38 Corazones en guerra.

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Después de recuperar al Coronel Pinzón lo llevé por la maleza de regreso al campamento militar, fue un muy largo viaje, lo lleve en mi espada todo el tiempo hasta que logre dejarlo en una camilla decente, desplomandome a su lado, me retiré un poco del uniforme para poder respirar.

—No tengo como agradecerte capitán.—Sonreí con los ojos cerrados.

—No me debe ningún agradecimiento coronel.— Me levanté y sacudí la tierra.— Espero se recupere pronto para que pueda ir a casa, con su permiso.— Sonreí.

—Espera, debes llevarme a casa.— Colocó sus codos para levantarse.

—Pero, coronel tengo un deber.— Su mirada bajo.— Hagamos un trato, esperemos si me lesionó ¿Bien?— Expliqué.

—Lo harás y me llevarás a casa, ahora vete.— Asentí y me fuí de ahí.

No esperaba lesionarse a propósito, pero efectivamente me lesione.

Mandaron a mis hombres y a mi, junto con otro pelotón a recoger a un grupo atrapado en un campo de tiro.

Los soldados estaban pecho tierra escondidos entre la hierba alta para no ser detectados, rezando por no moverse o ser visto, de lo contrario serían acribillados.

Ahí estábamos todos al rededor del campo de tiro, agachados lo más posible y algunos desafortunados pecho tierra, tratando de localizar a los hombres atrapados, no fue nada, nada fácil. El enemigo se dió cuenta de nuestra presencia lo cual era bastante lógico debido a que era un campo abierto, había árboles solo en nuestro zona de entrada y en dónde estaba el enemigo, convenientemente.

Nos movimos poco a poco, yo estaba dando órdenes y cubriendo a los hombres que recogerían a los otros, era un ir y venir de balas, muchas fallaron, otras estubieron muy cerca y algunas impactaron en más de un hombre, llevándose su vida o simplemente hiriendo.

—¡Más rápido!— Grité a los hombres que venían arrastrándose deseé el punto de trampa.

Se podía ver la hierva moverse un poco, arrojé piedras a diferentes puntos del campo logrando distraer al enemigo, hasta que vieron a mora en la última parte de la maleza, como dije era más que obvio que eso pasaría así que disparé dándole a uno entre los ojos y nuevamente diciendo 'lo siento'.

Cuando los enemigos se dieron cuenta que los hombres que estaban atrapados ya no lo estaban lanzaron fuego con todo, un par de granadas que explotaron cerca asiendome ensordecer por unos minutos, mis hombres eran mi prioridad aquí y como dije enemigos o ellos, ellos por supuesto.

Me levanté poco a poco para dar la retirada, los soldados se levantaron poco a poco llevando a los más heridos primero en camillas ¡camillas! Que debían cargar con las rodillas flexionadas si querían vivir en el trayecto, varios murieron portado a los más heridos y justamente cuando creí que todos se habían ido, caminé hacía atrás cuando una bala me impacto en el brazo izquierdo, por suerte soy diestro, no lo oí venir ¡Malditas granadas! Mis hombres estaban lejos u el otro capitán muerto con una bala en el cuello, disparé contra el agresor dándole en la pierna, disparo de nuevo pero me tiré al suelo, me levanté un poco y lo ví acercándose, disparé dándole en el pecho...

Bien, iría a casa del coronel Pinzón después de todo.

Sentí mis oídos húmedos, vaya, no era más que sangre que salía por mis orejas; increíbles y desagradables cosas que jamás creí ver; como piernas trozadas a la mitad por una granada, miembros volando, personas sin un ojo, sin extremidades, sangre que salía por todos lados, viceras expuestas etc ,etc. Los primeros días vomité al encontrarme con el primer caso de intestinos caídos, después de unos días te acostumbras a todo, olor a carne putrefacta, sangre, mutilación, muerte e incluso los gritos y lloriqueos de dolor.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora