No seas bruto, Sesshomaru

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Capítulo 95

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Capítulo 95

Tenía la certeza que el dolor más grande no es aquel que se manifiesta físicamente, sino aquel que te carcome desde dentro hasta dejarte totalmente vacío.

Así me siento, el gran Sesshomaru Taisho ha sido destruido por un sentimiento difícil de controlar y comprender. Kagome me ha hecho trizas.

Por fortuna pude encontrar un boleto de regreso a las Vegas, de tercera clase, pero es mejor a nada. Lo que más quiero es irme de Tokyo y comenzar de cero.
Aborde rápidamente el avión y me tocó en la hilera de asientos cerca de la ventanilla del lado derecho.
Me siento incómodo viajando de esta manera, pues soy hombre de lujos y siempre he creído que la primera clase es la mejor opción.
El vuelo ha comenzado, pero mis pensamientos y mi corazón permanecerá en Tokyo.
Escucho murmullos y presiento miradas sobre mi persona. Es lógico mi traje Gucci desentona en el lugar y es normal que me convierta en el foco de atención.
Sin embargo deje de poner atención.
Después de un rato una azafata ronda por el lugar, lleva un carrito donde ofrece cualquier tipo de aperitivo.
Se ha acercado a mi, inclinando el cuerpo.—¿Qué le ofrezco, señor?— me preguntó mirándome con una amplia sonrisa. Ni siquiera sabía que en este tipo de vuelos den este tipo de alimentos.

Al momento sólo se me ocurre aquello que me hará olvidar. El alcohol.

—¿Tienes un martini?— respondí sin mucho afán, mirándola a los ojos, aquellos ojiazul que tanto la caracterizan y que me recuerdan a Kagome.

—Si, señor.

La azafata se ha marchado y minutos después ha regresado con mi cóctel de ginebra y vermut.

Ella me la ha entregado y nuestras manos se han rozado ligeramente, son terzas como las dulces palmas de Kagome.
—¡Lo siento!— dijimos en unisono con el rostro colorado pero con la única diferencia que ella lleva una gran sonrisa y yo claramente me siento fatal y mi cara ni siquiera sabe disimularlo.
Ella se marcha pero regularmente pasa por el sitio donde estoy ubicado, es como si quisiera mirarme o tuviera la necesidad de hablarme. Claramente mi cabeza piensa en la pequeña frase: "Le gusté". Eso en mi vida anterior me elevaría el ego y la superioridad de mi estupendo atractivo que a cualquier mujer le dejo las bragas húmedas con sólo mirarme. Esta vez es diferente... "Sólo hubiera querido que mi señorita Kagome me viera de esa manera".

Aún quedan ciertas horas de vuelo y me siento tenso, pedí otro martini pero no funciona. La única forma que conozco para quitarme esa sensación es haciéndome jalando mi verga con una buena masturbada o si estoy con una mujer las mamadas son buenísimas y mis síntomas desaparecen como por arte de magia. Sin embargo estoy en un lugar público y bueno no creo que haya una voluntaria desconocida  que acepte que le haga una follada en la garganta y se apiade de mi. «Con excepción de esa azafata», pensé al instante. Entonces observé a mi al rededor y la busque con la mirada estirando el cuerpo. «¿Debería llamarla y proponérselo?», «Ya estoy perdiendo la razón». Pero si mi mujer tenía el valor de engañarme con su ex. ¿Por qué yo no con una desconocida?. Al fin al cabo estaremos divorciados.

50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora