81 Viento en popa.

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Yo era prisionera, no podía creelo mientras estaba parada ahí enmedio de todos estos malhechores, lo acababa de decir pero simplemente no podía creerlo.

— Llévala a mi habitación.— Dijo ese tal Jorge al otro hombre que había golpeado en la cara, mis ojos se abrieron ante la mención y lo miré con preocupación.

—¡No, por favor!— Grité forcejeando con el hombre.

—¿No quieres descansar? ¿Quieres quedarte ahí parada como un poste? Estorbarás niña.— Continúo Jorge con una risa burlona, creo que había malinterpretado todo, entonces me sonroje en vergüenza.—¡Oh! ¿Acaso creíste que te necesitaba para mi placer?— Todos los tripulantes comenzaron a reír como unos malditos locos y no pude evitar el tono rojo en mi rostro.

Me di vuelta siguiendo al hombre al que le había dado la orden, que también reía, incluso secaba sus lágrimas.

—No te rías.— Le dije al hombre y el sonrió.

—Lo siento señorita, estos serán sus aposentos ahora.— Extendió su brazo y cedió el pasó.

—¿Cuál es tu nombre?— Dije antes de que se fuera.— Me gustaría saber los nombres de mis captores.— Dije a la ligera.

—Bueno señorita, todos me llaman Calderón.— Sonrió y se fué.

El lugar no era para nada a lo que estaba acostumbrada pero, no me sorprendió. Había una pequeña cama en el fondo de la había, el techo estaba inclinado, había una amaca a la derecha de la entrada y pertenecías por ahí. Me senté en la cama y desate mi cabello con cuidado, el descanso del cuero cabelludo fué agradable.

¿Que haría ahora? ¿Cómo saldría de aquí? ¿Sería posible escapar? ¿Algún rescate tal vez...? Pero por ahora descansaría, acomodé mi cuerpo sobre la cama y mi cabeza en la almohada, creí que el movimiento de las olas no me permitirá dormír, sin embargo caí en un profuso sueño.

A la mañana siguiente me desconcertó un poco el movimiento del mar, di un saltó y entonces recordé— Oh sí, soy prisionera en el Rebecca.— Miré al rededor y ví un bulto que roncaba sobre la amaca, así que me levanté lentamente y comencé a caminar hacía él.

Su brazo tenía derecho caía sobre sus ojos, de modo que no podía ver de quién se trataba, aunque a juzgar por de quién eran las habitaciones... bueno lo más seguro es que fuera el capitán.
Lo miré detenidamente, había un tatuaje sobre su antebrazo pero, no podía identificar exactamente que era, me incliné un poco más hacía adelante para poder observar mejor, pero la medera rechinó, Jorge despertó abruptamente golpeando mi cabeza con la suya.

—¡Ay!— Gritamos los dos, nos miramos y ambos teníamos las manos sobre la frente.

—¿Que no sabes de modales, niña?—Se quejó, frotando su cabeza.— Creí que las princesas conoces la privacidad.— Bajó de amaca en un brincó y se acercó a mí.

—Tú eres el maleducado.— Dije con determinación.—¿No sabes que a las personas como yo, no se capturan?— Coloqué mis manos en la cintura y él rió y negó con la cabeza.

—Princesas.— Puso los ojos en blanco y comenzó a salir de la habitación.

—¿Por qué te vas cuándo te estoy hablando?— Comencé a ir detrás de él, pero deliberadamente me ignoró.

Me sujetaba del pasillo mientras el estúpido barco se movía, amenazando con perder el equilibrio, él en cambio iba como... un pirata en el mar ¿O era pez? Cómo sea, seguí mi camino detrás de él.

—¡Eleven anclas!— Gritó haciéndome saltar.

Quedé hipnotizada por los movimientos de cada uno de los tripulantes. Algunos tiraban de grandes cuerdas moviendo las velas, otros corrían de aquí a allá con barriles, todos tenían un aspecto rudo y poco agradable a la vista.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora