9 Espectro

304 44 84
                                    

Christine es la persona más dulce que he conocido, ella es sumamente atenta conmigo, es como la abuela que nunca conocí. Jorge puede ser un dolor en el trasero a veces pero tiene ese toque azucarado que me hace sentir un cariño por él, es bastante violento cuando se acerca su color no favorito, el amarillo, no le gustan los ruidos fuertes, ni el programa de "Master Chef", solo toma una una buseta en específico y odia compartir asiento con alguien más, además de que aún no tiene la suficiente confianza para que yo lo lleve a dónde necesite, he ido conociendolo poco a poco.

Cómo había dicho, he ayudado a Christine, la acompaño siempre que puedo y muchas otras llevo despensa a su casa, ya que a insistido en invitarme a comer muchas veces, diría que nos hemos vuelto cercanas, le he contado sobre mí y ella escucha, lo hace como una amiga de años. He comenzado a salir con un joven llamando Pablo, acudió a mi por problema legal, todo bien con él, el problema era su inquilino, en fin, es un chico dulce y divertido.

El trabajo me tiene ocupada casi 24/7 todos los días de la semana, solo quiero llegar a mi pieza, caer en mi cama y no despertar en un buen rato, pero debo trabajar duro, tengo un caso y debo dar lo mejor de mí, cargo con un termo de café express todo el tiempo, mis gafas de sol sobre mi cabello y un bocadillo dulce en el bolso, soy un desastre.

Había adquirido un auto de segunda mano para ayudar con los traslados y obviamente llegar más temprano a la oficina, no era lujoso y el más bonito pero funcionaba y eso bastaba para mí.

—Buenos días Christine.— El día de hoy entraré más tarde a la oficina y Christine me pidió que la acompañará a la farmacia, más tarde después de la oficina veré a Pablo.

—Ana, pasa, pasa por favor.— Christine me dió una llave de su casa que me rehusado a usar.

—¿Lista para irnos? — Sonreí.

—Si, si ya voy. Iré por mi bolso.— Asentí y fue a buscarlo mientras tomaba un sorbo de café.

Jorge bajo las escaleras, obviamente se iba al trabajo, tenía su uniforme puesto, mochila y cabello húmedo, le dió un beso a Christine y se paró frente a mí.

—Abogada, buenos días.—Siempre esa mirada distante.

—Buenos días Jorge.— Puse los ojos en blanco.

—Te ves horrible ¿No te lo había dicho?— Aquí vamos.

—Gracias Jorge, creo que no lo habías mencionado el día de hoy.— Ya me había acostumbrado a su forma tan... peculiar de ser.

—Oh, de nada. Me alegra que alguien guste de la honestidad.— Sonrió y se fué.

Era cierto, me veía horrible con estás ojeras y... lo demás y solo sonreí ante el comentario de Jorge, ya no podía enojarme con él.

—Listo Ana.— Christine bajaba las escaleras, salimos y después de unos minutos llegamos a la farmacia.

Christine se veía nerviosa el día de hoy, algo ocurría pero no quería presionar o parecer demasiado entrometida, espere fuera de la farmacia hasta que salió con una bolsa con frascos de pastillas, eran bastantes... y ella no se veía enferma.

—¿Estás bien Christine?— No pude evitarlo...

—Si, si Ana... Y-yo ¿Crees que podamos tomar un café antes de que entres a tu oficina? — Miré mi termo y reí, no había parado de beber café.

—Supongo que un té me vendría bien.— Le guiñe el ojo y nos dirigimos a la cafetería más cercana.

La cafetería era espectacular y me transmitía cierta nostalgia, aquí había pasado la mayoría de mis noches en el último año, estudiando y con más café en mi sistema que sangre, como ahora ¡Pff!

La mesera tomó nuestros pedidos y se retiró, no sabía cómo iniciar la conversación o si debía esperar a que Christine comenzará...

—Bueno, yo- tengo algo que decirte.— Sentí alivio de que ella comenzará.— Estoy enferma, yo- Jorge no lo sabe, no quiero alterarlo, saber cómo se pone.— Estaba más nerviosa de lo normal y me ponía nerviosa a mi también.

—Christine, tranquila. Respira.— Sonreí tratando de calmarla.

—Tengo cáncer y Jorge no lo sabe, ¿Que voy a hacer Ana? No puedo dejar al chico solo, le prometí que nunca lo dejaría.— E-sto es mucho, abrí la boca pero no salió nada.— No tienes que decir algo Ana, pero necesitaba decírselo a alguien, no tengo a nadie más que Jorge y por obvias razones no le he podido decir.— Suspiro.

—Yo lo cuidaré.— Dije con firmeza, sabía la responsabilidad que requería pero no lo dejaría ni a ella.

—P-ero Ana ¡No! Está no es tu responsabilidad.— Se exaltó claramente.

—Lo sé, pero quiero obtener esta responsabilidad. Christine yo puedo ayudar, yo quiero ayudarte.— Era totalmente cierto.

Christine tomó mi mano que estaba sobre la mesa le dió un apretón y sus lágrimas cayeron.

El problema aquí o por lo menos lo más difícil, era decirle a Jorge.

Después de una linda cena y charla con Pablo me acompañó a la casa de Christine y Jorge, habíamos acordado hablar con él hoy, entre más pronto mejor.

Al llegar, toque la puerta como de costumbre y abrió Jorge, me tensé un poco y no sabía por qué.

—Abogada Y ¿Quien eres tú? Espero que sea alguien de interés, abogada.— Sonrió de lado y movía sus manos en los costados, estaba nervioso.

—Hola, mucho gusto soy Pablo Neru.— Pablo extendió su mano y Jorge inmediatamente se alejó.

—Oh, no le gusta que lo toquen, después te explico.— Dije en voz baja.

—¿Por qué no ahora? — Jorge se volteó con un tono a la defensiva.— Soy Jorge y tengo Asperger, detesto a los extraños y que me toquen.— Dijo seriamente, Pablo me sonrió apenado al igual que yo.

— Es un placer Jorge, soy Pablo amigo de Ana.— Sonrió sin apretón.

—¿Piensas ser su amigo por mucho tiempo? ¿A qué te dedicas? — Jorge tenía un tono tan molesto pero Pablo estaba bastante tranquilo.

—Y-yo soy dueño de unos cuartos no muy lejos de acá.— Vaya...

—Mmm, no te conviene abogada.— Me miró directamente a los ojos, nunca lo había hecho y fue casi hipnotizante.— No respondiste mi primera pregunta y no deseo oír mentiras, casero. — Volvió a bajar la mirada evadiendonos totalmente.—Dos mentirosos no pueden estar juntos ¿Sabías? — ¡Que demonios!

—Jorge...— Dijé en voz baja.

—Si, casero. Los abogados mienten por profesión y dudo que tú seas honesto si no puedes responder una simple pregunta.— Estaba apunto de protestar cuando Christine apreció.

—Jorge, ¿Por qué no haz hecho pasar a las visitas? — Su voz tranquila como siempre.

—No lo conozco, la abogada puede pasar.— Miró a su abuela y Christine solo suspiro.

—No se preocupe, señora. Mucho gusto Pablo Neru, yo ya me iba.— Me miró un poco.— Adiós ana.— Y se fué.

—Al fin la verdad, no va a volver.— Jorge sonrió y se retiró a la sala.

—Ana, lo siento mucho... sabes que no es su intención.— Christine se acercó a mí, pero Jorge tenía razón dijo adiós, no hasta luego.

*******

Hello There 🤍

Me gusta demasiado está historia, iba a subir uno de tú×jea but, no me convenció jaja.

Espero les guste, cada vez amo más este Jorge jaja.

Leo sus opiniones.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora