69 Mensajes indecentes.

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—¿Amor? Ana acariciaba las puntas curvadas del cabello de Jorge.

Eran las 11 de la mañana de un lunes y les sentaba bien estar a esa hora en la cama, benditas sean las vacaciones.

Ana se sentía un poco nerviosa debido a lo que quería preguntar.

—¿Podrías..? mmm ¿Quisieras acompañarme a ver a mi tía hoy?— Lo dejo salir sin más, acompañado de un suspiro tembloroso.

Jorge alzó su cabeza del pecho de Ana y la miró sonriendo, beso sus labios suavemente.

—Por supuesto que sí.— Ana sonrió satisfecha, se sentía bastante feliz por esto, simplemente era un gran paso.— Supongo que necesitamos una ducha señorita.— Se levantó de la cama y la ayudó a salir, ambos seguían desnudos.

Después de una ducha con una serie de caricias y besos húmedos estaban en la habitación colocándose la ropa, Ana miraba como Jorge ajustaba su corbata de una manera que ella nunca había visto, creía que era 'su toque especial', se colocaba un calcetín izquierdo junto con el zapato izquierdo y posteriormente los derechos, siempre en ese orden, se sumergía en su rutina sin pensarlo cada vez más y aprendiendo esos pequeños detalles de uno o del otro, como cuando Jorge hacía panqueques para desayunar y siempre colocaba la crema batida entre cada pan con dos características frutas, fresa o mango, no había otras opciones.

Por otro lado a Jorge, le gustaba como ella se sujetaba la gran cabellera negra cuando quería hacer algo que la desesperaba o estaba demasiado apresurada en su día y aún más cuando deslizaba ese listón de sus ondulados cabellos para sacudirlos y poder oler el jazmín o lavanda en él, amaba demasiado tomarla de la cintura y acercar su cabello a su nariz para poder olerlo, podría decir que era de sus partes favoritas en el día, cuando preparaba café lo hacía demasiado fuerte, no importa cuántas veces dijera que debía deter el consumo o siempre se quemaba los huevos revueltos y exclamaba alguna palabra antisonante que lo hacía reír.

Jorge la tomó de la mano mientras caminaban por las transitadas calles de la ciudad, reían y observaban el lugar, ambos estaban nerviosos por el momento tan especial que estaban a punto de tener.

—No tenemos que hacerlo si no quieres.— Ana comentó de pronto enredando uno de sus rizos en los dedos, otro gesto que Jorge adoraba profundamente.

Era como una niña cuando lo hacía, su niña.

—Quiero hacerlo, me gusta mucho la idea.— Jorge sonrió y besó su frente.— Si en algún momento decides que no es el momento de compartirlo conmigo, nos detenemos.— Ana lo miró con los ojos cristalizados esto era simplemente lo había esperado de él, comprensión, apoyo y amor.

Asintió y siguieron caminando entrelazando sus dedos. No tardaron mucho en llegar en realidad, ahí estaban, mirando la gran puerta de cristal. Sus dedos se presionaron más fuertemente y dando Jorge, un pequeño masaje en el dorso de la mano de ella, se miraron fugazmente y asintieron.

Ana pudo sentir sus piernas temblarw al atravesar el cristal, estaban dentro.

—Hola buenos días.— Saludó a Ana a la joven detrás del escritorio.

—¡Hola Ana! Ella a preguntado por ti.— Ana sonrió y se acercó a firmar el papel.

—Buenos días.— Se acercó Jorge y extendió su mano.— Jorge Abello.— Sonrió dando un apretón amigable.

—Mucho gusto, Inés.— Le entregó el bolígrafo.—Por favor, necesito que se registre.— Él asintió y continúo con la tarea.

Continuaron caminando por un pasillo largo de paredes color hueso con cuadros de personas mayores, paisajes triviales y algunas flores, Jorge seguía los pasos de Ana, después de todo está era la primera vez en esto.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora