10 Inverso.

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Armando Mendoza, el tigre de Bogotá se encontraba en el baño de caballeros mirándose al espejo, respiraba y exhalaba el aire por nariz y boca, escuchó la voz del presentador, el desfile había terminado.

—Es ahora o nunca.— Se dijo a su reflejo.

Sabía que si Ana se iba está noche, pasaría bastante tiempo para poder a verla, sería imposible por decir poco.

Salió de del baño suspirando y armandose de valor, si el tigre de Bogotá dudaba de las supuestas “habilidades” que decía Calderón.

Al salir ahí estaba, sonriendo a todo mundo, todos se acercaban a ella, la fotografiaban, hacían preguntas, toda una estrella.

En un momento se quedó sola enmedio del lugar, se acercó poco a poco a ellas, peor se vió interceptado.

—¿A dónde tan apurado, tigre? — Lo golpeó en los hombros y Armando se tensó, no quería contarle sus intenciones pues comenzaría con sus cometarios tan lascivos.

—Tengo que hablar con... Marcela.— Fue lo primero que se le vino a la mente.

—¿Hermano, no ya había cambiado de página? Vamos por unos tragos y de ahí salimos con unas mamacitas ¿Que le parece? Yo invito.— ¿Cómo quitárselo de encima?

—No es por eso que voy a hablar con ella, ¡No sea tonto Calderón! solo quiero saludarla y preguntar algo referente a la empresa.— Calderón hizo una mueca.

—Bueno, ¡Ya, ya, ya! ¡Amargado! Me iré yo sólo... y usted vaya con su ex matrimonio.— Armando puso los ojos en blanco pero se alegro que se fuera, miró hacía dónde estaba Ana pero ella ya no estaba, estaba apunto de hacer una rabieta más, cuando vió a Catalina cerca de la puerta, debía preguntar.

Caminó lo más rápido posible, si no hubiese sido por el impertinente de Calderón, estaría tratando de entablar una conversación con la hermosa Ana, pero no, ahora debía correr el riesgo que Catalina se pudiera dar cuenta, pero a quien engañaba, Catalina lo supo desde antes que comenzará el desfile.

—Hola Cata, buenas noches.— Armando se acercó por detrás y Catalina sonrió.

—Armando ¿Ya te vas? — Preguntó amable.

—Si, yo ya voy de salida y quería despedirme. Nuevamente, muchas gracias por todo...— Sonrió desesperado.— Cata, ¿Sabes dónde está Ana María? — Carraspeó.

—Si, ella acaba de salir hacia allá.— Señaló la zona del estacionamiento, y lo miró de reojo, Cata lo sabía.

—Gracias Cata.— Besó su mejilla y se fue para el estacionamiento.

Había un mar de automóviles a dónde mirará, si esto no sería nada fácil, casi corrió por el estacionamiento buscando el hermoso rostro o escultural cuerpo, cuando la vió agachada buscando algo, Ana colocaba su pelo detrás de la oreja, Armando se detuvo en seco y trato de aparentar que solo caminaba, no corría en su búsqueda.

—¿Ana? — Dijo, acercándose a ella, Ana se levantó y sonrió apenada de lo que estaba haciendo.— ¿Estás bien? —

—Armando, si estoy bien, es solo que mis llaves se cayeron debajo de mi auto... y no las alcanzo... ¿Podrías- — No había que pedirlo dos veces.

—Por supuesto.— Armando se colocó de rodillas y comenzó a mirar dónde estaban esas llaves, pero era bastante obscuro.— Está bastante obscuro aquí abajo.— Su cara estaba literalmente metida debajo del auto.

—Espera, allá voy...— Ana colocó su abrigo en el suelo y se colocó de rodillas sobre él, alumbraba a Armando con una luz de su celular.

—Aqui, ya casi las tengo.— Armando se estiró, más y más, y un crujido sonó, tomó las llaves y se reincorporó en sus rodillas, Ana estaba justo frente a él en la misma posición, se miraron a los ojos, a los labios y de regreso.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora