142 Western.

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Julius había llegado a casa de mis padres una tarde sin avisar, lo que claramente me tomó por sopresa. Papá había entablado una buena relación con él y yo estaba complacida con ello. Podía ver a Julius extraño ese día, pero dejé que todo siguiera su curso.

—¿Podemos hablar un momento?— Susurró mientras nos movimos hacía la sala de estar.

—Por supuesto.— Dije y nos disculpamos para salir al jardín.

Era una linda noche, había luces pequeñas y velas encendidas fuera de algunas casa, la costumbre de GreenCity decía que las velas en esa época del año significaba prosperidad, esperanza y amor.

—¿Y bien? ¿De que querías hablar?— Pregunté tomando su mano justo cuando nos sentamos en un banco de piedra.

—¿Conoces la tradición de GreenCity sobre las velas?— Asentí.— Bueno, y ¿Crees que sea verdad?— Preguntó mirándome a los ojos directamente.

Julius tenía unos ojos hermosos, podía ver más allá de ellos; su sinceridad y dulzura.

—Lo creo. Creo que las tradiciones tienen algo de veracidad siempre.— Sonreí.

—Me alegra escucharte decirlo.— Sonrió y besó mi mejilla.

Se deslizó poco a poco y quedó de rodillas frente a mi, mis ojos se abrieron más de la cuenta y llevé mis manos a la boca para amortiguar mi grito.

—Aurora... no puedo estar más de acuerdo con esta tradición del amor, la prosperidad y la esperanza. Yo, quiero que seas mi esposa - quiero llenarte de la vida que te mereces- ¿Me permites ser tu esposo?— Para este punto mis lágrimas habían caído sobre mis mejillas y sonreí mientras lo veía. Sus ojos brillaban con sinceridad.

—¡Si!— Grité y él se levantó tomándome de la cintura contra su cuerpo en un beso tierno.

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La noticia de la boda del hijo del Alcalde con la señorita Orozco corrió por todo GreenCity y gracias a August, llegó a mis oídos y no me gustó para nada. Tenía una sensación de ardor en la boca del estómago. Estaba sumamente avaricioso con ese asunto, porque entre más observaba a la pareja más deseaba ser ese niño mimado de Arango y no me ayudó en nada el observar a la joven, casi todas las noches. Tenía una necesidad ridícula de verla.

Los papeles que el abogado estuvo preparando, estarían en regla la próxima semana y la boda sería tres días después de esa fecha. La cabeza me daba vueltas con las posibilidades para deshacerme de esos papeles.

El abogado ya estaba aquí en GreenCity, si pero necesitaban ser sellados por el gobernador de estado, que obviamente no estaba aquí. Los papales vendrían en las locomotoras que vienen del norte y es ahí donde yo y mis bandidos rojos entraríamos y nos deshariamos de esos molestos documentos.

Una noche antes del gran asalto, me senté sobre el porche de mi hogar con un puro sobre los labios, normalmente no fumaba pero esto era distinto, estaba algo nervioso. El asalto era importante para mi y mi gente a la que consideraba mi única familia en este pueblo. Despedían todos de mi, y a su vez dependíamos todos del asalto.

Todo había sido planeado minuciosamente, no sabía quién iría en esa locomotora, solo me importaban los papeles allí. Iríamos justamente cuando a travesaran las montañas verdes, dónde no había una sola alma de civilización, podríamos tomar el control de la locomotora allí y hacer lo que era debido, quemar las cajas de papeles. Mi grupo no era un asesino, aunque en estos años si alguien se interpone en nuestro camino , el asesino soy yo.

Deje escapar el humo de mis labios y fruncí el ceño, debía despejarme así que decidí ir a dormir. Mañana sería un gran día.

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One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora