El regreso a Las Vegas

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Capítulo 94:

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Capítulo 94:

Estaba aturdido y completamente sucio por la golpiza que me he puesto con el padre de Kagome, no me duele por supuesto pero me hubiera gustado darle hasta por debajo de la lengua. 

Dentro del automóvil Botan me observa con una sonrisa de oreja a oreja.

¡Vaya que le diste una buena madriza a mi hermano!— se carcajea como un actor de cine terrorífico. —Hace mucho q loue nadie se atrevía a darle un buen escarmiento, ¡Hasta que llegaste tú!. Podría besarte si pudiera.

Eso me había puesto incómodo así que puse mi distancia, no vaya ser que sea bisexual y no es nada grato, no me agrada la gente que tiene otra clase de orientación sexual que no sea heterosexual.

Una carcajada ruidosa salió por parte de mi acompañante.

Solo bromeaba, ojalá tuviera un espejo para que vieras tu cara de espanto.
La verdad no tenía cabeza para las burlas, en otras circunstancias lo tomaría muy mal ese tipo de comentarios pero ahora sólo puedo pensar en ella... El automóvil avanza a un ritmo lento que me estresa y desespera lo que más odio es la hora pico. Botan aprieta el claxon en varias ocasiones, no sirve de nada. El sitio por dónde vamos es en las colonias de clase media, lo reconozco por el cierto cuidado que hay en los edificios.
No creo que mi mujer viva por estos sitios.
¿A dónde vamos?.

—A mi departamento.

Esa idea no me gusta en lo absoluto. —No quiero ir— estaba totalmente molesto. —¡¡Llévame con Kagome ahora mismo!— ordene gritando, golpeando el asiento.
—¡Relájate hombre!. Primero hay que curarte esas heridas y cambiarte de traje. ¡No puedes ir con mi sobrina en esas fachas!. Se preocuparía por ti.
Ella entenderá si me ve lleno de sangre y golpeado.
«Pero en su estado si me ve así llevará un enorme susto y está embarazada». —Tienes razón, Botan llévame a cambiarme.

—Bien..., Sólo que sea rápido.

El automóvil sigue su andar despacio hasta que por fin llegamos a un fraccionamiento con muchos locales de manga a su al rededor. Entramos a un alto edificio que no tiene elevador, pero si unas amplias escaleras en forma de caracol de madera —¿Cuál número de departamento es el tuyo?—. Y bueno al fin de cuentas no soy Superman el dolor ya empezaba a darme por bien servido, las punzadas de los golpes empiezan hacer efecto en todo mi cuerpo. Tengo algo de pesadez y me es complicado seguir el paso a Botan porque me llevaba algunos escalones de ventaja.
—¿Te ayudo a subir?— pregunto burlón. —No es necesario Botan se detuvo para que yo lo alcanzará.
Por desgracia el suyo es de los últimos departamentos. «Con razón está en buenas condiciones, bajar y subir escaleras a su edad no creo que sea tan fácil», pensé recordando a mi madre por alguna extraña razón me la imaginé subir esas escaleras, no cabe duda que los golpes me afectaron el cerebro.
El departamento con el número 518 es el que le pertenece.

50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora