Cuando me enteré de que Julián Arango se había fugado de la ciudad temí lo peor por Ana, sabía bien que que estaría en problemas, que sus hermanos no dudarían en recalcar su deshonra a la familia así que lo mejor que pude hacer fué mentir por ella y ese niño.
Mientras caminaba rápidamente hacía el bar donde normalmente estaban Mario y Ricardo bebiendo y apostando dinero, pensé en Ana y nuestra pelea reciente.
Sé que ella no quiso decir todas esas cosas sobre mí y si así fuera bueno, no había mentido, solo era un ayudante en la fábrica, pero ganaba lo suficiente para mantener a mamá y era lo suficientemente honesto para no ser como Arango. Comencé a negar con la cabeza, estaba a punto de dar un gran paso en mi vida, uno que no creí dar con Ana, tal vez lo había pensado como un sueño lejano e imposible, aunque no exactamente como lo pretendía hacer ahora. Sé que ella no me ama y posiblemente esté moelsta conmigo por obligarla a esto, pero no puedo pensar en algo más sensato en esta situación.
Hablé con mi viejo jefe antes que nada, no pretendía tener al hijo de Ana y a ella misma viviendo en la miseria, así que me aseguré de obtener un salario más alto lo suficiente al menos por un tiempo.
Al llegar al bar, me retiré la boina y la apreté en mis manos con nerviosismo, no era un hombre que peleará y no lo haría con ellos, así que suspiré y con suerte saldría vivo de aquí.
—¡Jorge! ¿Que te trae por aquí? — Gritó Ricardo al verme entrar.
—¿Finalmente serás un hombre, Mendoza?— Mario soltó su comentario sin apartar los ojos de sus cartas.
Ricardo era más escandaloso, gritaba y reía más, aunque también era bastante explosivo, Mario por otra parte era calmado, sensato y justo a su manera, siempre era bastante serio y eso asustaba más, no daba indicio de su primer golpe.
—Me gustaría hablar con ustedes sobre Ana.— Ambos me miraron inmediatamente con las cejas fruncidas.
Tragué saliva y ambos señalaron la puerta trasera. Amaban a Ana tanto que sabía que la protegerían sobre todo y todos, aún no hablaba y el cuerpo ya me dolía.
—Habla.— Mario arrojó la colilla de su cigarro.
—Yo la amo.— Comencé.— Y está esperando un hijo mío.— Me tragué todos los nervios que pude para demostrar que era un hombre digno de ella, que podía estar con ella.
—¿La has deshonrado? ¡Deshonraste a nuestra hermanita!— Ricardo estampó su mano contra la pared a un lado de mi cabeza pero me obligué a permanecer firme.
—Quiero casarme con ella, darle una vida, solo si obtengo su bendición.— Aseguré.
Mario comenzó a caminar de un lado a otro y de pronto un golpé en el estómago que me hizo escupir.
—¿Por qué te dejaríamos estar en la familia?— Preguntó Mario tomando mi cuello para susurrar en mi oído.
—Me conocen de toda la vida y me esforzaré por darle una vida digna.— Dije con dificultad.
—Siempre creí que eras maricon y ahora me dices que te follaste a mi hermanita.— Dijo Mario y Ricardo comenzó a reír, fué entonces cuándo golpeó mi rostro y este comenzó a sangrar.
—Abusaste de nuestra confianza.— Caí al suelo y recibí una patada en el estómago.
—Ana también debe ser castigada.— Murmuró Ricardo.
—No- por favor, yo lo recibiré por ambos.— Dije entre jadeos, les suplique.
Lo último que recuerdo es ser arrastrado por ambos y a ver caído en la casa de Ana.
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One Shot's los que guste y mande.
FanfictionSon historias cortas, variadas de cualquier categoría. Ninguna tiene continuación u orden en específico. A darnos vuelo.