106 Drugs in my body.

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La primera vez que estuve en una corte fué a la edad de 12 años, un niño.

Los niños de mi misma edad corrían por el parque, jugaban con sus amigos, iban al escuela, pero el monstruo que se creo en ese agujero que alguna vez llame hogar, no. Ese niño estaba atado de los tobillos y de las muñecas frente a muchos ojos que lo juzgaron fatalmente.

El día que cambió mi vida es algo que me ha perseguido durante estos últimos cinco años, pero hay algo más detrás que siempre me perseguirá.

Mis pensamientos se sacudieron cuando sentí la palma de Beatriz en mi espalda.

—Hola, ya falta muy poco para la presentación.— Se sentó a mi lado con un emparedado en las manos.— ¡Estoy muy emocionada por esto! — Podía notarlo, sus ojos se arrugaban en las comisuras y dejaba salir una escandalosa y muy terrible risa.

—Puedo notarlo.— Contesté mientras ella partía su lunch y me daba la mitad.—Gracias.— Beatríz comenzó a hablar de más y más.

La miré tratando de enfocar mi mente, pero siempre divagaba más de la cuenta. Me había acostumbrado a su presencia e incluso a sus toques ocasionales; movía mi largo cabello porque decía que tenía lindos ojos, deshacía la arruga en mi frente con su pequeño pulgar o sus dedos rozaban los míos muchas otras veces, jamás había experimentado algo así y era extrañamente encantador, tal vez podría acostumbrarme, aunque nunca es bueno, la ausencia siempre duele.

Ausencia. Me levanté rápidamente dejándola con la palabra en la boca y corrí a la parte trasera de la escuela.

Había un viejo árbol que me recordaba al que estaba afuera del agujero de mi niñez, me traía un recuerdo en particular y uno feliz.

Mi mamá me tenía entre sus brazos, su mejilla estaba sobre mi cabeza y arrullaba con una canción que no era para cuna, mientras me decía.

—Todo va a esta bien Armandito, saldremos juntos de aquí.— Su voz había salido en un sollozo y había sentido las lágrimas escurrir por mi cuero cabelludo.

Era un recuerdo feliz para mí, pero no para ella. Tenía un gran hematoma justo en la mejilla que al tocarlo se quejaba del dolor.

—¿Por qué no hablas conmigo?— Beatríz me extrajo de ese pensamiento y fruncí el ceño.

—¿Que quieres decir? ¿No estamos hablando ahora?— Contesté disgustado.

—¿Que ocurrió ahí? ¿Por qué no hablas conmigo?— Señaló mis mangas sabía perfectamente a qué se refería.—¿Quién te hizo tanto daño?— Su voz salió preocupada.

A veces consideraba hablar de mi pasado con ella, pero ¿Cómo me miraría si se lo contará? ¿Seguiría detrás de mí?

—Fuí yo.— Dije rotundamente.

No podía creerlo, simplemente no-

Deje escapar un sollozo dentro de mí habitación cuando pude asimilar todo lo que me contó Armando de su pasado, pero simplemente no podía concebir que él mismo se hiciera daño de esa manera.

Sus palabras caían en mi mente lenta y dolorosamente mientras las recordaba.

—Fuí yo.— Mi corazón se paralizó ante su mención.

—¿Que? ¿Cómo puedes-- Tratamudee.

—¿Quemarme? ¿Lastimarme? ¡Por qué lo merezco! ¡Merezco cada unidad de dolor que pueda soportar! ¡Me preparo para el infierno Beatriz!— En algún punto el color de su piel se elevó al rojo, su pecho subía apresuradamente y temí que colapsaría, pero en vez de eso se detuvo de gritar y sus lágrimas cayeron.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora