Capítulo 8:
Esa zorrita es exasperante, constantemente me dice: "déjame ir, esto sólo fue un error de borrachos. Yo le respondo que no puedo dejarla ir, no deseo ni me apetece cogerla, simplemente debo esperar a que Totosai regrese y me de una resolución del maldito problema.
Me ha pedido que quiere sus pertenencias en la mansión. "Cómo si la dejara vivir aquí". Sólo está de paso, interrumpiendo mi trabajo, gritando como loca haciendo berrinche, si algo que me molesta es una mujer chillona. Al menos no en los alrededores de mi mansión, pero me encantan esos chillidos en "mi cuarto rojo".
Tuve que decirle a mi mayordomo que fuera a comprar ropa para la gran invitada. Pero el muy imbécil cometió un error.
Corrió a buscarme en mi despacho vino a interrumpir mi trabajo como si yo tuviese su tiempo. Entro como Juan por su casa y sin permiso. Si esa indolencia la hubiera hecho "una de mis sumisas recibiría un buen golpe en esas nalgas como castigo". Por fortuna no lo es, esa mujer me saca de mis casillas.
Y como no si llego gritándome.
—¡Oye idiota, no voy a usar esta madre como ropa!— me enseña el hermoso vestido de cuero, colocándolo sobre el escritorio, la observó seriamente.
—¡No deja nada a la imaginación!.
—¡Es lo que hay lo tomas, o lo dejas!.
—¡Yo no uso eso!. ¿Acaso me tomas como una puta?.
Claramente miraba con desdén el vestido negro de cuero, pude imaginar su entallado cuerpo porque efectivamente está muy corto, me daría libertad para subirlo y follarla duro. No pude evitar sonreír.
Ella enfureció.
—¡Quita esa sonrisa de tu horrible rostro!.
—¿A sí y qué vas hacer?. ¿Golpearme?.
«Ganas tengo».
—¡Relájate no estás tan buena!. Tienes piernas de acocote no te favorecerá.
El orgullo de la zorrita se le fue a los suelos.
—¡Eres un hijo de puta!.
—¡Sal de mi oficina ahora!.
—Aunque tenga las piernas flacuchas bien que deseas tocarlas. Al fin somos esposos.
—No provoques a la bestia sino quieres salir lastimada— la amenace severamente.
—¡No te creo capaz!.
Ahora sí estaba enfurecido. La agarre del brazo y la saqué a jalones de mi despacho.
—¡Suéltame me estás lastimando!.
—¡Ponte a hacer algo productivo y deja de joder zorrita!.
Le cerré la puerta en el rostro bruscamente.
¿En qué carajos estaba pensando?.
A veces quisiera matarla, pero "no soy un asesino, soy dominante".
Continué con mi trabajo atentamente algo aterrado, pero después de eso la zorrita ya no me jode y es como si ella no existiera, estoy rodeado de tranquilidad. Pase la mayoría del tiempo encerrado, hasta que entró mi fiel sirviente.
—¿Amo ya va a comer?.
—¡No!— le respondí frio.
—Pero le traje un cóctel de camarones, su favorito.
—¡No quiero nada!. Sólo quiero saber porque carajos le compraste a esa zorrita ese vestido de cuero.
Jaken estaba nervioso y pude notar como su manzana de Adán bajaba y subía, sudaba frío de eso estoy seguro.
—¡Contéstame!.
El bajo la mirada.
—Crei que era su nueva sumisa, amo.
Él conoce todos mis vicios y gustos poco peculiares. Es mi fiel sirviente.
—No lo es, sólo debiste comprarle algo estilo monja. Al parecer es lo que le gusta. Lo bueno que esto terminará pronto.
—Entiendo amo.
—Puedes irte. Yo aún tengo cosas que hacer.
Jaken obedeció. Ojalá la zorrita fuese como él. Consumí el cóctel sin saber si ella había probado algún bocado. La verdad no me interesa, ese sería un castigo ideal para una "chica vainilla".
Eran cerca de las ocho se me había ido el tiempo rápido, me había concentrado bastante en mis queaseres.
Me dirigí a mi habitación, por desgracia el de ella estaba en frente del mío, ahora sí ronca fuerte tendré que escucharla. Odio eso. Entonces pude percatarme que había una pequeña rendija en su cuarto donde se reflejaba la luz y ella estaba ahí, en ropa interior, no pude evitar abrir los ojos de par en par, "hasta eso mi mujer tiene piernas flacas, pero posee un trasero y unas bubis apetitosas".
Decidí marcharme rápidamente no quería que se diera cuenta de mi curiosidad, no podía darle el crédito de sentirse especial. Entre a mi habitación sin dejar de quitar ese momento en mi mente sucia. «¡Carajo en qué estoy pensando!». Mi mente me traiciona. "Esa mujer es intocable".
Reproche mi conducta viciosa. Trate de dormir pero esa desconocida inunda mi subconsciente jugando conmigo.
Entonces no pude evitar levantarme de mi cama, tenía curiosidad de mirarla.Debía mirarla como un acosador enfermo. Aunque eso vaya en contra de mi orgullo, pero probablemente ella cerró la habitación con seguro.
¿Acaso vale el riesgo?. Probablemente no, pero se vale intentar. Echar un vistazo rápido no me hará daño. Total ella se irá y todo volverá a la normalidad.Me arriesgue a salir con sumo cuidado de mi habitación y me dirigí a la suya, y entonces la suerte estaba de mi lado, la puerta no tenía seguro el chiste era abrir sin que ella escuche. Pero al parecer tiene el sueño pesado y ni cuenta se dió que entre. Y en la oscuridad con la luz de la luna pude mirarla, por fortuna no estaba cubierta con las sábanas y la observé cuidadosamente, ese cuerpo con respiración tranquila en posisión de cúbito dorsal. Podía contemplar esos pechos y la jodida sensación de tocarla inundó mi ser. "Ahora era yo quien tenía que dominar mis instintos de depredador".
Salí de ahí lo más rápido que pude con el corazón acelerado y mi pene algo parado. ¡Joder, esta mujer es una puta tentación!.
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50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)
Fanfiction¿Los humanos esconden secretos? Por supuesto que sí... Unos pueden ser terroríficos para las personas. ¿Pero qué sucede cuando esos secretos se convierten en un vicio?. Aquellos que se aplacan con placeres. Sesshomaru es uno de ellos posee muchos...