123 La gran Roma.

116 20 25
                                    

Mendoza merodeaba el pueblo vecino, en especial la zona de esclavos en busca de su nueva esperanza. Caminó de un lado a otro obsevando a los chicos pelear.

Había dos que parecían tener potencial, eran altos tal vez, incluso más que él. Sus piernas eran fuertes y los golpes que daban eran de temer, tal vez ahí podría encontrar a su próximo prospecto.

Su atención se desvió cuando vió al dueño gritarle a otro chico, más delgado, bajo y posiblemente inservible para sobrevivir como guerrero.

El joven fué llamado a entrenar y este frunció el ceño en señal de protesta, de igual manera fue arrojado a la arena y todos lo chicos se burlaron de él. Cogió la espada de madera y se colocó en guardia, de manera incorrecta notó Mendoza, se abalanzó contra su oponente rápidamente, era pequeño y ágil, eso hizo que su atención no se perdiera. Carecía de la fuerza que tenían los otros chicos pero era más escurridizo.

—¿Cuánto quieres por este?— Le pregunto al viejo regordete que se tapaba del sol.

—¿Ese? ¡Creí que eras el 'gran Mendoza!— Se tocó la barriga muestras reía exageradamente.— ¡Ese niño solo sirve para ser un criado!— Mendoza lo tomó del cuello y lo levantó contra el árbol detrás.

—¡Te dije que quiero ese! ¿Quieres tu plata o no?— Gruñó molesto.

—¡Bien, bájame salvaje! Dame dos de plata.— Se sacudió la arena y lo miró a los ojos.

—¿Dos de plata por un criado?— Respondió molesto.— Olvidé que eres un maldito ladrón, Baltazar.— Saco su bolso de monedas de entre su ropa y le lanzó las monedas.

—Pero aún así lo quieres ¿No?— Rió Baltazar al tomar las monedas.

Mendoza se acercó al chico que ahora cargaba con agua en un jarrón.

—He pagado por ti. Me perteneces ahora.— El chico lo miró y asintió en respuesta.— Ve por tus pertenencias, partiremos al norte.— Ordenó.

—Amo, no tengo más pertenencias más que a mí mismo.— Respondió el joven dejando el jarrón en el suelo polvoriento.

No respondió, solo lo guió a su caballo. El camino fué largo, caluroso y silencioso, cuando llegaron lo ayudó a bajar y le mostró su nuevo hogar.

—Dormirás ahí.— Señaló un tapete en el suelo.

—Si amo.— Contestó el chico suavemente.— Puedo preguntar... ¿Por qué me escogiste?— Lo miró y Mendoza entrecerro los ojos.

—Eres rápido.— Se giró y comenzó a retirarse la capa exterior de sus hombros.

—¿Usted- pretende que pelee?— El chico titubeo.

—Así es.— Dijo sin mírarlo.

—P-pero ¡Yo no soy bueno!— Gritó y Mendoza se giró con el ceño fruncido.

—Me sirves ahora y harás lo que yo diga.— Pronunció con voz firme haciendo que el chico bajará la cabeza.— ¿Que edad tienes?—

—15 años, amo.— Contestó suavemente.

—Tenemos tiempo de enseñarte todo lo que sé y ponerte en forma. ¿Cuál es tu nombre?— Ambos se sentaron en el suelo estirando los músculos del cuello.

—Armane.— Dijo orgulloso.

—Armane, a mi me suena a un guerrero.— Extendió su mano.— Soy Rorteo Mendoza. — El chico extendió su mano y sonrió.— Y juntos llegaremos a la gran Roma.—

—A la gran Roma.— Los ojos de Armane brillaron con ilusión.








Hello There.

A qué no se esperaban que "Roberto Mendoza" fuera el de el inicio jaja, si ahora sí, por fin, cambié los nombres xD (no muy bien, cierto?)

Esto es ambicioso, pero trataré de sacarlo a flote jsjs.

Ustedes sabe que Gladiador es otra de mis películas favoritas y si no, pues aquí se ve jaja.

¡El gran coliseo, Roma, los César, arena, gladiadores, muerte, sangre! ¡Si! Jaja.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora