155 El llamado.

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Hay cosas que no puedo controlar, como si el bus pasa más rápido o más tarde cada mañana, si lloverá, si el profesor de turno llegará de mal humor o las pesadillas que me acosan dejarán finalmente de molestarme. Gracias a ese descontrol, he llegado más tarde a clases últimamente y he recibido regaños por parte de mis profesores... han sido días difíciles en la facultad.

Cómo ya dije, hoy es uno de esos días, así que no alcancé a comer algo ligero en el desayuno para evitar llegar tan tarde, por un pelo llegué antes de que la puerta del aula se cerrase, Calderón solo esconde su sonrisa detrás del cuaderno donde estoy seguro que no hay ningún solo apunte, a su lado Patsy Pat, solo mueve su cabello y sonríe con gusto al saber que ha pasado de nuevo. En cambio Marcela solo niega con la cabeza, está decepcionada de mí.

La clase de álgebra me es indiferente y garabateo en mi cuaderno con los audífonos inalámbricos puestos, tratando de recordar el sueño de hoy, pero es inútil, todas las mañanas el cassette se borra sin saber porque es que me quedo pretificado a la cama.

Marcela tira de mi brazo y veo que sus labios se mueven, pero olvide apagar la música.

—¿Cómo?— Pregunto retirando los auriculares.

—¿Volvió a suceder?— Pregunta con preocupación.

Ella en realidad no sabe mucho al respecto, solo lo... esencial.

—Si, no pude dormir bien.— Sonrio sin ganas.

—Lo puedo notar.— Nos hace detener y pasa su pulgar por la obscuridad bajo mis ojos.

—No es nada, solo necesito unos días de vacaciones, tal vez.— Seguimos con el paso.

—¿Vacaciones? Te oí decirlo ¿Que haremos en estas que vienen?— Calderón se interpone entre nosotros y suelto la mano de Marcela.

—Es para que Armando descanse Mario, nada de diversión.— Amenaza Marcela con esa ceja mortal.

—¡Ay, pero Marce!— La voz de Patsy viene del lado de Marcela y decido que los auriculares deben volver a mis oídos.

No sé nadamás sobre el resto del día en el colegio, solo que Marcela insiste que descanse, pero sé que papá no le va a encantar la idea de que esté en casa, no importa que tan cansando esté, es mi obligación según parece. A pesar de mi mal, he tratado de mantener el ritmo en clases, sigo participando cuando me lo solicitan los docentes y he entregado el 80% de mis tareas, creo que no se notará mi desgaste.

Para cuándo es la hora de dormir, decido por utilizar algún remedio que encontré en internet, para poder dormir bien está vez.

Mis pies están fríos y cuando abro los ojos mi cuerpo se agita por qué estoy hiperventilando, hay agua debajo de mí, pero- hay una voz.

—Ayúdame...— El susurro hace que los bellos de la nuca se me ericen.— Ayúdame... por favor, Armando.— Volteó frenético pero todo se desvanece.

Cuando abro los ojos el sueño ya no está en mi cabeza.

Para la siguiente noche recurro a no dormir, no descansaba pero no tenía esos sueños extraños y perturbadores, pero como era de esperarse no pude aguantar el ritmo de no dormir, y con la tercera noche el sueño me vence.

—Por favor...— El agua bajo mis pues está helada y me hace temblar y sudar por el miedo que recorre mi espalda.

—¿Q-quien eres?— Pregunto a la obscuridad.

Está vez al despertar, su voz está grabada en mi cabeza. No es una voz macabra o que deba asustarme, en realidad es dulce y me suplica ayuda, que no sé cómo brindar.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora