La actriz y el presidente de ecomoda habían salido ya un par de veces más desde la noche del lanzamiento, habían pasado unas semanas... tal vez, ninguno de los dos tenía noción del tiempo en el que se estaban conociendo, tan solo de ese afecto que crecía, y todas esas veces habían sido igual de interesantes y sublimes para ambos, cada vez el tono del deseo y la atracción se dejaba ver poco a poco, una ligera caricia, un beso en la mejilla, un abrazo tierno, una mirada perdida en el rostro del otro.
Armando Mendoza se encontraba en su departamento, colocándose una chaqueta, exactamente, un saco no.
El presidente había invitado a la mujer a desayunar, se había dado el lujo de faltar a gran parte del día en la empresa, con un demonio él es el presidente y puede hacerlo, lo que tomo por sorpresa a ecomoda.—Patty ¿Ya llegó Armando a presidencia? — Preguntó Calderón bajando del ascensor.
—No Mario, y no creo que llegué.— Dijo la secretaria de presidencia con ese particular tono de voz.
—¿Que? Pero ¿Porqué? — Mario se acercó al escritorio de Patricia con una interrogante en su rostro.
—Hablo muy temprano para decirme que iba a estar fuera la mayor parte de día ¿Quién se cree ese Armando?— Movió su cabello característicamente.
—Es presidente Patricia.— Marcela salió de su oficina con una mirada intimidante.— Y él puede hacer lo que desee.— Regaño.
—Buenos días Marce.— Mario se acercó y dió un beso en la mejilla.
Si, él era y es el presidente y tenía derecho a darse un respiro de su rutina tan monótona de todos los días que nublaba su vida sin darse cuenta, de domingo a domingo, de 8 AM a 8PM se la pasaba en la oficina de ecomoda, en los primeros meses de presidencia tenía ánimos y energía para salir después de la oficina e incluso trasnochar, pero ahora con un periodo de dos años en presidencia, las ganas e incluso fuerzas se habían esfumado, Armando se había encadenado a vivir a merced de la oficina sin saberlo; si, lo había deseado desde que comenzó a involucrarse en el trabajo familiar, peor jamás tomó en cuentas esto como consecuencia.
Sus padres y los de su alrededor tampoco se daban cuenta que Armando Mendoza necesitaba deshacerse de esas cadenas un poco, Armando había pensado en ceder la presidencia a su némesis Daniel Valencia, pero la idea había sido descartada pues era un tirano y no permitiría que los empleados estuvieran bajo si yugo.
Armando se montó en su auto y se dirigió a recoger a Ana en su departamento, si ya habían intercambiado direcciones. Ana había dicho que está noche se iría de emergencia a Medellín porque la requerían para un papel en una serie y quería verlo antes de irse. No sabía cuándo la iba a volver a ver, ¿Lo querría volver a ver después de su viaje? La idea lo molesto, todas estas veces había accedido a sus invitaciones e incluso ella lo había invitado a él, como está vez... ¿Ella lo consideraba importante? Cómo para verlo antes de irse, Armando sonrió cuando se estacionó frente al edificio de Ana, si, si significaba algo para ella, la preguntas es ¿Que es para ella? Un amigo, un compañero, un simple pasatiempo, no lo sabía.
Ana se encontraba dándose los últimos toques, su labial color durazno, algo sutil pero encantador, se sintió extraña al asimilar el impulso que tuvo al marcar el número del celular de Armando y pedirle verlo antes de irse, ella no está así. No avisaba o pedía permiso a nadie, solo lo hacía era mujer independiente y capaz, no sentía que esto la hacía menos ella, pero si la tomo por sorpresa y se sintió bien, tal vez por sin se veía ebuna relación estable, sabía que no le era indiferente a Armando, lo había pillado múltiples veces observandola de arriba abajo, se sonrojaba cuando Ana se atrevía a rozar su mano o colocarla en su pecho. Si ella lo sabía, cree haber sido lo suficientemente obvia para que Armando se dieta cuenta, pero ¡Pff! Hombres, nunca se daban cuenta.
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One Shot's los que guste y mande.
FanfictionSon historias cortas, variadas de cualquier categoría. Ninguna tiene continuación u orden en específico. A darnos vuelo.