143 Armetty a la antigua.

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Por supuesto que estaba nervioso cuando ambos nos pusimos de pie frente a, no mi padre, si no el rey. Tragué saliva y me forcé a no perder la cordura.

—Hoy, diré el nombre de mi sucesor.— Pronunció desde el trono.— Y escogeré con sensatez a uno de mis dos hijos, Armando o Daniel.— Miré detrás de padre y ví la sonrisa de mi madre, tenía una mirada algo triste.— No es justo rechazar a uno de mis hijos, ya que ambos merecen ser reyes de Medellín, ambos tienen mi sangre en sus venas y comparten nacimiento.—Dijo y mis palmas comenzaron a sudar.

Miré por el rabillo del ojo a mi hermano y era la representación de la calma, respiré nuavemente y me concentré en las palabras del rey.

—... por lo tanto es justo darle una oportunidad a ambos.— Traté de entender lo que decía.— En ese caso, el primero que me dé un nieto varón.— Eso era un grave problema.

Más tarde, cuando me encontraba en mis aposentos, mi esposa entró con bastante molestia.

—¿Que vamos a hacer Armando?— Sus brazos estaban cruzados y me miraba con esa ceja levantada.

—No lo sé...— Dije con voz ronca.— Tenemos un poco de ventaja, tal vez.— Continúe.

—¿De que hablas?— Suspiró molesta.

—Nadie sabe lo que nos sucede.— Dije levantándome.

—Quiero ser reina Armando.— Su voz sonaba fría y sin un gramo de cariño.

—Lo sé, no necesito que me recuerdes ese arreglo.— Caminé hacía un lado de mi cama y comencé a despojarme del tosco traje.

Ella caminó hacía mi y colocó una mano en mi pecho, ahora desnudo.

—¿Estás seguro de que no podemos?— Susurró.

Marcela era una mujer sumamente atractiva de pies a cabeza aunque también tenía el don de sacarme de mis cabales cada que podía. Sabía que no había amor en nuestro matrimonio, nunca intenté ser más que un compañero para ella, y viceversa... aunque el sexo no me desagradaba.

—Podemos intentarlo de nuevo.— Bajé mis labios y nos besamos con fuerza y rapidez, solo había urgencia en cada uno de nuestros movimientos y era bueno, ya que me servía para bajar toda la tensión de la reunión de hoy con el rey.

°
A  la mañana siguiente, después de que el príncipe Armando saliera de los aposentos, como todas las mañanas entramos las doncellas para ayudar a la princesa en todo lo que ella pidiera.
El día de hoy estaba más molesta que de costumbre, tal vez estaba algo tensa por el acuerdo que el rey había dado ayer. Había una gran responsabilidad sobre ella y era dar a luz a un hijo varón.

Supuse que eso no era problema para mujeres como las que estaban en esta casa, ambas princesas eran preciosas y sumamente lindas, elegantes; irradiaban respeto y autoridad por dónde sus vestidos sus vestidos rozaran. A veces, cuando me iba a dormir imaginaba que mis aposentos no eran éstos y eran los más lujosos de Medellín, con una cama tan suave como la lana, grandes ventanas y un gran jardín que pudiera observar; soñaba bastante con el que se sentiría si yo fuera una princesa o no necesariamente una, pero que tuviera algo de plata, sería maravilloso, tal vez.

—Aurora.— Dijo una de las doncellas sacándome de mi ensoñación.— La princesa quiere hablar contigo.— Asentí con una sonrisa y me dirigí al jardín que era donde ella estaba.

Ella estaba recostada sobre una de las sillas del lugar con la mirada perdida en el horizonte. Es una mujer hermosa, pensé y me acerqué a ella con una reverencia.

—¿Me necesitaba mi señora?— Miré al suelo, no teníamos permitido mirarlos al rostro a menos que ellos lo pidieran.

—Si.—Su mirada seguía pérdida en el horizonte.— Ya no necesitaré de su ayuda en mi séquito.— Me alarmé y casi la miró de golpe para comenzar a suplicar por qué no me quitará este trabajo.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora