Sus ojos se cerraron pesadamente resistiendo el poder de sus lágrimas dolorosas. Se apretó el puente de la nariz y con un profundo grito estalló su palma contra la mesa reduciendola a cenizas en un instante.
Para cuándo la servidumbre entró a la habitación, un jadeó escapó de de la joven sirvienta al ver el desastre; La ceniza se esparcía por toda la habitación y el calor era sofocante, haciéndolos toser, pero ésto no era nuevo. El temperamento del príncipe Armando era un manojo de nervios a carne viva que cualquier estímulo amenazaban con dañar a cualquiera a su paso.
El comandante Calderón, tragó saliva fuertemente, ajustando el cabestrillo a su brazo roto, siseó ligeramente por el dolor del hueso roto, casi se maldijo a si mismo por considerar sentir dolor ... sabía que no tenía comparación al del príncipe. Se ajusto el uniforme y salió de su habitación, debía dar un informe al príncipe en persona.
—Mi principe...— Calderón se arrodilló tanto como su brazo roto y pierna herida lo permitieron.
—Levántate.— La voz del jóven era exigente y llena de ira.
Su trono estaba cubierto por una obscuridad y Calderón no podía distinguir desde donde estaba, los rasgos del joven de la realeza. Se tensó cuando se levantó y se dirigió hacía él con pasos fuertes, con cada paso que daba, la oscuridad soltaba su cuerpo y dejaba su rostro al descubierto inmovilizandolo en el suelo de piedra.
Ojos inyectados de sangre, con pequeñas lágrimas sobre las mejillas, pero una profunda rabia entre el ceño y los labios fruncidos.—No cumpliste tu deber... no cumpliste tu promesa... mi hermano.— La última palabra escupida con desprecio.
Calderón parpadeó dejando salir sus lágrimas sin reproché. —No te atrevas a llorarle...— El joven príncipe colocó su su mano sobre su hombro levantandolo de golpe como si no pesará nada.
El comandante sujetó su muñeca y expresó su dolor con una mueca.— P-príncipe...—El calor se intensificó en el hombro quemando el uniforme fácilmente.— Lo siento ¡Mucho! ¡Yo- debí protegerla...!— Armando miró como sus lágrimas rodaban y rodaban... ambos estaban rotos, dolidos y quería venganza. Lo soltó dejándolo caer nuevamente.
—Perdoneme su alteza...— Su frente se pegó al suelo frío y susurró esa frase una y otra vez.
—El día de mañana- se llevará a cabo su funeral.— Dijo sin rodeos, indiferente al dolor de Calderón.— Y quiero la cabeza de un Pinzón en mi mesa.— Sentenció.
∆
—¡¿Pero que haz hecho?! ¿Te das cuenta de él peligro en el que estamos metidos ahora?— La princesa se recostó contra su asiento, asimilando la terrible noticia.
—Si- me permite decirlo, su alteza; ¿Que no es ojo por ojo?— Tartamudeo el consejero real.
—¿Acaso yo pedí eso? ¿Por qué nos rebajariamos a tomar las mismas acciones de mi enemigo? Si sé que lo único que causare es dolor y hambruna para mí pueblo... — Sus dedos se movieron al dobladillo de su detallado vestido.— Sé que soy una niña a los ojos de todos ustedes... una mujercita que trata de llenar los grandes zapatos de su rey... pero ahora soy yo la que tiene a este pueblo en sus manos y me decepciona que mi propia guardia real no sea capaz de escucharme.— Suspiró mirando a su general en jefe.
El joven Miguel bajó la cabeza tensando la mandíbula.
—¡Sabemos que tan fuertes y viles han llegado a ser los Mendoza y ese joven príncipe no es la excepción! ¡Se desquitará por esto y llevará a las cenizas a nuestro reino!— La princesa dijo con firmeza y salió de la habitación.
Aún no se acostumbraba a tener este peso sobre sus hombros, a estar sola y a la deriva en un reino que la creía una tonta y débil, solo por ser joven y mujer. Estaba cansada de tener que lidiar con hombres que la menospreciaban y querían arrebatarle el trono, pero lo que más detestaba era a ese infame Armando Mendoza.
Hello There.
He visto un anime y muchas películas jaja. Esto tendrá algo de fantasía, pero no demasiada, nos limitaremos a Armando <3
Es un poco cliché, pero tenía ganas de hacer algo de este tipo desde hace mucho, pero no sabía cómo introducirlo.
:)
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One Shot's los que guste y mande.
FanficSon historias cortas, variadas de cualquier categoría. Ninguna tiene continuación u orden en específico. A darnos vuelo.