51 Orden 66.

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La espalda me picaba por el sudor que caía, mis brazos y piernas temblaban, mis músculos estaban rotos por el arduo entrenamiento, el aliento caliente salía de mi boca, pero tenía un objetivo: Derribar a mi oponente.

Apreté mis dedos aún más alrededor del mango de mi arma y di un brincó hacía él, una voltereta, quedé frente a él y golpeamos nuestros sables, el sonido del letal cristal de Kyber resonó en las paredes.

—Te ves cansada padawan.— Sonrió con ironía, si que lo estaba pero no perdería este entrenamiento como los últimos dos.

—Al igual que tú, 'padawan'. — Ambos giramos en dirección opuesta e impactamos nuevamente los sables, podía ver las gotas de sudor caer sobre sus párpados.

—Soy un caballero ahora ¿Lo olvidaste?— Me molesté un poco cuando tuve que ir al área médica por está estúpida lesión y no poder tomar mis pruebas para convertirme en caballero y él lo sabía perfectamente.

Pero unos días en el tanque de bacta y estaba casi como nueva.

—No es de Jedi presumir de sus logros.— Extendí mi palma frente a él y con la Fuerza lo lancé contra la pared, la golpeó y apagó su sable inmediatamente, cayó al piso y corrí a él.— ¿Estás bien? ¿Jorge?— Abrió los ojos.

—Eso si no lo esperaba...— Se levantó de un brincó.— Estoy perfectamente bien, vamos estoy cansado.— Me dió la mano para colocarme de pie.

—Que tonto eres.— Puse los ojos en blanco.— Pero también estoy cansada.— Concluí con una sonrisa.

—Me ganaste hoy, diría que estás lista para volver a las tropas, pero un maestro sanador debe verte antes.— Sonrió y palmeó mi hombro.— ¿Te veré por ahí, cariño?— Guiñó un ojo antes de irse.

—Te veré por ahí.— Sonreí y colgué mi sable en la cintura.

Salí hacia mis habitaciones, debía meditar ahora.

Jorge y yo siempre fuimos compañeros durante estos años de entrenamiento en el templo, ambos de raza humana. Básicamente nos criamos en la misma guardería, a él lo tomó el maestro Kit Fisto cuando tenía 10 años, el sorprendente Kit, lo llevaba más seguido a las piscinas, era obvio es un nautolano, por mi parte me tomó el maestro Plo- Koon un kel dor originario de Dorin, increíble, sensato, serio pero asombroso.

En cierta forma Jorge y yo habíamos desarrollado un vínculo como hermanos, podíamos sentirnos cerca, podía sentir muchas veces sus emociones y él las mías. Al inició de esto no sabíamos que hacer, los vínculos eran exclusivos en maestro-padawan, cuando hablamos con el consejo sobre está 'molestia' el primero en calmarnos fue el gran maestro Yoda.

—A esto miedo, no deben tener padawans.— Jorge y yo nos miramos con asombro.— Parte de la Fuerza, esto es.— La sonrisa se dibujo en nuestros rostros.

Después de eso, estuvimos en calma con nuestro vínculo, nunca lo forzamos solo apareció un buen día y no se podía romper hasta que alguno perdiera la vida. Aprendimos a controlarlo, y lo llegamos a utilizar en misiones con nuestros maestros. Cuando estábamos demasiado lejos, a distancia luz, el vínculo se sentía vacío y silencioso, apesar de eso siempre había una pequeña chispa de él cuando meditaba, sabiendo que estaba vivo.

La guerra había comenzado hace tres años, cuando teníamos diecisiete años. Muchos de los maestros o miembros del consejo habían estado renuentes a tomar un padawan, porqué era una responsabilidad más, no solo debían enfrentar droides y separatistas traidores a la república y un niño a su lado no era la mejor idea, sin embargo nuestros maestros decidieron por seguir enseñando, además la república y la orden necesitaba las Jedi al frente. Después del inicio en Geonosis, dónde se habían perdido la mayor parte de nuestros hermanos.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora