17 Desierto

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El beso se sintió tan real que después de susurrar el nombre de la mujer que amaba, se desmayó.

Despertó de la misma manera, con la pesadilla de todas las noches, pero está vez algo se sentía diferente, olía diferente y se escuchaba distinto.

—Shhh, shh tan solo es una pesadilla.— Pamela lo abrazaba por detrás y susurraba a su oído, Oskar se levantó de golpe y salió de la habitación, se lavo la cara y se dió vuelta.

—Finalmente me estoy volviendo loco... ¿Por qué ella? ¿Por qué ella está aquí?— Dijo al viento.

—Ya te dije que vengo a ayudarte.— Pamela lo miraba con preocupación desde el umbral de la habitación.

—No te creo... ¡Vete! ¡Vete por favor! ¡Estoy pagando por lo ocurrido! — Lanzó lo que encontraba a la mano, pero simplemente no le hacía ni el más mínimo daño.

—¿Por qué crees que quiero hacerte daño Oskar? —Pamela dió un paso hacia a él lentamente.

—¿Por qué estarías aquí? Si no es para eso... ¡Mírame! ¡Estoy hablando con mi amiga muerta! ¿Que tan demente estoy?— Volvió a gritar y alejarse de ella.

—Quiero que estés en paz Oskar, nada de lo que ocurrió aquella vez fue tu culpa.— Volvió a acercarse a él, acorralandolo contra el lavaplatos.— Tus pesadillas te atormentan y estás aquí sufriendo.— Se acercó más y más.— Déjame ayudarte a estar en paz.— Susurró y lo abrazó con cuidado, Oskar estaba atónito, ella se sentía tan real, podía sentir el calor del cuerpo, sentir su piel suave y su aroma.

—Rosas.— Susurró entre lágrimas.— Siempre oliste a rosas.— Se dejó llevar por el abrazo enterrando su nariz en el cabello de Pamela.

—¿Siempre? — Oskar se desenredó de sus brazos poco a poco.

—Lo recuerdo bien.— Comentó con la cabeza baja, estaba confundido por todo lo que ocurría pero aún así se sentía avergonzado de revelar el echo de que recordaba su olor, a la visión o fantasma que tenía enfrente.— Dime ¿Cómo es posible que estés aquí?— Volvió a mirar a Pamela a los ojos, jamás había tenido tanto tiempo a solas con ella y comenzaba a sentirse mal, extraño, sentía que traicionaba a su hermano.

—Porque me preocupo por ti y tú lo haces por mí, no puedo dejar que sufras más, fuí tu amiga y tú el mío...— Esto último lo dijo en voz baja, Pamela sabía de los sentimientos de Oskar, se había enterado poco tiempo después de casarse.— Estoy aquí, no te estás volviendo loco.— Lo miró con una sonrisa.

—¿De que hablas? — Oskar esquivo su mirada angustiado.— Pamela... Si no eres un producto de mi imaginación... ¿Por qué me besaste? — Apretó la quijada.— La verdadera Pamela, jamás haría eso.— Susurró.

—Por que te amo, como lo haces tú...— Bajo la mirada avergonzada.— Lo sé, Angus...— Oskar se apartó más de ella,  como era posible...— Pero siempre te amé... e hice una elección equivocada.— Oskar se tomó el rostro entre las manos.

—Es tan solo mi imaginación.— Rió con nostalgia.— Yo hubiera dado mi vida por oír a Pamela decirlo...—  Sus ojos se humedecieron nuevamente.

—Y lo estoy diciendo ahora, y lamento hacerlo hasta ahora... Oskar, te amo.— Se acercó a él dando vuelta para encontrar su rostro, húmedo y sombrío.— Déjame traerte paz...—Tomo su rostro y lo acercó a ella cada vez más cerrando el espacio, tocó sus labios con los suyos, Oskar se tensó pero poco a poco cedió, devolviendo el beso, la besó como siempre había querido, con ternura, con amor, con respeto de la gran mujer que tenía entre los brazos, con pasión, puso su frente con la suya, ambos tenían lágrimas.

—Esta bien... quédate...— Una sonrisa pinto el rostro de Oskar como desde hace tiempo no ocurría.

Oskar se veía mejor, sonreía más, se había recortado el cabello y la barba, platicaba con Pamela en cualquier momento todos los días, ella había calmado su sufrimiento, incluso la gente del pueblo no lo había reconocido, aunque aún así era el loco del pueblo, a los ojos de la gente Oskar hablaba solo mientras caminaba, haciendo ademanes con sus manos mientras contaba historias, compraba flores para alguien cuando todos sabían que era un solitario, reía solo y sonreía a la arena caliente.
Cada vez que lo veían fuera era objeto de burlas o críticas.

—Ese viejo loco, lo único que hace es hablar solo...— Murmuró un habitante, observando como Oskar hablaba y reía  al cielo y aire.

Oskar a veces sentía una tristeza leve en su corazón, había amado a una mujer que estaba muerta, había deseado estar con ella, había soñado que sus sentimientos fueran correspondidos, y ahora la mujer admitía sentir lo mismo por él, está aquí con él, acompañándolo pero ella ya no estaba más en este mundo... Sin embargo, sonrió y se deshizo de ese sentimiento, tal vez su sueño no podía ser en vida, pero ahora lo estaba viviendo de esta manera tan singular, ahora era el tiempo...

Pasaron los años, Oskar cojeaba de la pierna derecha por una mala caída en las dunas, su barba tenía destellos plateados y blancos en las puntas al igual que su cabello, ya no salía tanto como antes, pero seguía igual de parlanchín y felíz, Pamela estuvo ahí todos los días, cuidándolo, besando sus labios, acunando sus mejillas y susurrando cariño a su oído.

Ese día, se sentía significativamente cansado, regresaba de buscar alguna pieza en específico del mercado de chatarra, el cielo estaba milagrosamente nublado y la arena comenzaba a arremolinarse por todos lados, una tormenta, Oskar trato de apresurarse a llegar a casa, tomó a Pamela de la mano.

—Vamos, esto será peligroso.— Dijo mirándola, pero Pamela sonreía.

La gente corría en dirección contraria, todos se mentía a sus casas, la tormenta está sobre ellos.

—Es hora, amor...— Pamela susurró al oído de Oskar y soltó su mano, él la miró asustado y la buscó pero la arena rebelde obstaculizaba su vista.— Solo respira y relájate.— Dijo en un tono lejano.

—¿Pamela? ¿Dónde estás? — Oskar estaba angustiado, no quería perderla por segunda vez.

La tormenta la había traído a su hogar y ahora se la estaba quitando, Oskar hizo lo que Pamela le dijo, se tranquilizó y dejo de caminar, ahora era un hombre mayor parado serenamente  en medio de la tormenta, cerró los ojos y dejo escuchar el fuerte viento y de sentir la arena golpeando su rostro, abrió los ojos con cuidado y Pamela está frente a él, no estaban más en el desierto y se tomaban de las manos.

—¿Que es ésto? — Dijo Oskar que no era más un viejo.

—Ahora podemos estar juntos... — Besó sus labios.

Ahora ambos eran uno con el universo.


No sé, quise darle segunda parte y un final al pobre de Oskar, obviamente al final muere y pude reencontrarse con Pamela siendo iguales, ya que ambos están muertos, no quise explicar porque cojones no está Angus ahí, pero en mi mente rara, el no está ahí porque Pamela no lo amaba verdaderamente como amaba a Oskar, fin. Jajaja. 🤧🥺

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora