132 Deshonra.

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He conocido al amor de mi vida, pero es un amor prohibido.

En mi familia los hombres predominan y mandan. Mis hermanos, Mario y Ricardo, nos cuidan a mamá y a mi, siempre y demasido. Están detrás de nosotras con el cigarrillo sobre los labios y las boinas en sus cabezas, sus miradas y pasos asustan a cualquiera en la ciudad, son demasiado respetados, todos temen de ellos y los veneran con cigarrillos y bebida gratis.

Pero llegó un hombre del que no me debía enamorar y ese es mi amor prohibido, mi vida, Julián.

—Debemos hablar con mis hermanos.— Dije contra sus labios.

Nos veíamos debajo de un puente, ya que ellos tenían oídos y ojos en todos lados y lo nuestro aún era un secreto, entre la familia. Solo mi mejor amigo era conocedor de esto.

—Lo haremos princesa, solo necesito arreglar unas cosas... y no quiero meterte en problemas tan pronto.— Sonreí por este maravilloso hombre y lo besé nuevamente.

Julián había crecido en el barrio gitano y esa era la gran explicación del porque mis hermanos no lo toleraban, a menudo decían 'no puedes juntarte con basura como esa' y durante bastante tiempo les creí, hasta que conocí a Julián en el mercado.

—¡Ana!— Mamá gritó mi nombre y decidí bajar rápidamente las escaleras.

Mis hermanos estaban ahí ajustándose los sacos y palmeando el hombro de Jorge, mi mejor amigo.

—¿A dónde irán?— Preguntó Ricardo soltando el humo en su rostro.

—A el cinema, señor.— Jorge apretó la boina entre sus manos con nerviosismo y mis hermanos rieron.

—¡Tranquilo Jorge! No muerdo.— Se burló Ricardo.

Debía aguantar esto todo el tiempo cuando salía con Jorge, pero era el único digno de su confianza para poder salir sin alguna de sus escoltas así que bajaba la cabeza y no decía nada.

—Los quiero aquí temprano.— Musitó Mario.

—Por supuesto señor.— Respondió Jorge.

Finalmente nos dejaron ir y tomé a Jorge del brazo en dirección al cinema.

—No sé porqué te dije que si a esto, Ana. Tus hermanos me van a matar si se enteran.— Dijo Jorge cuando nos alejamos de casa.

Sabía que no era ningún chiste, Mario y Ricardo cargaban con navajas y armas cortas entre sus sacos.

—Prometo que será la última vez, lo juro Jorge.— Apreté su brazo y él sonrió nervioso.— No te meteré en problemas con ellos.— Aseguré.

—Esta bien - siempre y cuando sea la última vez.— Suspiró y asentí.

Al entrar al cinema, tomamos la salida trasera con ayuda de un encargado, que ayudaba, todos ayudaban a los Orozco así que no fué difícil. Jorge esperó durante las dos horas sentados con su propio cigarrillo sentado en la acera del lugar donde me vería con Julián.

—¿El bastardo está afuera?— Julián preguntó mientras desabotonaba mi vestido.

—No tienes porque tratarlo así, nos está ayudando Julián y no tiene porqué.— Le informé molesta.

—Lo sé, lo sé.— Besó mi cuello.— Aún sostengo que lo hace porque quiere algo a cambio. Tú por ejemplo... ¿Le has dejado claro que eres mía?— Tomó mi mandíbula y me miró a los ojos.

Muchas veces veía esa misma mirada en mis hermanos y me sentía insegura, pero la mayor parte del tiempo su mirada era de amor.

—Si, lo sabe.— Susurré.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora