Mi voz se atoró en mi garganta y mis rodillas no dejaban de temblar cuando lo oí decirlo. ¿Que? ¡No podía ser cierto!
—No- no- lo comprendo su alteza...—Bajé mi vista hacía la tela de mi vestido y apreté mis puños cuando las lágrimas cayeron a mi regazo.
—Oh, si lo entiendes pequeña.— Dijo la princesa Marcela con una voz que me hizo estremecer.
—Yo- no- puedo hacerlo.— Dije aún sin mirarlos.
—Juraste lealtad a la corona.— La voz del principe salió con un susurro duro.
—Pero-
—No querrás perder está plata Aurora, tu familia la necesita ¿No es así?— Alce la vista llorosa hacía la princesa.
Mi familia. Ellos lo eran todo para mí, y no, no podía perder esto. ¿Que sería de ellos sin esta plata? ¿Que pasaría con la granja? ¿Que pasaría con el pan de cada día? ¿Que haríamos? ¿Mi hermano se quedaría en su ayuda? ¿Que pasaría si me negará? ¿Viviría? ¿Moriría? Cientos de preguntas aparecieron en mi cabeza una y otra vez.
—Yo- lo haré.— Dije finalmente tragando el terrible nudo de mi garganta.
°
Aurora había aceptado y tuve que oír el 'te lo dije' de Marcela durante toda la noche. Ella había arreglado una visita con su curandero, el que le había dicho de su mal, él vendría a revisar a Aurora para verificar que todo estuviera bien en su cuerpo y cuando sería un momento óptimo para poder iniciar con este sucio plan.
Me recosté mientras Marcela caía dormida a mi lado y pensé en esa doncella. Admito que me sentí extraño al verla llorar, me sentí molesto por no poder detener el curso de las cosas, después de todo mi deseo de ser rey pesaba más que cualquier acto de moralidad.
Haría lo que fuera. Repetí en mi mente y traté de consiliar el sueño que no llegaría.
°
Al salir de la mazmorras casi corrí por el palacio, aguantando aún el nudo en mi garganta hasta llegar a mis habitaciones.¡Cómo había accedido!
Mi mente se precipitó a pensar en Miguel. ¿Cómo le explicaría? ¿Tendría que decirle? ¡Si! ¿Cómo lo miraría a los ojos sin confesarle está atrocidad!
Las lágrimas cayeron a mis pies mientras abrazaba mis rodillas, esto era inaudito, era una sucia trampa de ellos solo para tener su corona y no podía hacer nada.
°
A la mañana siguiente estábamos en esa misma mazmorra, Aurora tenía la mirada baja e irritada, supongo que había llorado durante la noche, ambos no habíamos dormido, eso era seguro.
Me obligué a no mirarla demasiado, su expresión totalmente expuesta me revolvía las viceras, recordándome lo maldito que estaba siendo, aparté mi vista rápidamente cuando el curandero entró a la mazmorras, susurrando su reverencias.
—¿Por qué no vienes? Después de todo, la conocerás.— Dijo Marcela.
—Esperaré al curandero.— Dije secamente.
El curandero la revisó detrás de una cortina donde Marcela estuvo todo el tiempo. Esperé poco tiempo aunque fué el suficiente para que volviera a cuestionar todo esto.
Mi esposa no dejó de decirme lo maravilloso que sería cuando tuviera la corona sobre mi cabeza y mi trasero en el trono, no dejó de recalcar todos esos grandes privilegios de la corona, el poder, la adquisición, la conquista... todo con lo que había soñado alguna vez.
Mi padre a menudo decía que un rey tomaba grandes decisiones, todo el tiempo y el hecho de que fuesen grandes no significaba que todas eran buenas, había muchas cosas que alguien en su posición debía considerar por encima de todos, así que sonreí, esta era una de esas grandes decisiones.
—Ella estará en el tiempo justo en una semana su alteza.— Dijo el curandero.
Decisión buena o no, no quería tomar a Aurora cómo un simple objeto, así que pensé que hablar sobre ella, con ella me ayudaría a calmarla un poco, a qué de cierta manera confiará en mí.
°
El principe me había pedido el día de hoy visitarlo en sus aposentos, la orden me mantuvo nerviosa el resto de la mañana y algo incomoda. Hablar sobre el sucio plan frente a su esposa no era de las mejores sensaciones.Cuando llegué a sus aposentos, me percaté que la princesa Marcela no estaba, de echo ella había salido en un carruaje con la princesa Patricia, así que sentí un muy ligero alivió en mi estómago.
—Por favor toma asiento.— El príncipe Armando me daba la espalda, su mirada estaba en las ventanas de sus aposentos.—No creí que vendrías.— Dijo después, aún sin moverse de su posición.
—Yo obedezco su alteza.— Contesté en voz baja. Él se giró y se acercó poco a poco a mí, no lo miré, no estaba permitido.
—Lo sé.— Sus pues estaban muy cerca de los míos. El siguiente movimiento me tomó totalmente desprevenida.
Sus dedos tomaron mi barbilla y la levantó hasta que mi mirada quedó a la altura de sus- lindos ojos. Nunca me había percatado del color, era un avellana bastante obscuro y el aire se me escapó de los pulmones, al notar lo cerca que estábamos.
—¿Por qué no me miras?— Preguntó y quise reírme y escupirle en el rostro.
—Su alteza -— Frunció el ceño y me soltó girandose sobre sus talones.
—Lo sé.— Su voz era dura, un cambio repentino que me hizo estremecer.— En ese caso, te ordeno que me mires.— Se volvió hacía mí y asentí rápidamente.
—Si su alteza.— Esta vez no baje la mirada y la sostuve.
°
La tarde con Aurora había estado llena de tensión, desde mi estúpida pregunta.¿Cómo iba a querer mirarme? Aún así, usé mi poder sobre ella una vez más y no sé qué tan bueno fué. Sus enormes ojos obscuros me seguían a todos lados ahora. Sus largas pestañas negras revoloteaban cuando le insistí que me hablará de ella. Al inicio creí que me tendría que esforzar por oírla hablar de su vida de campesina, pero me encontré absorbido por su voz y la forma en que reía al recordar su hogar. Hablaba con tanta devoción, orgullo y amor de sus padres y su hermano, fué maravilloso verla iluminarse rápidamente y doloroso verla apagarse lentamente al recordar que pasaría más tiempo en el palacio de lo debido.
Noté asombrado que su niñez había sido solo eso, no como la supuesta niñez a la que habíamos estado sometifos Daniel y yo. Me pregunté si Marcela había vivido algo parecido, aunque supuse que no, siendo la mayor el nivel de exigencia era mayor.
¿De que podía hablarme Marcela, que no conociera ya? ¿Hablábamos algo más que no fuera la maldita corona?
°
El príncipe era un hombre extraño, era duro, serio y parecía que nunca en su vida había sonreído, solo daba órdenes y no era para nada amistoso con... pues nada. Sin embargo el día de hoy había estado interesado en mí y mi vida, nunca me quitó la mirada de encima mientras hablaba de mi familia, no pareció aburrirse con las anécdotas familiares en la granja o travesuras mías con mi hermano Nicolás.Deliberadamente omití a Miguel, no creo que su mención hubiera sido grata para él.
Cuando estaba dispuesto a descansar el curandero tocó mi puerta.
—Buenas noches doncella.— Saludó amablemente.
—Sir.— Saludé de vuelta.— ¿Que lo trae por aquí?— Pregunté incrédula.
—Los príncipes ya están al tanto de su estado. El punto óptimo para su fertilidad será en un mes.— Tragué saliva y asentí lentamente.
Hello There.
:B
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One Shot's los que guste y mande.
FanfictionSon historias cortas, variadas de cualquier categoría. Ninguna tiene continuación u orden en específico. A darnos vuelo.