78 Houth.

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Jorge había sido llevando por grandes pasillos del palacio y había uno en particular que llamó su atención.

Era bastante largo y enorme e altura, no había visto nada igual, la luz rebotaba a través de los cristales haciéndo que la piedra brillará y los bordes dorados ayudaban a ese efecto; en las paredes había un sin fin de retratos bien hechos, rostros de hombres y mujeres a dónde fuera que volteará, al terminar el pasillo el último rostro fué el que reconoció, el de ella.

Tardó en darse cuenta donde estaba, pero ahora sabía una cosa y es que podía descubrir que era leyenda y que cosa era real de lo que se decía de Houth.

Durante la primera semana no supo de ella, un soldado en particular le dejaba comida en su puerta, no le molestó en realidad aprovechó todo esto. La comida era estupenda, la habitación era del tamaño de su casa en Alston, la cama era grande y suave y había agua caliente en la habitación.

Cuando lo alistaron Jorge se sintió un poco incómodo, nunca nadie lo había visto desnudo en su vida, más que su madre a una edad temprana, pero las mujeres que lo bañaron y vistieron no les importaba ver su masculinidad desnuda, lo que lo hizo preguntarse cuántas veces habían hecho esto.

Otra de las cosas que rondaba por su mente eran todos esos jóvenes que habían venido con él ¿Dónde estaban? ¿Que habían hecho con ellos? ¿Acaso la leyenda era real? Simplemente habían desaparecido o eso creyó.

Jorge fué convocado para un espectáculo al aire libre, se colocó la fina ropa que habían dejado en el armario y salió, un guardía lo escoltó hasta el patio.

Ahí estaba ella, su vestido era rojo y se arrastraba por el suelo de hojas secas, sus labios eran de un tono más suave ahora, su cabello estaba recogido en una trenza apretada; tenía su barbilla en su mano y sonrió al verlo, lo que Jorge devolvió, le dijeron que debía ir y permanecer a su lado así que él obedeció.

Su pulso se aceleró y las palmas humedas indicaban sus nervios cuando ella lo miraba detenidamente desde su trono y a menudo jugaba con su cabello, reía como una niña inocente aunque claramente ya era toda una mujer.

Los jóvenes aparecieron uno a uno, en ropa interior, ellos temblaban y algunos otros lloraban, Jorge abrió la boca para protestar pero ¿Que podía decir? Estaba en otro reino y él era solo un esclavo más aquí.

Sintió la mano de Ana apretarse en su hombro y él se tensó cuando su respiración se poso detrás de su oreja.

—Al principio lo vas a detestar, pero te acostumbrarás a esto...— Rió de manera burlona.— No te muevas de aquí, es una orden.— Jorge asintió y miró todo lo que ocurría.

Y de algo estaba seguro ahora, los jóvenes eran objeto de su diversión aquí en Houth.

Los chicos fueron obligados a correr en línea recta para ser objetos de caza deportiva por todos los soldados presentes, pudo ver cómo cada chico moría después de correr un tramo de aproximadamente cinco metros.

Lanzaban flechas, disparaban, o los atrapaban como animales.

Jorge se tapó la boca con ambas manos para callar sus sollozos, su lágrimas caían y caían como cántaros, cuando cayó de rodillas se le ordenó que se levantará, pero él no podía. Su mente le recordaba que él podía haber sido uno de ellos... Así que se levantó y comenzó a correr aún con sus lágrimas cayendo y los sollozos finalmente expulsados de sus labios.

Corrió y corrió sin parar, no oía los caballos y gritos de los soldados detrás de él, Jorge solo quería regresar a casa, besar a su madre, abrazar a sus hermanos, decirles 'te amo' una vez más, sus pensamientos estaban en Alston, con su familia cuando fué derribado por un soldado.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora