42 Sobre las nubes.

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Corrí y corrí lo más rápido que pude por los prados de mi amada Escocia.

El pasto verde me picaba las piernas mientras lo hacía, se escuchaba los gritos, golpes de metal y por supuesto alas revoloteando muy cerca de mí, el aire era empujando hacia abajo con esas poderosas plumas blancas haciendo que mi cabello se alborotará.

—¡Su alteza, al suelo!— Lo hice inmediatamente, cayendo sobre mis rodillas y pecho. Dolió.

Tuve miedo de girar mi cuerpo, pero lo hice, tenía demasiada curiosidad, jamás los había visto, solo en pinturas, solo en mi imaginación ante historias de personas en la calle, no se me permitía salir a explotar más, no lo permitían mis guardias.

Entonces me giré sobre mi espalda, el cielo era bastante azul y brillante pero tenía manchas, humo se elevaba desde el suelo... si, estaban intentando matarme, flechas se elevaban hacía el cielo y me estremecí, pero entonces lo ví, se movía como si danzará sobre el aire, tenía una cinta plateada sujetada a una de sus extremidades, se decía que eso significaba el rango en el que estaban... me perdí en sus músculos forzados al máximo por maniobrar aquí y allá evitando las flechas, tenía un rostro hermoso, pero no me sorprendió era bastante lógico viniendo de una criatura tan majestuosa y celestial. Lo siguiente que me ayrapaiu claro, sus alas.

Las utilizaba de escudo contra las flechas... él se estaba arriesgando para salvarme... me vió de descendió con mucha velocidad y fuerza, cuando las plantas de sus pies tocaron la tierra pude sentir el temblor de está mezclado con el de mi propio cuerpo, estaba tan cerca, jadeba y sus alas temblaron. Extendió sus hermosas alas como un escudo alrededor de nosotros.

—Alteza.— Dijo con insuficiencia de aire.— Necesito sacarla de aquí... Tomé mi mano.— Si mano se extendió y no dudé en hacerlo.

Inmediatamente que sintió mi toque me abrazo a su torso y con una fuerza increíble nos elevamos, mi corazón se detuvo unos segundos y cerré los ojos con fuerza enterrando mi cara en su pecho.—

—Gracias.— Susurré abriendo los ojos un poco, la vista me mareo un poco, el viento en mi cuerpo era frío pero él era cálido, las flechas y el fuego seguía siendo disparado, pero él volaba con mucha velocidad y técnica.

—Aún no me agradezca, mi señora.— Si voz era jadeante y dolorosa...

Cerré los ojos nuevamente y unos minutos después desendimos, sentí la hierba en mis pies y de mala gana me aparte de él, me lleve una mano a la boca y mis ojos se crisparon al verlo. Sus plumas antes blancas, ahora estaban llenas de humo, otras estaban rotas y desechas manchando su hermoso plumaje blanco...

Sus alas estaban con las puntas contra el suelo, su pecho subía y bajaba y el sudor caía sobre su frente, cuello y pecho, me acerque a él un poco.

—Gracias... acepta mis disculpas está vez joven...—No sabía su nombre.

—Jorge— Y se inclinó.— Es un placer protegerla mi señora.— Seguía sangrando y estire una mano para tocarlo pero lo ví estremece, aún más cuando una voz resonó detrás de nosotros.

—Su alteza, veo que conoció a mi soldado.— Me di vuelta de inmediato y un hombre alto, de cabello largo y negro estaba ahí con una sonrisa, con algunos rasguños.

—Así lo he hecho. Agradezco mucho sus presencia...— Dije con amabilidad, Jorge se levantó de dónde estaba y se paró a lado del alto, el hombre lo palmeó en el hombro. —¿Él estará bien? — Dije con cuidado.

—Por supuesto mi señora, no debe preocuparse.— Miró a su joven soldado.— Puedes irte Jorge, descansa.— El asintió.

— Con permiso, mi señora.— Se inclinaba... un ser como él se inclinaba ante mí...

Los ángeles eran criaturas de leyenda, una raza escasa y poderosa que ha vivido desde antes que nosostros, durante mucho tiempo se creyó que eran malignos, o por lo menos yo los veía como seres superiores, pero la verdad era que ellos estaban a merced del mundo, ayudando y siendo humildes apesar de portar esas increíbles alas.

Cuando regrese a mis habitaciones no pude dejar de pensar en lo ocurrido. ¿Estuvo mal querer tocarlo? No debí hacerlo... no sé qué está bien y que es estar muy fuera del límite, pero claramente tocar sus alas era cruzar una línea.

Cerré mis ojos y salí al balcón, el aire llegó a mis pulmones junto con la brisa a mi rostro y recordé nuevamente lo fué volar entre sus brazos, fue maravilloso. Escuché un aleteó, era impresionante y atemorizaba el ruido del aire chocando contra sus plumas... era él, se detuvo en mi balcón.

—Mi señora, no quisiera interrumpir.— Sus voz era incluso más cortés que la mía.

—No, no, por favor entra.— Bajo de la baranda de piedra y sus alas inmediatamente se aplastaron contra su espalda.— ¿A qué debo tu visita?— Sonreí.

—Y-yo me avergüenza decirlo, su alteza, pero tengo curiosidad del porqué quiso tocar mis alas.— La mención de tal acto me hizo sonrojar.

—Y-yo lo lamento.— Dije rápidamente.—¿Tan mal estuvo?— Dije con vergüenza y el sonrió tranquilamente.

—Le explicaré.— Se sentó en el suelo y yo también lo hice, frente a él, casi tocándose las rodillas.— Tocar las plumas es un acto íntimo mi señora, solo se permite entre nosotros y solo cuando hay demasiada confianza entre colegas o una pareja, es parte de nosotros, es nuestro escudo, nuestra arma y seguridad.— Mis ojos se abrieron demasiado.

—Y-yo no tenía idea- lo lamento Jorge.—Me levanté rápidamente pero él me detuvo de la muñeca y mi corazón salto.

—Sin embargo... quiero que las toque... su alteza.— Se inclinó y soltó mi muñeca con delicadeza, el calor de su palma seguía ahí.—Yo-yo me siento atraído hacía usted.— Sus mejillas se colorearon tanto como las mías.

Su oferta y deseo me asustaron un poco ¿Debía? Después de todo él y su gente se irían mañana ¿Que cosa mala pudiese ocurrir?

—También quiero hacerlo.—Sonreí y el se inclinó en asentimiento.

Las extendió y quedé aún más maravillada, estaban perfectas excepto por un vendaje en la derecha.

—¿Te duele? — Señalé la venda.

—No mi señora, me encuentro bien.— Sonrió y extendí la mano con cautela, él la tomó y la colocó en sus plumas internas, están increíblemente suaves al tacto...

—Esto es hermoso...— Pase mis dedos por las más largas y las diminutas que cubrían su interior.

—Usted es hermosa.— Sonrió y me sonrojé más.

Levanté la mano para tocar los bordes cerca de sus hombros, pero eran bastante altas a pesar de que él estaba sentado, se rió entre dientes y se inclinó más hasta que mis dedos las tocaron, eran un poco más ásperas,  y ligeramente más obscuras.

—Jorge... esto es y-o gracias.— De echo apenas había circulado la idea en mi cerebro de lo que acaba de hacer y aceptar... alguien íntimo, de confianza, claramente no era su colega... entonces.

—No tiene que hacerlo mi señora...— Susurró.— No tiene porque ser alguien íntimo para mí— Sentí un ligero alivió, no quería lastimarlo, tan solo lo ví está mañana y ahora estaba aquí pasando mis manos por su plumaje.

—Me gustaría intentarlo...— Susurré.

Sus ojos se abrieron con un brillo excepcional... Sus alas me encerraron quedando con las manos en su pecho.

—Su alteza-- Coloqué un dedo en sus labios.

—Ana, creo que nos acabamos de hacer más cercanos después de todo ¿No crees? — Sonreí.

—Ana...— Se inclinó y besó mis labios.

A la mañana siguiente desperté por el rayo de sol matutino, estire los músculos y toque mis labios, tan solo un sueño o eso pensé cuando ví una pluma sobre la almohada. No había vuelta atrás.


Hello There 🤍

Ya tuvimos al maligno ahora al angelical, si que si. 😇

Planeó un segunda parte o ya lo dejo así xd. Bueno, eso es todo, pausa hasta nuevo aviso.

Opiniones. ✨🙏🏻

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora