151 Armetty a la antigua.

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—¿Nunca antes ha salido del palacio, su alteza?— La pregunta es inofensiva, sin embargo siento un vacío extraño en el estómago.

—No, no normalmente.— Respondo recordando mis pocas salidas.

Aurora me ha hablado de los lindos páramos que hay por su hogar y que seguramente de este lado de la colina, por encima del palacio debe haber algunos otros y mi curiosidad se ha disparado. Quiero que ella me guíe.

—Me llevarás.— Digo rotundamente. Planeaba preguntarle, ser menos 'yo' pero aún no puedo evitar mandar y mandar, y supongo que no debería.

—Si, su alteza.— Cada vez que sale una orden de mis labios ella se apaga un poco cuando hay algo de progreso y me maldigo por eso.

°
El bosque es hermoso en realidad y nunca me había percatado de el lugar tan maravilloso que está detrás del palacio. Hace mucho frío y la neblina se esparce por el suelo pareciendo un cuento de hadas, Aurora camina justo detrás de mío y mira las flores, respira profundo y sonríe. Hay algo en la boca de mi estómago que no puedo definir al verla aquí.

—Es un lugar maravilloso.— Digo, observando las colinas nevadas y la cascada que cae a lo lejos.

—Si su alteza.— Su voz sigue siendo reverente. Me hace sentir altivo y de alguna manera adorado.

°
Esa misma tarde mientras dejé a Aurora en sus aposentos —ultimamente se vuelve una costumbre verla hasta que su puerta de cierra — Daniel daba vuelta al pasillo y me congelé.

No dice nada durante una semana hasta que me busca en la biblioteca del palacio donde tengo mis narices metidas en libros de geografía para hablar con Aurora.

—Vaya.— Su voz está llena de burla y cierro el libro tapándolo con mis antebrazos.

—¿Que quieres Daniel?— Me reclinó en el asiento con clara molestia.

—No sabía que serías tan sucio, hermanito.— Toma asiento frente a mi, cerrando sus dedos frente a él.

—No tengo idea de que estás hablando.— Contesto molesto.

—Por supuesto que no ¿Cómo podrías? ¡Si tú nunca haces nada malo, Armando!— Se burla y al pronunciar mi nombre azota sus manos sobre la mesa.

—Solo dime, que quieres.— Me inclino sobre la mesa y lo miró directo a los ojos.

—Por supuesto, nada.— Se ríe.— ¿Que podría querer yo, de alguien como tú?— Me hierve la sangre y aprieto mis dedos.

Daniel siempre fué mejor que yo, no es ningún mito y todos lo saben. No solo nació antes que yo, si no que consiguió esposa más rápido, siempre aprendió mejor sobre los protocolos, mientras que yo solo quería jugar. Sin embargo cuando Daniel comenzó a tener a la institutriz, a los plebeyos a sus pies, mi envidia creció y creció, ahora quería todo lo que él quería y por eso hacía cosas impulsivas e imprudentes, que solo me traían más problemas...

—Sé lo que haces.— Mi boca se seca ante su admisión y me reclinó hacía atrás.— No importa que tantas bajezas realices para obtener la corona Armando... por qué podrás obtenerla, sé que eres ambicioso, pero jamás tendrás la verdadera riqueza.— Aprieto los labios pero no digo nada.

Daniel se levanta y camina hacía a mí deteniéndose a un lado, coloca su mano en mi hombro y agrega. —No eres amado, no hay amor en ti, ni al rededor de ti- todo lo que tocas lo destruyes.— Y se va.

¿Quién necesita amor?

°
Cuando cayó la noche entré a mis aposentos y me recosté sin deshaceme de mi atuendo totalmente.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora