87 El día especial.

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El cuarto estaba cálido, había vapor volando por el lugar empañando las ventanas; las gotas de agua escurrían del espejo igualmente empañado encima del lavabo, el jabón a medio usar se deslizaban por las baldosas.

El agua caliente y espumosa rodeaba mi cuerpo desnudo, comenzaba a tener un poco de frío en los brazos expuestos y en la nuca.

Tdo está tan en silencio excepto por esa gota que caía de las puntas de mi cabello húmedo. Mi cabeza estaba casi sobre el agua, mirando las ondas que creaba el impacto de la gota.

De pronto la puerta se abrió y ella entró con su bata blanca con flores amarillas sobre sus hombros, me sonrió amablemente y se retiró la bata con cuidado dejando al descubierto su precioso cuerpo, la seguí con la mirada, como metía sus lindas pierdas a la bañera y rompía la película del agua, el agua se agitó y finalmente ella estaba frente a mí.

Sus piernas estaban flexionadas y podía ver sus rodillas sobre la superficie, el agua lamía la parte superior de sus pechos.

—Hola tú.— Dijo con esa sonrisa y sonreí ampliamente.

—Hola tú.— Extendí mi mano para tomar la suya.

—¿Cómo estás hoy? Es un día especial.— Dijo con ese ánimo que la caracteriza.

—Me siento bien, es día duro, no es especial.— Dije seriamente, ella negó con la cabeza y me miró.— ¿Cómo estás tú? En tu día especial.— Rió entre dientes.

—Yo siempre estoy bien.— Negué con la cabeza y reí.— ¿Que te sucedió aquí? Esto no estaba la última vez que vine.— Señaló un mancha en mi pecho.

No podía estar de mal humor cuando ella estaba cerca, simplemente no era posible.

No recuerdo que ocurrió, pero te aseguro que estoy bien.— Dije con calma. —¿Que haces aquí, Ana?— Apreté su mano y ella se movió hasta colocar su espalda en mi pecho.

—¿No puedo estar contigo?— Sentí su risa retumbar.

—Puedes, es solo que había pasado tiempo.— Mi mente divagó a lo nostálgico que era eso, extrañarla con cada fibra de mi cuerpo.

—Por eso es un día especial, porque estoy contigo ¿No lo ves?— Asentí sobre su hombro y besé su piel húmeda, bebiendo las gotas de allí.

—¿Me extrañas?— Dije contra su piel.

—Todo el tiempo amor, todo el tiempo...— Volteó su rostro y me besó en los labios.

Mis lágrimas cayeron y sujeté su cuerpo con fuerza a el mío.

—No te vayas, no quiero que lo hagas... me haces falta Ana...—Ella tomó mi rostro y limpió mis lágrimas, susurrando que todo estaba bien.

—Siempre estoy contigo Jorge, siempre estoy aquí.— Colocó su mano fría sobre mi pecho.— Pero, es hora... es hora.— Seguía repitiéndo y las lágrimas seguían cayendo.

—No, no, no, no puedes dejarme ¡Ana!— Alguien irrumpió y me sacó de la bañera con brusquedad.

Todo lo que recuerdo es que se volvió negro todo de pronto.

Desperté en una habitación extremadamente blanca, ya estaba secó y vestido, sobre una cama.

—Hola Jorge.— Había una mujer sobre mi colchón, cabello negro hasta los hombros y una mirada compasiva en su rostro.

No contesté.

—¿Quieres hablarme de lo que ocurrió en el baño hoy?— Negué con la cabeza.—¿Sabes que día es hoy?— Preguntó nuevamente.

—Un día especial.— Dije con los dientes apretados.

—¿Por qué Jorge?— Volvió a preguntar.

—Ella viene a verme ¿Por qué no la dejan venir más seguido? ¡Es tan estúpido!— Traté de moverme pero fué inútil, mis brazos estaban abrazados a mi cuerpo.

—¿Puedes decirme quién es ella?— Me miró esperando mi repuesta.

—Ana, ¿Quién más?— Contesté molesto.

—Mmm ¿Ana Orozco? Tu novia ¿Cierto Jorge?— Comenzaban a irrotarme sus preguntas estúpidas.

—Prometida, nos casaremos en diciembre a ella le gusta el clima frío.— Sonreí ante el recuerdo.

—Jorge, ¿Puedes recordar en qué mes estamos?— Negué.— Mira por la ventana.— Eso hice, tan solo alce el cuello un poco para ver por la minúscula ventana de la habitación.

No era posible, había nieve por todos lados, incluso alcancé a ver algunos adornos navideños, así que fruncí el ceño.

—¿Puedes decirme que día es hoy, Jorge?— Comencé a pensar, era el día especial, era su día especial, siempre lo repetía.

—15 de diciembre.— Finalmente dije, algo no estaba bien.

—Muy bien, ¿Puedes recordar dónde está Ana, ahora?— Estaba muy confundido ahora.

—No. ¿Dónde la mentiste? ¡Ella estaba conmigo!— Grité.

—¿No lo recuerdas Jorge?— Mi sudor se formó en la frente y volví a negar frenéticamente.— Debemos pasar por esto nuevamente...— Dijo en voz baja contra algo en su pecho.

Entraron dos hombres y colocaron una televisión frente a mí, además de una carpeta.

La televisión se encendió y comenzó a sonar una voz fuerte.

Mis lágrimas cayeron al ver lo que estaba sucediendo.

—Eso no es cierto... ¡Ella estaba conmigo!— Forcejeaba pero era inútil.

Todo pareció silenciarse abruptamente, el sonido de la tele, la voz de la mujer, mis gritos y sollozos, todo menos su voz...

Siempre estoy contigo Jorge siempre estoy aquí...

Ella estaba parada en la esquina de la habitación, pero ella no estaba aquí en realidad... ella estaba en mi mente como cada 15 de diciembre.

Cuando todo se calmó y dejé de llorar miré a la mujer.

—¿Puedes recordarlo ahora?— Asentí.—Dímelo. — Ordenó.

—Ella es Ana María Orozco, tenía 25 años cuando falleció en un terrible accidente automovilístico... hace tres años, este mismo día...— Mis lágrimas volvieron a caer frenéticamente.— Yo la amaba...— Me encogí.

Ana siguió visitandome en su día especial hasta que finalmente pude reunirme con ella, con mi gran amor.


Hello There.

Estoy sad haha, perdón.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora