Los preparativos y el empujón

243 34 53
                                    

Capítulo 165:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 165:

Ayer cuando volvimos del orfanato intenté hablar con Sesshomaru para que tuviese algo de calma pero simplemente no funcionó. Se encerró en su oficina con llave. Decidí no insistir, debía aclarar sus pensamientos, a mi también me cayó como bandeja de agua helada saber que Naraku sería el padre adoptivo de Rin
Y lo peor de todo tengo miedo por ella porque está en pleno infierno terrenal.

Sango es su hermana, ella es una maldita pero si le decía algo a él terminaríamos discutiendo, así que decidí dejar pasar por largo el asunto y cuando estuviese más calmado podamos hablar.

Sin embargo por el resto del día siguió en ese sitio, me llenaba de angustia. Sin embargo no insistí en buscarlo, me sentía algo cansada así que me fui a dormir y por la madrugada sentí su cuerpo helado y olía a alcohol, no me animé a reprochar simplemente lo abrace fuertemente para brindarle mi calor.

Y ambos caímos en un sueño profundo.

Por la mañana unos ojos dorados se clavaban sobre mi rostro al momento de despertar.

—Buenos días mi querido ogro sexy.

—Buenos días mi dormilona— inclina sus labios sobre mi frente.

Yo le acaricio su cabello.

—¿Estás mejor?

—Lo siento por actuar inmaduro.

—De vez en cuando no tiene nada de malo...

Intente sonar sabía aunque perfectamente sé que no lo soy. —¡ Hay que darnos un baño juntos!— propuse intentando levantarlo de la cama sin embargo sólo recibí una mirada llena de picardía.

—Suena tentador.

Sabía bien que esto va a terminar de forma sexual.

Entramos al baño mutuamente y nos quitamos la ropa desenfrenadamente.
Me lance a su boca para besarlo hasta sangrar. Ese sabor salado a hierro es adictivo si viene de mi esposo.

Nuestros cuerpos se rosabán al intentar de conservar nuestro calor, amo ese ligero cosquilleo que recorre mi espalda mientras sus manos me tocan, es electrizante.

La fuerza de sus músculos, el pecho lampiño y duro por el ejercicio me embelesa al grado de sentirme enferma. Tan sólo una ligera caricia me prende. Y cuando nuestras miradas se juntan pierdo la razón al inundarmé en sus ojos dorados.

—Te amo— susurré muy despacio.

Me besó en respuesta, de forma cálida, deseo su rudeza, pero hay una personita que debemos cuidar y que revolotea en mi interior dando pataditas. Supongo que está reaccionando al estímulo y la emoción. No pude evitar sonreír.

—¡Nuestra nena está pateando!— me lleve su mano a mi vientre. —¡Siente esa sensación!

Me ha devuelto la sonrisa.

50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora