¿Los humanos esconden secretos? Por supuesto que sí...
Unos pueden ser terroríficos para las personas.
¿Pero qué sucede cuando esos secretos se convierten en un vicio?.
Aquellos que se aplacan con placeres.
Sesshomaru es uno de ellos posee muchos...
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Capítulo 120:
Las verdades duelen más que las mentiras, o tal vez ambas afectan de manera drástica cuando quieres arreglar tu jodido desastre es demasiado tarde.
No lo conozco tanto como quisiera pero de verdad la curiosidad y la intriga me matan.
-Escucho tus jodidos y sucios secretos ogro sexy.
Se relajó un poco, pero aún existía tensión en el ambiente. Soltó aire por la boca.
-Fue en la preparatoria... Y Naraku fue quien me introdujo al mundo del BDSM.
Había quedado pretificada no esperaba que él tuviera ese tipo de gustos... Tan extraños...
Esperaba a que siguiera hablando.
-¿Te sorprendió?
-Más o menos. Pero ya sabes lo que dicen, tienes que tener una cosa afin con una persona para que exista cierta amistad aunque a veces esa amistad o conducta no sea muy buena. Continua...
-Aquel día que te vi con él en el baile me llene de celos, te imagine cogiendo y no soporto la idea que él te toque y te haga aquellas mañas qué sé que no estás dispuesta a practicar, conozco a Naraku y tiene el poder de convencimiento. Podría ser buen político.
Sentí tanta emoción al escuchar que me cela pero solo tengo ojos para él no creo fijarme en otro hombre que no sea él.
Acaricie sus manos.
-Soy tuya en todas las maneras posibles, pero no sé si llegué a ser la sumisa perfecta. No sé si ese estilo de vida sea el mío o el correcto.
Sus orbes dorados se han puesto serios, y ha apartado sus manos de las mías, con una postura rígida. No le agrado mi respuesta.
-¿Aún quieres que sea tu sumisa?
-No- asegura tajante. -No puedo obligarte a algo que no me puedes dar.
Ahora tengo curiosidad «¿Será que a mi ogro sexy lo obligó Naraku a hacer esas cosas?», pensé llena de intriga y no quería quedarme con la duda
-¿A tí te obligaron?
Se burla de mi pregunta.
-Vaya que es cómica señorita Kagome- cubre su boca para aparentar su risa. -Perdón.
Aún lo puedo escuchar, jamás creí que él tuviera una risa tan característica y escandalosa, pero me gusta. Una cosa que tenemos en común. Aunque se burle de mis malos chistes o bueno mis preguntas que para su intelecto son graciosas pero que para mí son bastante serías.
