ser un completo caos. Damon notaba que los miembros de mayor cargo e importancia intentaban mantenerse calmos y fingir que no había sucedido nada pero todos sabían que se traían un serio asunto entre manos y murmuraban en los rincones al respecto. Había hipótesis de todo tipo, unas más descabelladas que otras. Muchos aseguraban saber lo que había sucedido y lo relataban con superioridad pero las versiones siempre eran diferentes.

Sara lo dejó apenas estuvieron dentro. Él había notado apenas había visto a la miembro de la elite que algo había sucedido pero no había logrado sacarle ningún dato y ella se mostraba demasiada seria incluso para insinuarse o intentar coquetear con él. Al parecer el asunto era tan grande e importante como para que la elite interviniera y aquello solo significaba que se trataba de algo crítico.

Lucy se reunió con él segundos después apenas estuvo solo. Ella le sonrió ligeramente, una sonrisa forzada y ligera que era casi una mueca como si se lamentara por algo. Sus ojos mostraban algo similar al desconcierto como si de pronto todo lo que supiera se hubiera caído a pedazos.

—¿Sabes qué ha sucedido? —Preguntó Damon.

—No exactamente pero al parecer es muy serio —Dijo ella—. Pero podemos saber si quieres. Estuve vigilando el futuro de ella sin romper mi promesa porque sé que te interesaría. El único modo que tengo es a través del futuro de otras personas. Al parecer está implicada.

—Por favor dime que no está en problemas —Dijo Damon y Lucy negó con la cabeza.

—No ha sido por su causa pero están a punto de soltar el asunto. No pude saber exactamente el por qué e iba de camino a ver la escena que sucederá. ¿Quieres venir? —Preguntó ella.

Damon siguió a la niña sin decir nada, quería asegurarse por su propia cuenta que Lizz estaba bien. Lucy lo llevó hasta el piso de interrogatorios y hasta el pasillo adecuado. Ella frunció el ceño al ver que había llegado tarde y se había perdido la mitad de la acción. Una mujer baja y con el cabello lleno de canas a pesar de su edad por todo lo que había vivido los últimos años era sostenida por dos guardias mientras gritaba fuertemente. Lizz estaba a unos metros de ella mirándola con seriedad y molestia mientras Falco la sujetaba por un brazo e intentaba tranquilizarla. Ella se deshizo de su agarre y se cruzó de brazos.

—¡Zorra! ¡Me robaste a mi hijo! —Exclamó la mujer—. ¡Tú causaste todo esto! ¡Él estaba bien hasta que tú apareciste y decidiste hacerte cargo de él!

—Yo no he provocado nada de todo esto —Dijo Lizz con seriedad.

—Te mataré, todo esto es tu culpa. Tú le hiciste esto —Continuó la mujer—. Tú y todos los demás malditos que son como tú. Eres una desalmada. Era solo un chico y le has arruinado la vida.

—¿Realmente cree que yo he hecho eso señora Andrews? Lamento decirle esto pero no puede culparme a mí porque su hijo haya resultado ser un maldito traidor y la haya abandonado al igual que su esposo —Dijo ella.

—¡No metas a Heath en esto! —Exclamó la señora Andrews entre lágrimas—. Él era igual a su padre pero eso no explica su comportamiento. Tú lo envenenaste y lo hiciste hacer esto.

—¿Robar a la Sociedad? Creo que le advertí lo suficiente sobre que aprendiera a comportarse. En todo caso usted me debe una disculpa a mí y no al revés como pretende porque su hijo solo se aprovechó de lo que le ofrecí. Es una vergüenza ver lo que ha hecho del entrenamiento y la enseñanza que le di —Dijo Lizz.

—Lizzie, ya tranquilízate —Dijo Falco.

—No porque estoy cansada de perder el tiempo en esto. Si al chico se le ocurrió robar archivos que la Sociedad considera vitales no es mi culpa ni mi responsabilidad —Dijo Lizz y miró seriamente a la señora Andrews—. Y solo para que quede claro de haber sabido que haría esto hubiera entregado a su hijo.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora