138 Sudor y sangre.

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No sabía que hacer y mi ritmo cardíaco se estaba disparando, tomé mi pecho con una mano y me forcé a encontrar la calma... me coloqué de rodillas sobre la nieve y apoyé mi frente en un roble viejo, enterré mis dedos en la nieve y el frío de la temporada me hizo relajarme un poco.

No sé cuánto tardarían en darse cuenta de la desaparición y muerte de Richie, no sabía nada de él, solo que lo había asesinado. Pensé en que podría ser lo más seguro para decir o inventar, pero mis nervios estaban traicionando mis pensamientos y todo lo que podía imaginar era a mi siendo linchado, quemado en alguna hoguera o comiéndome al pueblo... de nuevo.

—No, no, no.— Cerré los ojos, despejando mis recuerdos.

Me levanté y seguí caminando descalzo por el bosque, me moví rápido por la colina para poder ver el pueblo... debía ¿Acudir a la policía? ¿Al- hospital?

Me detuve cerca de las calles del pueblo, una vez entrando todos me verían, todos serían testigos de mi estado, así que decidí en hacerme una víctima más. Debido a que me había alimentado, me sentía más en sintonización con mi yo animal y me concentré en mis garras y que las necesitaba ahora.

Así que las hice salir con dolor de las puntas de mis dedos y rasguñe mi costado derecho con fuerza, la sangre salpicó la blanca nieve y me doble del dolor, pero me obligué a entrar al pueblo. Me tomé el costado esforzándome por no sanar de manera instantánea.

—¡Ayuda!— Grité y varios pueblerinos corrieron al verme.

—¿Que fué lo que sucedió?— El viejo Tom se acercó a mí con la preocupación grabada en su rostro y me ayudó junto con su nieto Dan, a moverme hacía su camioneta.

—¿Estas bien? ¡Dios mío, es mucha sangre!— Dijo su nieto ayudándome a subir.

La gente miraba horrorizada mientras dejaba rastro de sangre por todos lados.

—U-n oso.— Fué lo primero que se me vino a la mente.

Cuando llegamos urgencias me hicieron dormir para poder operar mi terrible herida y los recuerdos llegaron.

Jorge había perdido el control de si mismo y se transformó por segunda vez aquel día, la luna roja era poderosa y él no lo sabía.

Corrió por el pueblo con grandes zancadas dejando rastros de pueblerinos carcomido o asesinados sin razón por todos lados hasta que llegó a su hogar, una casa pequeña ubicada en la colina más alta.

Ahí, su cuerpo volvió a ser de hombre y sollozó por todo lo que había hecho.

—¡Sin importar cuánto digas que me amas! ¡No es suficiente!—

Abrí los ojos y el lugar era demasiado blanco para mis córneas, desvíe la mirada. El pitido del monitor decía que mi ritmo cardíaco estaba algo alterado y supuse que eran las pesadillas que me han atormentado y que he tratado, siempre de recordar pero es inútil.

—¿Estas bien, Jorge?— Tom se levanta rápidamente del sofá de espera y me mira.

No he estado bien en muchos años pero es algo que deseo no decir.

—Mejor.— Mi voz sale un poco ronca y ya no hay dolor en el abdomen, parece ser que en mi sueño me he curado... maldita sea.

—Creí que te habíamos perdido Jorge, me asusté mucho.— Le dediqué una sonrisa tranquilizadora a Tom, eran un gran hombre y me atrevo a decir que es mi amigo.

—Gracias por ayudarme Tom.— El asintió.

—Sabes, encontraron tu camioneta... lamentablemente es perdida total.— Explicó tranquilamente. Bueno no pretendia que esa hojalata resistiera.—Y- encontraron a Richie.— Su mirada bajo y sinceramente me dolió en lo más profundo.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora