153 Sanación.

137 24 24
                                    

Sentí los párpados pesados y retiré mis gafas para tallar mis ojos suavemente, volví a ponerme las gafas y observé la hora en la pantalla del computador 1:33 AM.

No me gustaba mucho traer trabajo a casa, pero era necesario, había pasado por rachas muy malas durante los últimos meses así que debía romper mi espalda, pero decidí que está noche era demasiado así que me levanté del escritorio, cerré el aparato y masajeé mis hombros y cuello adoloridos.

Al caminar por el pasillo me di cuenta de que los pequeños tenían sus mantas a la altura de sus rodillas y era una noche fresca, así que entre a su habitación y los arropé cuidadosamente sin despertarlos, habían estado bastantes inquietos durante el día así que no pretendía perturbar su sueño. Los observé detenidamente durante unos minutos, sus pequeñas manos estaban apretadas en las sábanas y sus cabellos estaban en todas direcciones... tan pequeños, tan indefensos; suspiré y salí de su habitación, era mi turno de descansar.

°
Cuando abrí los ojos miré rápidamente el reloj, una vez más había despertado automáticamente, minutos antes de la alarma. Tomé una ducha, preparé los almuerzos de Camila y Felipe, y por supuesto el mío también, acomodé sus mochilas y el cereal en la mesa. Posteriormente escuché el arrastre de sus pequeños pies sobre la madera del pasillo y sonreí.

—Buenos días papi.— Sus pequeñas voces somnolientas eran todo lo que necesitaba cada mañana.

—Buenos días a mis pequeños, por favor tomen asiento. Ya está el cereal.— Sonreí al ver sus mantas sobre el suelo.

Ellos habían comido y jugado con las cucharas, cepillaron sus dientes y habían tomado las loncheras. Ajuste los cinturones de seguridad a cada uno dentro de la camioneta y me dirigí al kinder. En el lugar había muchos padres que nos miraban de una manera casi crítica y no sabía cómo reaccionar con ello, me enfocaba en ellos solamente, en sus risitas y sus pedidos, cómo chocolates para la cena o un perrito en sus cumpleaños. Había tratado de sobrellevar las cosas con ellos estos meses así que había complacido algunas cosas debido a mi debilidad por ellos... no sé si era el mejor padre, pero lo estaba intentando.

—Buenos días doctor Mendoza.— La maestra de turno saludó amablemente.

—Hola, buenos días maestra Olivia.— Sonreí.

—¿Ellos están listos?— Preguntó con las cejas juntas. Camila y Felipe nos miraron confundidos y les sonreí.

—¿Por que no van a su salón? ¡Sus amigos los están esperando!— Dije alegremente a lo que ellos chillaron de alegría.

—¡Si, si papá!— Contestó Felipe tirando de mis dedos.

—¿Estarás aquí al final de clases, cierto?— Camilla pregunto mirando nuestros dedos unidos.

Camila era más crítica, más observadora en todo y la más aprensiva, por el contrario a Felipe que era muy pequeño aún para algunas cosas.

—Lo prometo mi pequeña.— Estiré mi meñique hacía ella. Camilla lo apretó con el suyo y corrió hacía el salón.

Finalmente miré a la maestra que había observado el pequeño intercambio entre nosotros.

—Creo- creo que ya están listos... ellos lo han entendido -— La miré y pude ver la mismísima lástima en sus ojos.— Estoy haciendo lo mejor que puedo.— Admití con un suspiro cansado.

—Tranquilo señor Mendoza, me alegra verlos de regreso, sabe que lo mantendré al tanto de todo.—Sonrió.

—Lo agradezco.— Me despedí.

°

—¿Y bien? ¿Volvieron a clases hoy?— Miré sobre mis gafas.

—Si, su abuela no podría quedarse más tiempo con ellos, además no sé que tan sano sea que mi mamá pase tiempo con ellos en realidad...—Suspiré arrojando mis gafas al escritorio.

—Si, creo que no es tan buena idea- ¿Y la guardería?— Preguntó nuevamente.

—No sé en quién confió menos.— Reí amargamente.

—¿Que tal yo?— Rió un poco.

—Muy gracioso, Calderón.— Reí sin ganas.

—¿Cómo estás tú?— El ambiente decayó haciéndolo más pesado.

—No lo sé, no se supone que sería así, ¿sabe?— Lo miré.— Esto no debía ser así, no- debía estar solo con los niños...— Contesté.

—Nadie quiere que estás cosas pasen Armando, pero- solo suceden, no hay aviso de precaución.— Comentó suavemente.

—Si... aunque no sería más fácil. No importan los avisos, las precauciones, no hay nada que te pueda preparar para la muerte de tu esposa.— Mis ojos se llenaron de lágrimas.













Hello There.

¿Hay alguien ahí? :'0

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora