Habían pasado unas semanas desde comenzamos a ser marido y mujer, estaba sumamente feliz, la última vez que lo fuí, antes de mis padres murieron, si que había pasado tiempo... 20 años para ser exactos.
Aurora era sumamente tierna conmigo, me despertaba con un beso en mi mejilla, me abrazaba siempre que regresaba de alguna visita a los viñedos, la había llevado al pueblo y ella me tomó de la mano, ella me abrazaba, no es que no quisiera o no tuviera la iniciativa, pero después de que me confesó que me amaba y me besó, aún con eso sentía que debía seguir dándole si espacio y con eso... puedo decir que nuestro matrimonio no ha sido consumado aún, no quiero presionar, no quiero hacer algo que ella no quiera pero tampoco tengo el valor de preguntarle.
Quién diría que mi esposa me haría sudar de nervios más que el cañón de un rifle frente a mis ojos.
Las cosas con mi esposo, el capitán Mendoza iban de maravilla, aún seguía algo frío y tensó ante mis abrazos y besos, pero poco a poco comencé a conocer el porqué de todo, no estaba acostumbrado al afecto y mucho menos este tipo de demostraciones. Hemos dormido juntos, pero no hemos hecho el amor, no me perturba, sin embargo quiero estar con él, trato de acercarme poco a poco, pero hombre es y ciego también.
El día de hoy le pediré algo, es domingo y no hay mucho movimiento en general en esta finca, estaba recargada en su pecho observando, su lunar cerca de la boca, su rostro sereno, no había preocupación, confusión o nervios, me gustaba verlo así. Poco a poco fue abriendo sus ojos, estaba algo confundido, decía que a veces olvidaba que ya estaba en casa y no despertando en el suelo dentro de una tienda, pero siempre que veía mi rostro una sonrisa se dibujaba, una muy linda.
—Buenos días dormilón.— Sonreí y besé su nariz.
—Buenos días.— Acarició mi mejilla y me besó tiernamente.— Es domingo, ¿Que haces despierta tan temprano?— Me retiré de encima y me senté, él se acomodó sentándose contra la cabecera de la cama.
— Quería, quiero pedirte algo en realidad.— Suspiré al ver que esperaba que continuará.— ¿Podemos ir a ver a mi familia? — Sonreí.
—Por supuesto, no hay porque pedirlo.— Se levantó y sacudió su cabello.
El Jorge Mendoza de la mañana es mi favorita, su rostro sin preocupaciones, cabello despeinado, torso descubierto y sonríe más, lo amo.
—Perfecto ¿Q-quieres que nos duchemos... juntos? —Aclaré mi garganta.
—Eso sería maravillosa amor.— Sonrió y entro al lugar.
No había visto a Aurora desnuda, hasta hoy en la ducha, se desnudó frente a mis ojos sin molestia o pudor, besé su frente y la invité a entrar a la bañera conmigo. No la miré con lujuria o deseo, la miré con amor, como la obra de arte viviente que es... aún no puedo creer que está hermosa mujer sea mi compañera de vida, mi esposa y que me ame. Aurora me ama y eso es increíble.
Estaba frente a mí, su cabello estaba húmedo al igual que su piel, las gotas permanecían suspendidas en sus hombros y el pecho, hermosa.
Tomó la charola con crema para afeitar y la colocó sobre mi rostro, no podía apartar los ojos de ella.
—Alguna vez hice esto con mi padre.— Tomó la navaja con una mano y con la otra mi quijada.— Tenía solo ocho años, creí hacer un buen trabajo hasta que después de un rato lo ví arreglando mi desastre.— Sonrió y tenía si mirada fija y profundamente concentrada.
—Lo haces bien.— Conteste.
—¿No te aterra que te corte?— Paso la navaja por el lado izquierdo.
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One Shot's los que guste y mande.
FanfictionSon historias cortas, variadas de cualquier categoría. Ninguna tiene continuación u orden en específico. A darnos vuelo.