¡50! En el cielo, como en el infierno.

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Los ángeles y los caídos ahora coexistian en la tierra de los mortales, no es que a ambas partes les agradará pero simplemente sucedió. Cuando la gente dejo de creer en ellos, cuando dejaron de pensar en el cielo y en las consecuencias del infierno; estos aparecieron de un momento a otro, los caídos atormentanban a la gente de poca moral, de maldad en el corazón, haciéndolos trasgredir toda ley impuesta, los ángeles guiaba a los de buen corazón y mente sana, nunca perfectos.

La orden de los caídos y la orden de los ángeles. Constantemente estaban en disputa por sus creencias, tradiciones y acciones.

Los caídos, demostraban que nada les importaba, no les importaba corromper a la gente, crear caos, la muerte, destrucción y miseria, entre otras cosas, eran repudiados por la mayoría y venerados por algunos pocos.

Los ángeles, eran rectos, respetuosos y muchas veces un aire de petulancia y arrogancia los rodeaba, querían paz, amor y tranquilidad sobre todo, odiaban a los caídos por ser un obstáculo en guíar a un mundo a la semi perfección.

—Padre.— El jóven angel, se acercó al trono de la orden, había sido llamado por el gran jefe, nada más y nada menos que su progenitor.

—Puedes descansar.— El joven optó por levantarse del suelo y colocarse en posición de firmes.— Debes ir al otro lado del mundo, hay gente de buen corazon dentro de una ciudad caótica.— El joven asintió.— Sácalos de ahí.—

—Eso haré padre.— Se Inclinó una vez más antes de retirarse.

—Jorge...—El joven lo miró con admiración.— Cuídate.— Sonrió y las grandes puertas se cerraron.

Jorge salió erguido con orgullo de ser enviado a una tarea importante, ser hijo del gran jefe a menudo tenía las consecuencias de tener un trato especial o eso creían los demás jóvenes alados, sin embargo nunca fué así, se le exigía el doble que a cualquier otro ser y se le castigaba de la misma manera si fallaba, Jorge era un angel joven, su cabello negro ligeramente largo, sus alas eran de un color ligeramente beige con pequeñas plumas doradas, postaba un traje de cuero obscuro, arco y flechas, su especialidad.

Volar hasta el otro lado era pan comido para los ángeles con,huesos fuertes y alas que llegaban a los casi dos metros de envergadura, se detenía ocasionalmente para descar un poco las alas y beber agua.

Jorge se sentía poderoso, se sentía pleno y capaz de enfrentar su tarea, desde que los ángeles son muy pequeños son entrenados a punta de espada, se les educa que deben seguir el bien y vivir una vida lejos de las trasgesiones, y por supuesto que los caídos son las cucarachas del mundo, son un despojo, un defecto, alguna vez fueron ángeles de grandes alas, de colores vivos y limpios, pero después de caer por el placer mundano, perdían color, perdían las plumas y se volvían más débiles, es por eso que un ángel era equivalente a veinte caídos, este tipo de hechos hacían que los ángeles fueran cada vez más arrogantes.

Al llegar al lugar, había fuego, gritos de dolor, humo negro y caídos por doquier. Fué la primera vez que Jorge los vió. Sus alas eran huesos poco resistentes recubiertas con una piel delgada, igualando a las de los murciélagos, sus ojos amarillos, dientes ligeramente afiliados y sus ropas eran unos telas negras rasgadas. Volaban bastante rápido de un lado a otro, atormentanban a los jóvenes de buen corazón.

Los caídos optaban por un ser humano de mente débil, resentido con la vida, y volaban por horas detrás de ellos, susurrando cosas, para que cedieran ante sus más oscuros deseos.

La misión de Jorge era sencillo, debía ir por los jóvenes de corazón y mente buena. Voló por ahí y por allá, los caídos no se metían con él, era un angel de gran tamaño, además las plumas doradas significaban que veían de un linaje real y poderoso, no quisieran molestarlo.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora