156 El llamado.

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Papá ahora sabía sobre mis sueños y no me sentía cómodo con eso. Estaba sentado en el sillón mientras el mantenía su dedo sobre los labios y caminaba de un lado a otro, podía ver su mente trabajar en que estaba pasando conmigo, que debía hacer conmigo y eso me ponía nervioso. Tal vez creía que era conveniente alejarme de él, de mis amigos, sacarme de la escuela o ¡No sé! ¡La espera me estaba matando!

—Debemos buscar ayuda. — Dijo en voz baja, casi para él mismo.

—Lo sé, ya voy con un terapeuta... de hecho...—Mi voz se apaga el recordar...

—¿Qué? ¿Has estado viendo a uno? ¿D-desde hace cuánto?— ... Que él no lo sabía.

Dejé salir un gran suspiro, cómo si él no pudiera imaginarse el por qué.—Bueno, mamá.— Contesté y se sentó a mi lado, no lo miré, en cambio desvíe mi vista, evitandolo.

Pasaron unos minutos y solo se oían nuestras respiraciones hasta que su mano se posó sobre mi rodilla.

—Armando... hijo lo siento...— La declaración me dejó atónito, inmóvil al sofá.— Todo esto es mi culpa... si te hubiera prestado más atención... hijo.— Su agarre se apretó y coloqué mi mano sobre la suya.

—Esta bien.— Quería decir más pero- no pude, aún no estaba listo.

—Bien, ahora necesito que me digas Armando... ¿Quién es Betty?—  Yo también quería respuestas.

—No lo sé, lo juro... ella solo aparece en mis sueños , recién sé que su nombre es ese y despierto por ella...— No sabía cómo explicarlo, pero sentía una angustia dentro del estómago.

—¿Estás seguro? ¿Nunca la viste?— Pregunta preocupado.— Trata de recordar armando.— Insiste.

—Es que no sé cómo es ella, yo- solo he escuchado su voz.— Confieso avergonzado.

— Tranquilo, encontraremos la manera de que puedas descansar.— Aseguró con una palmada en mi rodilla.

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Por primera vez no me sentía cómodo con el terapeuta y él lo notó, yo estaba rígido y serio aparentemente y no quería hablar de nada... bueno, no tenía de que hablar.

Me senté en el sofá toda el tiempo de la sesión, pero no dije mucho, solo expliqué el sueño y que papá me había pedido disculpas, pero no tenía más en mente. Tal vez tuve que decirle sobre la angustia que crecía en mi estómago, pero tampoco lo hice, quería saber quién era Betty.

No fuí a clases ese día, no el siguiente. Recibí muchos mensajes y muchas llamadas de Marcela y Mario, incluso había un mensaje de voz bastante extraño de Patsy, pero no había contestado, no tenía tiempo, necesitaba respuestas.

No sabía que existían tantas "Beatríz" en Bogotá y eso me desanimó, pasé horas sentado al computador buscando, pero lamentablemente no podía reconocer a nadie con exactitud. ¡Quién podría ser! Tal vez si necesitaba la ayuda de Marcela o de Mario, después de todo...

Traté de dormir pero fuí inútil, mi cabeza daba muchas vueltas con toda la información que había absorbido está tarde. Miré las pildoras para dormir que el terapeuta me había recetado, pero no estaba seguro de tomarlas, según los efectos secundarios: Dolor de cabeza, desorientación, náuseas e incluso no poder despertar tan fácilmente.

Mientras trataba de dormir, mi mente comenzó de nuevo. ¿Por qué Betty me hablaría a mí? ¿Que tenía de especial? ¿Que es lo estaba pasando para pedir ayuda? ¿Estaba a salvo? ¿Estaba viva? Y ¿Que debía hacer para ayudarla? Todas estas cosas me atormentaron muchas veces en toda la noche, con lo que no pude lograr dormir.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora