44 Sospechas y pistas.

291 30 81
                                    

Mi trabajo no era el mejor del mundo ni el mejor pagado, siempre estaba en constante peligro o eso decía mi esposa, comprendo eso, yo mismo me asustaba a menudo y la idea de dejar esto rondaba por mi mente, pero siempre era disipada, no serviría para nada más que esto, aquí y ahora.

Me encontraba caminando por las grasientas calles de mi barrio, había una ligera llovizna, las gotas robotaban en mis zapatos y sombrero, son las 3:15 am de sábado, mi día de "descanso" supuestamente... como es costumbre el teléfono sonó logrando despertarme, arrulle a mi mujer para evitar que despertará completamente, le di un beso en la mejilla y me fuí, no me preocupaba el saber que ella despertaría sola, conoce las implicaciones de mi trabajo y la nota sobre el refrigerador da una explicación básica.

“Cariño, el trabajo llama. Te veo está noche. Te amo, saludo a los niños.”

Al llegar a la dirección dada por mi compañero, ahora eran las 3:39 am, nada mal para ir caminando de un barrio a otros cuantos al este, después de que mi chatarra de auto no encendiera... Cómo dije, mi trabajo no es el mejor pagado.

La zona era más pobre que la mía, por lo menos dónde yo habito es lo suficiente decente para que mi pequeña familia viva; toqué el timbre y después de que la voz de mi compañero sonará por la bocina y un ruidoso sonido, entre al departamento.

8-C, la puerta estaba abierta, había varías personas con sus solapas, sombreros y gabardinas igualmente húmedas, me quite el sombrero y mi propia gabardina obscura para dejarla sobre lo que parecía ser un perchero en forma de guitarra.

—Buenos días.— Todos contestaron a mi saludo, muchas caras ojerosas y somnolientas, nadie esperaba estar despierto a esta hora.

—¿Tinto jefe? — Mi compañero se acercó a mí con un vaso humeante, la cafetería de la esquina. Buen café que invreiblem estaba abierta las 24 hrs del día.

—Gracias ¿Que tenemos aquí? — Hizo un movimiento con su mano para seguirlo y eso hice.

Lo que encontré no fue para nada agradable y no esperaba que lo fuera en realidad... Si algo he aprendido es que las escenas del crimen de madrugada son las peores con las que puedo toparme. Era una mujer, a juzgar por su ropa interior y cabello largo, lo era; su rostro estaba desfigurado y yacia sobre una alfombra que fué blanca alguna vez...

—Como puede observar, los forenses ya están trabajando en las huellas y todo eso.— Explicó.— No hay arma homicida... y hasta ahora ninguna huella aunque solo llevamos media hora dentro.— Tenía su pequeña libreta de notas frente a sus ojos.— Creo que es todo jefe.— Teníamos la misma edad y la misma experiencia pero sus malas actitudes lo habían dejado debajo de mí, trasladado de Medellín a Bogotá el detective Calderón.— Su nombre es Mía.—

—¿A quién llamaron? — Bebí un sorbo de café.

—Oh si, policía local.— Hojeo su libreta.— La mujer que vive abajo informó que algo 'sono demasiado fuerte' en este piso, normalmente la chica nunca fue tan escandalosa.— Volvió a hojear.— Posiblemente fué, está cosa.— Señaló una estatua de yeso rota en el suelo.— La caída de la mujer o en su defecto la ventana.— Señaló ambas cosas sin dejar de ver la libreta.

—Bien, tenemos un gran caso por delante.— Suspiré. —Interrogaré a esa mujer y tú a los vecinos conjuntos ¿Porqué solo hablo ella, si el ruido fué demasiado? — Me di vuelta.

—Si jefe, creo que necesitaremos otro café.— Reímos entre dientes.

La entrevista con la mujer, fué reconfortante, explicó los hábitos de su vecina y que nunca conoció o vió a alguien entrar a su departamento... lo que fue un poco decepcionante, pero sabía que trabajaba en una tienda de música de la esquina los fines de semana y el resto en un refugio como enfermera suplemente.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora