67 Herida del pasado.

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La terapia fué de mal en mejor, no importa que tan bien me sintiera, debía terminar mi tratamiento y eso incluye pasar más tiempo con Coronel y Ana, resulta que Ana no era una simple cuidadora de caballos, tenía un título en psiquiatría, a menudo hablaba conmigo tratando de que me uniera a un grupo.

—Tú sabes lo que ocurrió, tienes mi expediente, no soy estúpido.— Coronel tiró de las correas.— Lo siento...— Bajé mi tono de voz.

— Discúlparme a mí por presionarte Jorge.— Dijo con calma y se fué.

Quería retenerla y decirle que quería hablar de eso, por fin quería hablar de  todo con alguien, no con alguien con ella, pero en cambio me quedé callado.

El tiempo transcurrió, tan lento como lo permitiera, Owen nació en mi cuarto mes de terapia, por obvias razones no me dejaron verlo pero Raquel envío un par de fotos que estaban pegadas en la ventana de mi blanca y clínica habitación, puedo jurar que tiene mis ojos, es muy pequeño y me asusta tener una crisis cerca de él.

Para ese cuarto mes las crisis disminuyeron considerablemente, no tenía tantos arranques y por lo tanto me colocaron en una habitación normal sin paredes suaves, dejé de lado los intentos de suicidio debido a Owen, quería conocerlo y ser alguien mejor solo por él.

Raquel dejo de interesarme desde el momento en el que me miró con indiferencia y hablo en mi contra en la corte, no quería nada de ella, ni del amor en sí, un tiempo solo es lo que necesito.

Los círculos con los demás pacientes seguían en silencio para mí, escuchaba atentamente a los demás para no ser descortés pero me costaba mucho aún el hablar con alguien más, no sabía si la herida del pasado ya había cicatrizado correctamente y honestamente no quería averiguarlo.

—¿Cómo te sientes hoy?— Estaba en los establos como cada tercer día esperando a Coronel salir y ella siempre me preguntaba cómo estaba se sentía muy bien importarle a alguien de esta manera.

—Bien, no he tenido crisis en estás semanas y estoy más cerca de salir.— Estaba emocionado pero moderada mis estados de ánimo.

—Me alegro mucho por ti Jorge, en verdad, estoy orgullosa.— Me sonrió y después de mucho tiempo sonreí con la misma sinceridad, fueron unos segundos muy cortos pero valió la pena sostener el gesto por ese tiempo.

—Es por mi hijo, sin él estaría perdido ahora.— Ana puso una mano en mi brazo.

—Serás un gran papá Jorge.— No dije más y continuamos con el paseo con Coronel.

El día estaba soleado y aunque este tipo de clima no era de mis favoritos, por primera vez en estos meses lo disfruté mucho.

—¿Tú tienes hijos?— Seguía mirando el prado, Ana venía a unos pasos detrás de mí.

—Si, una pequeña.—La escuché sonreír.—Se llama Samantha.— Continúo.

—Lindo nombre ¿Entonces estás...?— No sabría cómo pronunciarlo en realidad, me quemaba la lengua, creo que después de todo aún no cicatrizo.

—Oh no, no lo estoy.—¡¿Cómo es que puede reír?! ¡Que cruz! — Hace mucho tiempo que nos dejó.—

—¿No te afectó? Quiero decir, yo casi me quito la vida y ni siquiera lo estaba legalmente...— Tragué saliva y reí amargamente.

Muchas veces nos decían que no era bueno hacer bromas con nuestro dolor y no era que lo disfrutará, pero no podía romperme siempre que lo mencionaba.

—En su momento si, fué difícil pero el tiempo lo cura todo.— Se acercó más a mi paso y la miré rápidamente.

—Tiempo, si ahora lo comprendo mejor.— Miré el cielo que comenzaba a oscurecer.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora