136 Western.

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—¿Padre? ¿Padre?— Entre gritando su nombre y la servidumbre me miró inquieta.

—Señorita Aurora ¿Está bien? ¿Le corrió algo?— Digo Angeles.— Su padre está en el estudio.— Informó cortésmente.

—Estoy bien, necesito hablar con él.— Salí corriendo y subí las escaleras de la manera menos femenina. Si mi madre me viera ahora.

Abrí la puerta de par en par y mi padre estaba sobre su silla favorita con la pipa en los labios.

—¿Que ocurre? Te he oído por toda la casa.— ¡Y porque no fué a mi! ¿Debía subir las malditas escaleras?

—¿El alcalde te mencionó a los bandidos? ¡Padre, esos tipos vienen aquí! ¡Debes hablar con el sheriff! ¡Que hagan algo, padre!— Dije frenéticamente alzando los brazos.

—¿Aurora?— Escuché una voz vaga.

—¿Y si ellos te hacen algo? ¡O a mi! ¡Escuché que se llevan a las mujeres!— Seguí en mi perorata sin piedad.

—¿Aurora?— Finalmente supe quién era, mi padre.

—Lo siento.— Dije de pronto tomando asiento de inmediato.

—¿Sabes porque estoy aquí?— Él preguntó.

En realidad no. Ese día había estado muy ocupada arreglando documentos sin parar de el colegio y solo supe que nos mudabamos e hice castillos en el cielo.

—Bueno, sé de los bandidos.— Mi boca se abrió pero la cerré, él no había dejado de hablar.— Ellos toman lo que no es suyo, lo sé, son peligrosos, también lo sé. — Dejó salir el humo de su pipa.— Por eso el sheriff, el alcalde y yo, hemos hecho una alianza para poner fin a estos bandidos.— ¡Seguía confundida!

—¿Cómo es que eso no te pone en peligro?— Entrecerre los ojos y puse los brazos cruzados sobre mi pecho.

—No hay garantía de no peligro.— Mencionó.

—¿Qué? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo?— Le dije levantándome del sofá.

—Aurora. Solo soy un abogado lo único que haré es poner los papeles en regla de todo este lugar con su respectivo dueño.— Trataba de tranquilizarme.

—¿Y? No creo que eso detenga a los bandidos.— Refunfuñe.

—No, pero habrá cargos reales.— No por nada mi padre es el mejor abogado.

×

GreenCity. Un pueblo pequeño pero que tenía todo lo que quería y necesitaba. Había crecido a los costados de este pueblo, en las montañas frías con mi madre, Mara. Después de algunos eventos desafortunados me quedé al cuidado de Inés y con la edad, yo comencé a cuidar de ella.

Desde hace unas semanas noté la construcción de un nuevo hogar aquí en GreenCity, pregunté a los peones pero nadie sabía nada o eso dijo el último al que le quité la lengua. Esta vez estaba decidido a averiguar quién era el nuevo en este precioso pueblo y ver qué podía darme a cambio de no asesinarlo.

Me monté en Jona, el trayecto de dónde me escondía no era tan largo. Había abandonado las montañas después de la muerte de mi madre, nunca entré del todo a GreenCity, no era bien recibido.

Cuando llegué todas las personas se bajaban su sombrero para evitar el contacto visual conmigo o mi gente. Las mujeres empujaban a los niños dentro de las casas y los que sabían que quería algo de ellos no tenían de otra que entregar lo habitual.

—¡August!— Di un brinco de Jona y pasé mi brazo por sus hombros el hombre se tensó pero sonrió un poco.

—Joven Sáenz.— Contestó él.— Pasa, pasa, los paquetes de tabaco que pediste están justo ahí.— Señaló las cajas de madera apiladas en la esquina de su tienda.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora