105 Drugs in my body.

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Con el paso de los días traté de acercarme a Mendoza, solo para fracasar rotundamente.

Cada vez que trataba de hablar con él subía el volúmen de su música o simplemente se iba dejándome con la palanca en la boca, solo quería saber cómo seguía, pero entonces llegó mi momento.

—Hoy harán equipos de dos personas para hacer el trabajo final. Escogerán algún tema de interés público y social para exponerlo en clase. Se debe conscientizar al respecto.— Perfecto, pensé con emoción.— El trabajo será entregado en cuatro semanas.— Dió las últimas indicaciones.

Busqué con la mirada a Mendoza. Era bastante vergonzoso no saber su nombre de pila, pero nunca decían su nombre completo, simplemente 'joven' 'ey, tú' y por supuesto, 'Mendoza'.
Finalmente lo encontré sentado observando la ventana, su cabello obscuro y rizado sobresalía por sobre el gorro obscuro de su sudadera, me acerqué a él lentamente, sabía que nadie lo escogería o si quiera le preguntarían si tenía pareja.

Toqué su hombro y él se giró lentamente; sus ojos parecían más obscuros de lo normal aún más con esas ojeras debajo e inyectados de sangre ¿Dormirá bien?

—Hola.— Sonreí.— Somos pareja en esta clase ¿Bien?— Decidí no preguntar y autoimponerme de todos modos.

—Ok.— Fué todo lo que dijo antes de voltearse de nuevo.

—¿Te gustaría estudiar en mi casa o en la tuya? — Ofrecí amablemente.

No se giró, encogió los hombros.— No lo sé, no me interesa.— Bien, esto iba a ser demasiado difícil.

—En mi casa está bien entonces, podemos empezar después de clases. Yo te llevaré.—Dije sin dejarle ningúna otra opción disponible.

Mendoza nunca puso atención a las clases en realidad, se perdía en el nulo paisaje a través de la ventana sucia del salón, me sorprendía como podía pasar horas observando las gotas sobre el cristal o el sol entrar hasta su butaca.

En la hora del descanso él se quedaba en el salón, bueno eso era antes de que lo obligarán a salir; ahora se sentaba debajo de un árbol con las manos dentro de las bolsas, no lo veía comer o beber algo y eso sin duda despertó mi preocupación, otra vez.

No entendía la estúpida obsesión de esa niña conmigo, parecía un cachorro detrás de mi con esos enormes ojos cafés siguiéndome a todos lados.

No puedo negar que incluso he sido grosero para que me deje en paz de una buena vez, pero parece no detenerla en absoluto, y por si fiera poco hoy iré a su casa para un trabajo que ni siquiera me importa.

La observé, observando me durante el descanso y simplemente me incomodaba. Ya planeaba alguna forma de deshacerme de ella, tal vez si le decía lo fastidiosa que era se iría de una buena vez, o por qué no actuar como un completo idiota en su casa para que sus padres no me dejen acercarme a ella. No necesito su compasión, ni caridad.

—¿Listo?— Me dijo cuando la campana del término del día sonó. No dije nada solo moví los hombros y ella me sonrió.

Demasiado amable o demasiado tonta, no lo sé, no la quería cerca. De camino a su casa hubo un silencio sepulcral que agradecí internamente, al parecer está niña tenía una gran familia y fortuna detrás de ella, no solo el chófer me lo decía si no el tipo de auto en el que nos montamos, me sentí enfermo en los asientos de lujosa piel.

Al entrar a su casa un aroma floral me golpeó, estaba limpio... Desvíe la mirada de las impecables y blancas paredes tratando de no despertar un recuerdo no deseado, pero me fué imposible.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora