¿Cómo comenzó todo? ¿Dónde estaba ahora? ¿Que iba a ocurrir? Pero lo más importante para él ¿Dónde estaba Betty?
Todo había ocurrido tan rápido, su mente corría tratando de encontrar la razón... ¿Que había hecho?
—¿Por qué lo hiciste?— Fué sacado de sus pensamientos.
—Si todo está en el estúpido expediente ¿Para que quiere que se lo diga?— Contestó con enojo.
—Lo necesito si quieres por lo menos bajé tu condena, los abogados demandantes no serán tan amables.— Explicó molesta.
—Jamás pedí un abogado o una condena menor a la que merezco. Quiero ver a Betty.— Dijo sin mirarla.
—No puedes.— Se reclinó en su silla y suspiró frustrada.
—¡Quiero ver a Betty! ¡No diré nada si no está aquí!— Azotó ambas manos contra la mesa, el estruendo del metal de sus esposas contra la mesa metálica la hizo saltar ligeramente.— Por favor...— Dijo con más calma.
Ella solo asintió y salió de la celda de interrogatorios.
—Los abogados quieren verlo ¿Está lista?— Ella suspiró.
—No, pero hay que hacerlo.— Sonrió sin ganas.— Necesito un favor.— Dijo antes de que el oficial se diera vuelta.
—Por supuesto.— Se detuvo.
—Bien.— Sacó su papel de notas.— Necesito que averigües dónde está Beatríz Aurora Pinzón Solano.— Escribió el nombre y se lo entrego.— Gracias.— El hombre asintió.
Cuando llegaron los abogados, se presentaron amablemente.
—Cassas, abogado de Lombardi.— Un hombre robusto con barba.
—Goméz, abogado de los Valencia.— Una mujer se acercó y apretó su mano.
—Ruíz, soy abogado de los Mendoza.— Otro apretón más.
—Mucho gustó, soy Martínez... y abogada de Mendoza, Armando Mendoza.— Suspiró con frustración.
Martínez tenía un pequeña ansiedad, era uno de sus primeros casos y podría decirse que ser abogada defensora era algo que debió haberse pensado mejor antes de coger la carrera, pero ya está aquí. Estaba aquí sentada con varias personas que lo único que querían era hundir a su cliente en cadenas perpetuas y por lo visto, Mendoza estaba de acuerdo.
Sabía que el ex presidente de Ecomoda había sufrido un shock monumental después de cometer el crímen y que hacerlo recordar era lo que menos quería, pero debía hacerlo.
—Puedes decirnos tu relación con Hugo Lombardi.— Comentó Cassas después de presentarse y tomar asiento.
—Él es el diseñador de Ecomoda, hace bocetos y diseña nuestras nuevas líneas de ropa...— Frunció el ceño.— Él era...— Sacudió su cabello y se empujó los lentes por el puente de la nariz.
—¿Tenía algún problema con él? Algo que lo molestaba o irritaba demasiado al grado de asesinarlo.— Armando se movió incómodo.
—No le permito que se dirigía de esa forma a mi cliente, por favor Cassas.— Replicó Martínez.
—¿Quien no odiaba a esa abominación?— Mendoza rió.—Quiero decir, era demasiado egocéntrico... y pesado.— Guardó silencio.
—¿Por qué lo asesinó?— Armando se encogió en su asiento y miró fijamente la mesa.
...
Armando estaba frente a él, suplicaba por su vida, suplicaba, le suplicaba a él y también le gritaba.
—¡¿Que hizo Armando?!— Las lágrimas corrían por su rostro.
Su respiración era pesada, le zumbaban los oídos y la presión en su sangre la sentía latir por todos lados.
Su mano tembló ligeramente antes de apretar con todas sus fuerzas el gatillo.
...
Guardó silencio, no quería hablar de esto.
—No.— Pronunció rotundamente saliendo de su mirada fija.— No, no hablaré de eso...— Dijo.
—Tenemos un testigo ocular, Sr. Mendoza, es mejor que no nos mienta.— Acusó Gómez.
—¿Mentir? Es lo que peor sé hacer... es lo que me trajo aquí.— Contestó con dientes apretados.
—¿Que quieres decir?— Preguntó Martínez con bastante curiosidad.
—No debí mentirle a las personas que amaba ¿Cierto? No debí hacerlo.— Parecía perdido en algún recuerdo nuevamente.
—Si los amabas ¿Por qué les arrebataste la vida?— Preguntó suavemente.
—¿Y ellos? ¿Me amaban?— Los ojos de Mendoza se llenaron de lágrimas y luego se levantó abruptamente de la silla, tanto como sus cadenas lo permitían.
…
Las acusaciones le taladraban la cabeza.
Sus ojos recorrían su oficina una y otra vez, mientras lo esperaban en la junta, no había nada más que discutir, sería destituido... lo había perdido todo.
Fué entonces cuando tomó el arma del cajón inferior izquierda de su escritorio y con decisión entró a la sala de juntas.
Todo parpadeó en blanco.
…
—¡Quiero salir de aquí! — Azotó sus manos contra la mesa, asustando a todos.— ¡Quiero ir a casa!— Llamaron a un guardía y fué inmovilizado contra la pared del lugar.
Todos miraron asombrados como Mendoza había pasado de un estado tan tranquilo, incluso renuente a un estallido de ira y tristeza.
—Quiero ver a Betty...— Sollozo cuando lo arrastraron fuera de la celda de interrogatorios.
Martínez revisaba una y otra vez el expediente Mendoza, se le acusaba de cinco asesinatos a sangre fría, premeditado era una posibilidad muy fuerte, pero aún tenía sus dudas.
Él parecía no entender lo que había ocurrido o porqué, pero ¿Que hacía el arma en su oficina? Se frotó la cabeza con frustración. También había declaraciones de las secretarias, dónde especificaban que Armando Mendoza tenía un humor no muy amigable así como un temperamento muy explosivo.
Entonces su celular sonó, un mensaje que había esperado todo el día, finalmente llegó y sonrió.
A la mañana siguiente se vistió apropiadamente para una abogada y salió hacía la estación.
—Lamento tanto hacerla venir... soy la abogada Martínez.— Extendió su mano.
—Pinzón Solano, pero eso usted ya lo sabe.— Sonrió y apretó su mano.
Ambas asintieron y caminaron hacia un interrogatorio.
Betty se movió nerviosa en su asiento, tenía una pregunta que la molestaba, que le había quitado el sueño durante estás tres semanas desde que se enteró de lo sucedido.
—¿Él-— Se aclaró la garganta.— ¿Él en verdad lo hizo?— Sus ojos fijos en Martínez.
Ella asintió lentamente.— Si, no lo ha confesado como tal... pero él lo hizo.— Dijo suavemente.
—Entiendo... — Bajó la mirada por un momento para ver de nuevo los ojos de Martínez.— ¿Por qué estoy aquí?—
—Él quiere verte... y sé que es algo impensable, así que solo quiero hablar contigo, sobre él.— Betty pareció pensarlo por mucho hasta que finalmente.
—Esta bien ¿Que quieres que te diga sobre él?— Dibujó una sonrisa débil en sus ojos.
—Todo sirve.— Pronunció.
—Creo- creo que esto es mi culpa también...— Susurró en voz baja.
Hello There 🤍
Jamás entendí si es hoy o fué ayer jaja, pero Feliz navidad :)❤️
Aquí está su regalo jaja, nocierto.
Mmm ¿La continúo?
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One Shot's los que guste y mande.
FanfictionSon historias cortas, variadas de cualquier categoría. Ninguna tiene continuación u orden en específico. A darnos vuelo.