124 The bathroom.

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Abrí los brazos y estiré mis músculos para relajarme, llevan sentado sobre las baldosas frias aproximadamente diez minutos.

Repasé en mi mente una y otra vez los pasos a seguir para que la ejecución de mi plan se llevará a cabo, debía ser rápido y consiso o eso creía hasta ahora. Recargue mi cabeza contra la pared húmeda y respiré profundamente por la nariz dejando salir el aire por la boca, ya sentía que la taquicardia aumentaba y no necesitaba agotarme en este momento.

Tomé el arma que estaba a un lado de mi muslo y la cargué, había hecho esto múltiples veces y siempre eran los mismos pasos, casi podía hacerlo con los ojos cerrados, los chasquidos de el metal eran amortiguados por el sonido del agua corriendo. Coloqué una única bala y tiré de la corredera.

¿Alguna vez haz olido el aroma a pólvora después de apretar el gatillo? Es absolutamente embriagador y eso no me hace sentir moralmente bien. Cuando un arma se dispara la vibración recorre tus dedos, la palma y el hormigueo sube por tu muñeca hasta el corazón dónde se para por unos milisegundos, es bastante aterrador la primera vez, pero como todo, llega la costumbre.

El cañón ahora está enegrecido por el uso, suspiro una vez más y subo el cañón hasta mi sien dónde presionó con fuerza. Puedo asegurar que hay una marca ya.

Costumbre, después de los primeros cinco o seis disparos del arma, después de arrebatar cinco o seis vidas el corazón se endurece, la mente se entorpece y el dolor parece está anestesiado, eso es lo que parece, porque después de una jornada habitual entro a casa y en la soledad de mi baño lloró por horas cuando el agua esconde el ruido de mis sollozos porque en realidad el dolor siempre ha estado ahí, esperando a salir en el momento menos indicado.

Las lágrimas caen por mi rostro al recordar los primeros trabajos a los que fuí sometido y humillado en el proceso, la presión en la sien está cerca de ser dolorosa.

Había pensado que la costumbre ayudaría en este momento y apretaría el gatillo sin pausa como lo había hecho antes, pero es casi cómico que simplemente no puedo y mi mano tiembla a un lado de mi rostro.

¿Por qué es tan difícil ahora? Es solo una vida más, siempre lo he dicho... es solo un tiro más. He sabido de algunos compañeros que han recurrido al mismo plan y ahora me preguntó que tan difícil fué para ellos.

Me levanto de las baldosas y camino de un lado a otro por el baño aún con el arma en mi sien, me miró al espejo y no puedo reconocerme, los ojos rojos, las lágrimas en las mejillas pálidas y el arma en mi sien...

La respiración se me atasca en los pulmones cuando me doy cuenta de que soy un cobarde pero ¿Que clase de cobarde soy? Uno que ve el camino fácil y decide que una bala atraviese su cerebro es la manera más fácil de escapar o soy aquel que ni siquiera tiene los suficientes cojones de apretar el gatillo. Tal vez ambos.

Mis dedos se mueven hacía el lavabo y lo presionó levemente, este día era perfecto porque estaría solo, Maggie y la niña no estarán y se evitarán el sonido crudo de la bala. No sé, algo no está bien.

Vuelvo y me siento en sobre el escusado y siento el cansancio en mi mano por la posición y presión en la sien, han pasado solo veinte minutos y sigo pensándolo.

Mi rodilla brincotea por los nervios. No puedo hacerlo, soy esa clase de cobarde. Si puedo hacerlo, es la única salida. Que hay de Maggie, que hay de Sola, que hay de ellas. Que hay de su propio dolor, que hay de su futuro. No lo sé, estoy asustado.

Me vuelvo a levantar y me miró al espejo, aprieto mi entrecejo.

—¡Vamos! ¡Puedo hacerlo!— Arrugo la cara en el espejo como si tratará de intimdarme a mis mismo y mueve el cañón aún más profundo en mi sien.

Es solo un apretón y todo acabará, solo un ligero movimiento del dedo índice contra el gatillo y ¡Listo!

—¡Vamos!— Aprieto los dientes.

Así de fácil, mi dedo toca el metal familia y curveado que he presionado tantas veces sin pestañear, la presión que aplicó es ligera, pero estoy decidido y continuó apretando más...

—¿Papi?— Mis ojos se abren de golpe y retiró totalmente el dedo del gatillo pero no del arma contra mi sien.

—¿S-i?— Ella a arruinado mi plan, ha arruinado mi suicidio.

—¿Quieres venir con nosotras? Quiero que veas los patos conmigo.— Sus voz suena esperanzada a que la respuesta sea positiva.

Miró mi reflejo ¿Que estoy haciendo?

Retiró el alma levemente y veo la marca del cañón, tal vez otro día.

—Salgo en un momento.— Oigo sus pasos rápidos sobre el suelo que se alejan y suspiró.

¿Lo arruinó o me salvó? La pregunta se queda en el aire mientras cierro la llave dela regadera y recojo la toalla del suelo a Maggie no le gusta el desastre. Maggie.

—Maggie, ¿Puedes venir un segundo?— Digo contra la puerta.

Ella afirma y después de unos segundos entra con cuidado y me mira, su mano vuela a la boca cuando me ve.

—Necesito ayuda.— Mi voz se quiebra cuando sus brazos se presionan al rededor de mi cuello.

¿Lo he arruinado? ¿O me he salvado?













Hello There.

Quería hacer una historia que solo transcurre en una sola habitación, pero no lo sé, mejorare.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora