111 Viento en popa.

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Me levanté de pronto con un fuerte dolor de cabeza que me hizo tomar mis sienes con ambas manos. Miré al rededor y me percaté que estaba sobre la cama, las sábanas cubrían mi desnudes inferior, no recordaba nada de lo que había ocurrido la noche anterior, lo único que llegó a mi mente fué las cantidades ridículas de alcohol que se me ocurrió tomar.

Sacudí mi cabeza y observé mi ropa sobre una silla de madera, entonces algo me cayó como agua fría. Di un brinco fuera de la cama... ¿Dónde estaba la princesa? ¿Por qué estaba en su cama? ¡No pude haber cometido semejante estupidez!

Estaba apunto de correr por la cubierta con el trasero expuesto, pero entonces la vi pacíficamente dormida sobre la amaca. Sonreí al verla tan en paz y completamente vestida, nunca podría perdonarme si yo mismo le ponía un dedo encima en el estado en el que me encontraba anoche, de echo no recuerdo como llegué aquí. La observé por otros minutos, me vestí y decidí salir a cubierta, recordé que se iría.

—¿Resaca?— Escuché la voz de Calderón acercándose.

—Lo mismo pregunto.— Sonreí y acepté el agua que me ofrecía.

—Un poco.— Frotó su frente.

—¿Estamos cerca de la costa? — Enfoqué mi vista en el magestuoso panorama, el extenso mar azul a dónde miraras con un cielo bastante claro en esta mañana. Un lindo día.

—¿Capitán?—Conocia el tono de Calderón, así que no hable.— Si, bastante cerca en realidad, llegaremos en dos horas.— Respondió después de un par de segundos.

Sabía perfectamente hacía dónde y a qué distancia estaba la costa, no por nada había navegado casi toda mi vida.

—Ya veo.— Respondí sin mirarlo.

—¿Ya se despidió?— Dijo de pronto haciéndome girar.— Sabe de lo que hablo, además lo he observado.— Comentó con una pequeña sonrisa.

—Bueno- no, no creo haberlo hecho aún o no lo recuerdo.— Fruncí el ceño.—No soy bueno con las despedidas.— Confesé.

—Oh, lo sé perfectamente.— Ambos reímos.

Alguna vez tuvimos que despedirnos de un tripulante porque decidía dejar está vida de... lo que sea, jamás hice un buen trabajo con esas palabras... así que ahora me decido no despedirme pero esta vez era distinto.

—No lo veía tan feliz desde que encontramos el tesoro de Barba negra.— Comentó Calderón haciéndome reír nuevamente.

—Fué una gran aventura, aunque casi pierdo a un gran amigo.— Puse una mano en su hombro.— Festejamos durante tres días, fué la peor resaca de mi vida.— Calderón negó con la cabeza y rió.

—Le pidió matrimonio a todas las mujeres de la taberna, Capitán.— Se burló.

—¡Me arrepiento!— Reí y miré la puerta de la habitación, poniéndome serio de nuevo.— Este tesoro es distinto.— Suspiré profundamente.

—¿Por qué no habla con ella?— Dijo Calderón y reí.

—Soy un pirata Calderón, robamos para ganarnos la vida, mi hogar es en el barco con mi tripulación, no creo que una princesa desee eso... además de que ¡Es tan terca!— Calderón rió y me miró.

—Y por eso la quiere Capitán.— Y se fué.

Ahora estaba más que confundido, bueno en realidad no tanto- bueno- ¡No lo sé!

—Buenos días.— Giré mi cuerpo y ahí estaba ella, no sé si era mi imaginación, pero se veía más hermosa está mañana y eso me dolía.

—Buenos días su alteza.— Vi que frunció el ceño, pero no le tomé importancia.— Estamos cerca de su costa, por si deseaba saberlo.— Dije antes de irme.

No quería estar cerca de ella, no podía despedirme aún, sentía un nudo en la boca del estómago.

Fué bastante extraño... creí que esta mañana sería distinta, básicamente había confesado que no quería que me fuera, que torpe... estaba borracho eso era todo.

Miré hacía el basto mar y decidí que sería mejor resignarme a regresar al palacio y gobernar un pueblo que ni siquiera conocía, aprendería a hacerlo y dar lo mejor de mi como una nueva soberana.

No puede ser posible que me haya enamorado de un pirata, me regañe... es solo algo pequeño, es solo porque estuve sola con todos ellos... de echo, técnicamente ya estaba comprometida desde que nací.

No conocía al hombre, pero decían que era bastante atractivo y una buena persona, su reino estaba algo retirado de la costa, supongo que lo conoceré pronto. Tal vez llegue a quererlo y a enamorarme como lo estoy ahora del capitán.

Pude ver a lo lejos el muelle y tuve una sensación extraña en la boca del estómago, realmente no quería irme... ¿Y si le decía como me sentía? ¿Que podía perder? Bueno, sería la primera princesa rechazada por un bandido acuático, lo cual no me entusiasmaba pero necesitaba saber.

Caminé por la cubierta húmeda, todos me miraban y me daban un abrazo o un apretón amistoso por mi partida, agradecí a cada uno de los marineros por toda su hospitalidad ¡Los piratas no eran como todos decían! Incluso les dije que los vería de nuevo.

Ahí estaba el muelle, Calderón dió las últimas órdenes por mí, ya que me quedé recargado sobre la barda de la proa observando el curso de las cosas, sonreí al verla despedirse de cada uno de mis tripulantes, se veía bien aquí aunque sé que no era su lugar, no podía culparla por nace ey querer las cosas en su bandeja de oro y plata.

Estaba tan distraído con sus movimientos femeninos y elegantes que no me percaté del gran barco que iba directo al mismo muelle.

—¿Capitán?— Dijo Calderón y me obligué a dejar de verla.— ¿Que no es ese Valencia?— Hizo un movimiento con sus ojos para poder observarlo.

—Maldito.— Apreté los dientes y me acerqué para poder observar mejor su vieja nave.—¿Que carajo hace aquí?— Grité.

—No lo sé.— Contestó Calderón con el ceño fruncido.— Algo no está bien.— Lo mismo pensaba yo.

Corrí y me deslicé por las escaleras y seguí corriendo por la cubierta.

—¡No dejen ir a la princesa!— Grité y todos se movieron para detenerla.

—¡Ana!— Ella volteó y me sonrió.

Todo ocurrió tan rápido, ella estaba ahí parada frente a mí, tan cerca de mis manos. Cuando uno de mis mismos hombres la empujó por la borda, mi corazón se detuvo puedo apostarlo y apreté los puños en desesperación, pero no deje de correr.

El maldito de "mi hombre" se lanzó justo después de ella y cuando llegué a la orilla de mi barco vi como una de las zabandijas de Valencia los tenía a ambos, subiendo la soga hasta la cubierta del “Sussana”.

—¿Que pasá Mendoza? ¿Por qué esa cara?— Gritó el gusano desde su nave, riendo con tal descaro.

Valencia tomó a Ana entre sus brazos con una de sus sucias manos sobre sus labios y mi pecho subió aún más con coraje y sobresalto.

—¡Espero verte de nuevo, mi querido amigo!— Rió de nuevo y su barco se alejó aún más.

Grillo llegó jadeando detrás de mí, todos estaban atónitos.

—¡Trás él!— Alcé la voz.

—Pero- jefe... ya no es asunto nuestro.— Comentó Grillo, giré para mirarlo y él se encogió con mi mirada, lo tome del cuello y lo levanté sobre la cubierta.

—Ella es mía y la quiero de vuelta.— Solté su cuello y cayó al suelo en un fuerte golpe.—¡Quiero alcanzar a ese barco! — Todos corrieron elevando anclas y deslizando las velas






Hello There.

Estaré fuera por las próximas semanas o el mes, no lo sé, muchas cosas han pasado y entre esas el apoyo a esta cuenta así que tal vez no vuelva, tal vez.

Buenas noches.

One Shot's los que guste y mande.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora