86 Fallen.

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La última vez que lo había observado, estaba abordando su nave, la última vez que observó su hermosos ojos chocolate, también vió su sonrisa y despedirse de mi por medio del vínculo.

—Que la Fuerza este contigo, mi dulce Ana.— Sonreí.

Entonces desperté, el sudor corría por mi frente, mi pecho subía y bajaba salvajemente. Me percaté en dónde estaba, mi habitación en el templo y bufé, tomé mi capa y corrí al fresco, lavé mi cara y me miré al espejo.

Habían pasado varios años desde que Jorge había muerto, el informe decía que él había desaparecido en Mortis, durante meses me había rehusado a aceptar su muerte, no había cuerpo, no hubo un funeral... durante meses me dediqué a buscarlo como ningún otro, sin importar las voces de juicio de los demás miembros de orden.

El apego estaba prohibido, el amor estaba prohibido, la pasión, la emoción, el dolor, la tristeza, la ira...

El maestro Yoda fué el primero en darme su hombro, por así decirlo, calmó mi mente y mi corazón atribulado.

—Dejarlo ir debes, caballero Orozco.— Cojeaba alrededor mío.—Apto el dolor no es para un jedi.— Asentí con vehemencia.

—Lo sé maestro, es solo que- Me interrumpió con un golpe de su bastón al suelo.

—Ya lo sé.— Sonrió.— Tú apego con el joven Abello, previsto lo tenía.— Mis ojos se abrieron con sorpresa y vergüenza. Cómo si supiera lo que diría.— Disculparte no debes, los caminos de la Fuerza debemos entender.— Y con eso me dejó ir.

El dolor de perder a un miembro de la orden era palpable aquel día, mi dolor dejé ir en la Fuerza, todas las noches durante varios meses, asistí con los curanderos mentales durante un tiempo por el vacío monumental que sentía después de la perdida del vínculo.

Ahora, todo estaba bien, todo estaba desarrollandose como la Fuerza lo requería o eso creía.

Había sido convocada al consejo Jedi.

Me incliné ante los doce con respecto y una pequeña sonrisa.

—Maestros ¿Por qué estoy aquí?— Me coloqué enmedio de ellos como era habitual, con las manos dentro de las mangas de mi túnica.

—Una misión para ti tenemos, caballero.— Mencionó Yoda, asentí esperado a que continuará.—Kashyyk será tu destino, avistamientos extraños han mencionado los wookiees.— Comentó.

—Chewbacca, será tu guía caballero.— Secundó el maestro Windu.— Esperamos tu informe cada dos días en hora local a Corusant.— Cruzó sus manos debajo de su barbilla.

—¿A qué hora salgo, maestros?— Pregunté.

—Mañana a mitad del día. Que la Fuerza este contigo Orozco.— Dijo el maestro Plo.

—Que la Fuerza este con ustedes, maestros.— Con un movimiento de la cabeza y un despido salí de ahí.

El viaje a Kashyyk no había sido demasiado largo unas cuantas horas en el espacio, era un planeta hermoso, había arena blanca a dónde miraras y grandes mares a los lados, además de una selva espesa.

Chewbacca, me recibió con un caluroso y peludo abrazo, además de su característico chillido.— Si, si Chuy, me alegra verte también.—Caminamos por la arena caliente hasta adentrarnos en la selva Wookiee.

Me habían informado que habían encontrado a Wookiees muertos al sur de la playa principal de Kashyyk, lo cuál era bastante extraño ya que su raza era bastante pacífica, siempre y cuando no se les hiciera enojar y aún más difícil de creer por qué ¿Quién podría con semejante espécimen? Si no se era cuidadoso, un Wookiee podría arrancarte los brazos.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora