107 Mentiras.

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Caminar por las calles de la gran manzana durante la noche es algo que me gusta hacer, aunque prefiero hacerlo con la compañía de mi mujer, normalmente nos gusta tomar el Subway hasta la calle 72 y encontrarnos en la cafetería de allí, ella siempre pedirá el pay de limón y yo el de doble chocolate, además un café con crema batida, se ha vuelto una especie de tradición.

Recibí un mensaje y sonreí a la pantalla, Camila saludaba. Actualmente no vive con nosotros y se mudo a unas ciudades más allá en el mapa, mi Betty había llorado varias veces al dejarla ir pero finalmente entendió que ella siempre sería su pequeña dónde quiera que estuviera.

Crucé la calle y seguí caminando para poder llegar al Subway que me llevaría a casa está noche.

El día de hoy llegaría más tarde de lo habitual, habían contratado a un compañero para que me ayudará en la biblioteca y fuí el encargado oficial de enseñarle las instalaciones y las tareas diarias que debemos hacer como oradores oficiales, es un hombre mucho más joven que yo que bien podría recordarme a mí en mis tiempos dorados, entusiasta y con mucha energía.

Di vuelta en la esquina y escuché una melodía en particular que me hizo sonreír. “Stand by me.”

Cuando conocí a Betty quedé enamorado al instante, ella era una maestra de primaria novata, recién llegada a la gran manzana y pasaba casi todas los días hasta tarde en la biblioteca estudiando temas sin parar.

No me atrevía a hablarle, no sabía de qué hablar, no es que fuera idiota o carecía de temas de conversación pero cada vez que ella se acercaba a fichar su nuevo libro de pedagogía, solo podía asentir y hacer sonidos de afirmación.

Cuando me había decidido a entablar una conversación, ella ya salía con alguien, no es que fuera demasiado metiche pero desde el escritorio que ocupaba se podía ver dónde se sentaba ella con aquella persona, los veía tomarse de la mano y algunas veces, besos.

Una vez, estaba recogiendo los libros de los carritos metálicos de la biblioteca y ella tarareaba, pareciera que mis piernas se moviera hacía ella de manera involuntaria y dije “Stand by me”.

La manera en como me gané su corazón es algo que nunca sabré a ciencia cierta... que fué lo que hice, pero en unos días es nuestro aniversario número 25.

Tomé el teléfono celular y decidí llamarla, con suerte ella ya estaría en casa y tal vez quisiera un pay de limón.

—Hola, hola amor.—

—Hola.

—Sabes estoy cerca de la 72 ¿Quisieras un pay?—

—Oh, no he llegado a casa aún, lo siento me retrasé con las chicas.—

—Bueno, no importa pediré algo para llevar. Te amo.—

—Te amo.—

Sonreí y colgué y seguí caminando decidí tomar una ruta distinta para poder tomar el Subway finalmente a casa, hasta que algo llamo la atención... mi corazón se detuvo, puedo apostarlo... ella estaba aquí- sentada sobre la banca del parque sur y no estaba sola.

Ella me había mentido.

Caminé rápidamente y me detuve abruptamente, no podía hacer una escena por mucho que quisiera gritar que era lo que ocurría, en vez de eso seguí caminando unas cuadras más y me detuve en un lugar que conocía bien.

—¡Heeey! ¿Pero que te trae por aquí?— Jonh es un viejo amigo de la escuela.

—Necesito un gran, gran trago.— Contesté dejándome caer sobre la barra.

—¿Que?— Me miró confundido.— Tú nunca tomas ¿Que ocurre hermano?— Se acercó y puso una mano sobre mi hombro.

—Creo- creo que Beatríz me engaña.— Mi voz se quebró en el último instante al dejarlo escapar.

No debería estar aquí a estas horas con un hombre... medianamente conocido y la llamada de mi esposo me había dejado un muy mal sabor de boca.

Estaba bastante nerviosa, le había mentido.

—Debo irme, mi esposo no tarda en llegar a casa.— Dije rápidamente.

—¿Y eso es un problema?— Contestó el joven frente a mí.

—Lo- lo es, si por supuesto que lo es.— Dije.— Él no sabe de esto. No me gusta engañarlo.—

—No lo hagas más.—Besó mi mejilla y se levantó con una sonrisa.

Cuando llegué a casa esperaba verlo sentado en el sofá con otro libro sobre historia en su regazo y una taza de café en la mesita mientras alguna canción lenta y relajante sonaba en el tocadiscos.

Pero, no fué así. No había música, no había libro, no había café y no había Armando esperándome.                      Mi corazón subió a la garganta y comencé a preocuparme por su paradero, la cabeza se me lleno de uno y mil escenarios posibles o imposibles, uno más trágico que el otro.

Pasaron unas cuantas horas y ni había señal de él, llamé a su celular y nada, dejé varios mensajes y entonces decidí hablarle a Jonh, tal vez estaba con él, no lo sé, pero cuando tecleé el número escuché la puerta así que salí de la habitación con una sonrisa deslumbrante para recibirlo.

Se giró y sus ojos estaban enrojecidos, tenía una mirada dura y mi sonrisa de desvaneció.

—¿Por qué?— Espetó de pronto.

—¿Por qué que?— Pregunté confundida.

—No juegues conmigo-— Cerró sus ojos y se recargó en la puerta.

—Armando, ¿De que estás hablando?— Negué con la cabeza, no había forma de que se hubiera enterado, había sido tan cuidadosa.

—Por favor, solo dímelo...— Me miró y pude ver su dolor.— No juegues conmigo...— Volvió a decir con la voz más baja.

—¡No es nada de lo que crees!— Contesté rápidamente.

—¿Lo amas?-

—¿Que? ¡No!— Interrumpí en voz alta.

—¿Entonces? ¡Es solo sexo!— Gritó alterado.— Mira, podemos arreglarlo, podemos superarlo juntos Beatríz... pero- no me dejes...— No pude más con esta farsa y caminé hasta la sala donde estaba mi bolso y saqué un folder paja.

—Es- solo- ... velo tú mismo.—Me miró confundido y tomó el sobre cuando lo abrió ví su sorpresa.— Se supone que sería sorpresa-— Dije con vergüenza.

—No, no comprendo.— Bajo el sobre y caminó hacía mí.

—Esto era tu regalo, lo mantuve en secreto para que fuera sorpresa ¡Pero todo salió mal! ¡Él es un fotógrafo y me aseguró que te gustaría esto!— Mis lágrimas escaparon de mis ojos.— ¡Creí que te gustaría verme así!— Seguí llorando y él tomó mis manos.

—Puedo ver esto y decirte que es una mujer atractiva la que veo, pero no eres tú.— Lo miré confundida.

—¿Que? ¿Quieres decir que no te gustan-— Limpió mis lágrimas y las suyas.— Mírame, estoy vieja Armando ¡Ya no soy atractiva!—

—Me gustas así, así te amo y no necesito esto para darme cuenta.— Suspiró.— Me gusta la arruga que se hace aquí cuando te enojas.— tocó mi frente.— Me gusta tu cuerpo después de todos estos años porque lo he visto envejecer a mi lado.— Movió sus manos por mis costados.— Me gusta este toque platinado de aquí porque significa que hemos crecido juntos...— Señaló las pequeñas canas en mi sien.— Betty, perdí- los estribos... pensé que te perdía- perdóname.— Susurró colocando su frente con la mía.

— Perdóname tú a mí, no debía mentirte. Te amo.— Coloqué los brazos al rededor de su cuello.—Te amo tanto.— Comencé a moverme y tararear.

—Stand by me.— Susurró.



Hello There.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora