103 Drugs in my body.

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La respiración se me atascó, el dolor en los pulmones me atravesó rápidamente mientras mis brazos se movían frenéticamente, necesitaba alcanzar el oxígeno de la superficie pero me era imposible. Sentía que el líquido a mi al rededor de apretaba contra mí, más y más.

Mis oídos comenzaron a fallar lo cual me alegro, así no podía oír las risas de la superficie. Lo último que sentí fué algo a qué se sujeto fuertemente a mis costillas y luego perdí el conocimiento.

No conocía el lugar en donde desperté, mi respiración se entrecorto al recordar los eventos pasados, respiré profundo ayudándome de los ejercicios de respiración y me calmé, no necesitaba un ataque de ansiedad ahora.

-¿Estás bien?- Escuché una voz en el fondo y me esforcé por distinguir la figura.

-¿Dónde estoy?- Pregunté de vuelta.

-Oh, si. Lo siento, no sabíamos a dónde llevarte y te trajimos aquí... mi departamento.- Contestó, miré al rededor era algo acogedor y bastante limpio.

-¿Trajimos?- Cuestioné nuevamente.

-Lo paramédicos y yo.- Dijo en voz baja, miré por un par de segundos con los ojos entrecerrados.- Estuviste fuera por varias horas, espero te sientas mejor.- Su voz sonaba amable pero no podía fiarme.

-No tenías que hacerlo.- Dije firme y mirando a un punto en el suelo.

Me dolía el pecho y los recuerdos llegaron a mí nuevamente, la respiración funcionó de igual manera.

-Lamento lo que ocurrió.- Alcé la mirada.

-No lo hagas, estoy acostumbrado.- Respondí con indecencia.- No tuviste que ayudarme, debiste dejarme ahí.- Miré a sus ojos directamente, retrocedió y abrió la boca con sorpresa.- Bueno, debo irme.- Traté de levantarme.

-No deberías, aún estás algo débil.- Sus manos se acercaron a mí con la intención de tomarme del brazo pero me retiré bruscamente y nuevamente retrocedió.

-Quiero irme, gracias por tu hospitalidad.- Me moví lento pero decidido hasta que pude salir de su departamento.

La luz del sol golpeó mis pupilas haciéndolo incómodo, caminé sin un rumbo fijo hasta que llegué al lugar donde dormía, bufé al verlo, no era como aquél departamento.

Me dejé caer sobre el colchón viejo y tomé una de las pastillas del cajón del buró a la derecha de la 'cama', coloqué la pastilla sobre la lengua y la dejé actuar por unos minutos.

Después de un momento el cuarto comenzó a volar, mi cuerpo se sentía invertebrado y las ganas de vivir regresaron momentáneamente haciéndome olvidar los eventos pasados, solo un momento.

A la mañana siguiente como decía mi compromiso con el tribunal, estaba a las ocho de la mañana en la preparatoria pública del condado, como todos los malditos días desde hace un año.

El año escolar era una basura como lo había pensado, las personas que finger estudiar son unas idiotas y aún más quienes están a cargo. Me veo obligado a mantener un promedio de 7, los profesores emiten sus notas ficticioas hacía a mi, porque al parecer también están obligados a mantenerme aquí.

Caminé por los pasillos con el gorro de la sudadera arriba, los audífonos a todo volumen, mientras sentía las miradas sobre mí, no me sorprendería que el tema de conversación sea yo y el incidente de ayer, el chisme corre por los pasillos y aún más si es del inadaptado de Mendoza.

Al entrar a mi salón de clases ví el rostro de la persona que me ayudó ayer y por alguna extraña razón me había ayudado, no recordaba su nombre o si me lo dijo. Me miró hasta que tomé asiento y entonces llegaron los problemas.

-¿Cómo es que aún no te expulsan Mendoza?- Gritó el más imbécil de todos, azotó sus manos contra mi butaca y contuve la respiración.

-¡Si, ¿No te das cuenta que no te quieren aquí?- Su lame suelas comenzó a reír de su obvio comentario.

Siempre trataba de ignorarlos pero cada vez era más difícil de hacerlo, no quería volver al tribunal.

Mi cabeza comenzó a repasar si en verdad valía la pena está aquí, si debía cruzar esa delgada línea... y simplemente dejarme llevar por la ira y le disgusto que me causaban, justo cuando decidí que no debía abstenerme más, la profesora ingresó al aula.

La clase era de aritmética básica, las letras se habían unido a los problemas con ecuaciones y después de un ejemplo de como encontrar 'x' dejé de escuchar absolutamente todo.

Coloqué mis audífonos de manera discreta y subí el volumen, mi vista se congeló en la ventana de a un lado, había lluvia golpeando el cristal, y como si el agua se hubiese filtrado una gota rodó por mi mejilla.

Conocí a Mendoza solo de vista, es un joven bastante solitario y con un humor poco amigable, nadie sabe realmente de dónde viene o porque está aquí, hay bastantes rumores, dicen cosas terribles de él y de su vida, como que es huérfano y vive de la basura, hay otros rumores donde dicen que es tan peligroso que asesinó a alguien, pero solo son rumores y he aprendido a nunca juzgar a alguien sin conocerlo realmente.

De lo que estoy cien por ciento segura es que lo volvería ayudar, la situación de ayer es algo que no me gustaría volver a presenciar. Hay muchos otros jóvenes que les gusta ser el centro de atención de alguna manera y la que ellos escogieron es molestando a Mendoza, ayer lo lanzaron a la piscina del gimnasio, todos creyeron que él nadaría de vuelta a la superficie pero no lo hizo así que tuve que lanzarme a su rescate.

Se había movido frenéticamente al caer al agua como si un miedo lo consumiera pero después simplemente se dejó caer al fondo y fué cuando me preocupé más de la cuenta, no es una piscina demasiado profunda pero sigue siendo peligrosa si te quedas sin aire ahí abajo.

Cuando lo llevaron a urgencias fuí con él en la ambulancia, las mangas de su sudadera se habían subido hasta el antebrazo y pude ver múltiples cicatrices, obscuras y circulares, otras más rojas posiblemente más recientes y algunos cortes superficiales.

Estuve en la sala de espera por cuatro horas hasta que finalmente pudieron decirme que estaba bien, había sufrido un ataque de pánico además de el agua en sus pulmones que afortunadamente se pudo sacar en el colegio.

Había un expediente de él en el hospital así que llamaron a su tutor.

Había un hombre de cabello canoso parado en la puerta de la sala de espera observando y se acercó a la recepción, la enfermera a cargo me señaló y se acercó a mí.

-¿Trajiste al joven Mendoza aquí?- Asentí rápidamente.

-Si, fuí yo. Él está estable, el doctor salió hace diez minutos aproximadamente y él saldrá pronto.- Dije amablemente.

-Me alegro que este bien, creí que ya no recibiría llamadas al respecto.- Se veía cansado.

-No fué su culpa.- Dije rápidamente, no tenía porque regañarlo o algo parecido.- Él fué molestado.- Expliqué.

-Mmm tendré que hablar de nuevo con la directora del plantel...- Se levantó y se rascó la nuca.- Tal vez encuentre una solución está vez.- Dijo mirándome a los ojos.

-¿Por qué no un nuevo plantel?- Sería mejor que una simple charla que no ayudaría en nada.

-No, es algo complicado con el jóven Mendoza.- Su expresión me extrañó y lo miré confundida.

-Pero, es su hijo ¿No cree que un plantel distinto es una mejor alternativa?- Pregunté, que clase de padre era este.

-¿Mi hijo?- Rió entre dientes.- ¿Creíste que él lo es? Lo siento, no me presenté adecuadamente.- Sonrió y extendió su mano.- Soy Martínez, agente social, estoy a cargo el joven Mendoza.- Apreté su mano y asentí.

Ahora tenía un poco de sentido... pero porqué tenía un agente social a su cargo.

-¿Está en problemas?- Pregunté preocupada.

-Él es el problema.- Dijo y caminó hacía el doctor que había llegado.




Hello There.

El shot depende de mi estado de ánimo y pues):

Dígame su opinión, hay un obscuro secreto dentro del joven Mendoza. Leo tus suposiciones.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora