70 Herida del pasado.

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Había pasado momentos difíciles pero esto era demasiado, había demasiada mierda en mi cabeza, dejé de comer, dejé de hablar y dejé de dormir, soy un maldito muerto en vida...

Ana caminaba hasta a mí todos los días y dejaba comida los primeros días, hablaba conmigo de cosas triviales y que según ella me ayudarían a olvidar el dolor de la herida que se abrió nuevamente y que se hizo más grande.

Podía oírla cuando hablaba con Samantha y la voz de ella cuando decía 'mami', la oía reír y decirle que guardará silencio porque yo estaba dormido, pero no podía dormir tampoco, mi cuerpo adelgazo, mi rostro decayó más y mi mirada estaba perdida en alguna parte.

Oía cada palabra, frase de aliento o súplica para que volviera a ser 'yo' ¿Quien era yo? Un estúpido y mediocre hombre que creyó que una mujer lo amaba, un imbécil que creyó que se preocuparía por él, un pobre infeliz que una vez más creyó que ella podía decir la verdad respecto a jugar con mis sentimientos de paternidad...

Owen venía a mi en sueños diciéndome 'papá', despertaba gritando, por lo que recurrí al insomnio inducido, me la pasaba en una habitación con una linda vista que no apreciaba debido a mi dolor.

Ana se hacía cargo de mí, a eso se refería con casa... Ella era mi apoyo aquí. A menudo me daba somniferos pero no podía tomarlos siempre por lo que las horas de sueño eran variadas, inyectaba el medicamento debido a mi incapacidad de tragar.

Debía dormir y tomar mis medicamentos para evitar un ataque maníaco o psicótico, la ventaja es que, a pesar de no dormir adecuadamente, mi cuerpo y mente estaban tan cansados que los ataques no eran visibles... no podía romper cosas o gritar y agradezco por eso.

Le dije que me dejará morir... y ella estaba aquí, ella estaba aquí... ¡Sin hacerme caso! No, no sabía que sentir al respecto si, un profundo enojo o agradecimiento.

—Sabes, hoy Samantha contó hasta el número díez y me pidió que se lo dijera al hombre extraño del cuarto.— Rió con nostalgia.

Samantha se asomaba a veces sin que su madre la viera, apenas me veía y salía corriendo o cuando Ana la llamaba por su nombre.

Comencé a conocer a Samantha a través de los relatos de Ana, su color favorito es el amarillo y ama la catsup con arroz, pero debe ir en centro o no lo comerá, adora las patatas fritas y el aderezo en sus zanahorias. Es una niña muy lista, pronto irá a primer grado y ya sabe leer, disfruta mucho 'Mi pie pequeño' y es un año mayor que Owen...

Hacía esto todos los días, se sentaba en aquella silla de madera frente a mi cama y hablaba, hablaba sin parar. Los primeros días estaba a un lado de mi cama, a veces tomaba mi mano y la apretaba esperando un signo de vida o algo, pero conforme los días transcurrían se alejó más de la cama, hasta quedar del otro lado de la habitación, me seguía mirando al rostro aunque yo viera la ventana o mis manos, su sonrisa era cada vez más a apagada y todo esto era mi culpa, pero ni siquiera tenía el valor de disculparme.

Todo lo que quería hacer era morir ¿Que caso tenía? Perdí un hijo que en realidad nunca tuve.

—En el trabajo preguntan mucho por ti.— Sonrió y pude ver algunas de sus lágrimas caer.— Yo-yo, no sé qué decirles, no quiero decir algo que, no sé... probablemente te moleste.— Secó sus lágrimas rápidamente y sonrió.— Solo dije que no quieres volver...— Miró sus manos.— Bueno, supongo que hoy no será el día en el que quieras hablar conmigo.— Se levantó y caminó hasta la puerta girando la perilla, pero se detuvo y volvió a verme.— Estoy allá si necesitas algo ¿Bien? Reacciona para saber que escuchaste.— Siempre decía eso antes de irse a pesar de que sabía que no iba a ocurrir.

También me hablaba de las noticias o colocaba el radio cerca.

—Hoy no tengo nada interesante que contar, así que te traje esto.— Encendía el radio y se iba.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora