La inquietud de Kagome

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Capítulo 138:

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Capítulo 138:

El hecho de enterarme de semejante noticia no me deja estar tranquila. Mi inquietud se hace presente. Entré a la habitación y mi esposo sigue dormido. Me acosté a su lado y me quedé contemplando su rostro.

«Perdóname». Era lo único que pensaba mi mente, por inercia coloque mis manos sobre mi vientre. Y las ganas de llorar y abrazarlo no me faltaban, sin embargo resistí lo suficiente.

Besé su frente.

Él despertó y me sonrió.

-Hola extraña...

-Hola extraño...

Quería sonar gracioso. -¡Te ves espectacular estando dormido!

-No tanto como tú.

Beso mis labios de manera tierna, si sigue así terminaré desnuda nuevamente.

No pude evitar mirarlo con tristeza y miedo, él se percató de mis sentimientos.

-¿Estás bien?

-Si- titubeo en mi respuesta.

-No te creo.

—De verdad. Supongo son las hormonas.

Apretó mi mejilla con tanta ternura que quisiera llorar

—Supongo que si.

No sé si me daba el avión.

Sigo dudando lo que me comentó mi tío, no creo que mi ex hiciera tal cosa porque cuando estábamos juntos siempre me hablaba de tener hijos y formar una familia, algo que siempre estuve insegura de querer ser una madre. Sin embargo Sesshomaru podría ser buen padre. Y lo será.

«Tal vez no sea el padre biológico, pero llegará a ser un buen papá». llena de tristeza lo pensé. No le voy a quitar esa posibilidad, disfrutará de este hijo que aún no estoy dispuesta a tener y ni siquiera tengo un apego emocional.

No puedo por más que lo intente, es algo sofocante. Siento que me aprieta la tráquea día a día.

Sin embargo también tengo la necesidad de proteger a Rin y los huérfanos. No pueden seguir sufriendo y viviendo con miedo porque ya es más que suficiente vivir sin padres. La mejor manera de cuidarlos es estando dentro de la casa hogar.

—¡Quiero trabajar en el orfanato!

Sesshomaru despegó su brazo de mi espalda mirándome seriamente.

—¿Qué dices?

—Trabajaré en el orfanato— aseguré.

—¡Estás embarazada!

Se levantó de la cama. No quiere oírme.

—Pero no imposibilitada, para no querer ayudar.

—Tú ya tienes un lugar de trabajo, eres una pintora.

—Puedo hacer más cosas, que pintar. No me hagas sentir una inútil y que sólo sé abrir las piernas para coger. Porque soy mucho más. Te lo afirmo.

—No dudo de tus capacidades, pero no quiero.

Lo miré furiosa.

—¿Por qué? Dame una explicación lógica y lo entenderé...

Sesshomaru me mira a través del espejo vistiendosé y permanece en silencio.

—¿Lo haces porque está Sango?— grité perdiendo la paciencia. ¿Nuevamente la estás protegiendo?

—No.

—¿Aún la amas?

—No. Ya te lo dije. ¿Cuántas veces tengo que repetirlo para que tu cabeza lo entienda?

Deseaba matarlo. —Entonces quiero trabajar en el orfanato. Y no me hagas pensar que la cuidas.

Sesshomaru tuerce la mirada exasperado.

—Ella es tu ex sumisa, yo soy tu esposa y la única que debe abrirte las piernas para que le des duro.

Él se ríe. —¡Qué cómica! Pero contigo ni siquiera le di la inauguración al cuarto rojo!

Eso me dolió.

—Contigo siempre fue vainilla.

Ese fue un golpe bajo. No pude defenderme.

Abrió la puerta y salió de la habitación. Me quedé pasmadá.
No pude correr tras él. Ni siquiera como sumisa le sirvo, eché a llorar pero no pienso rogarle. Si él no quiere ayudarme, buscaré la forma de hacerlo.
Me encerré en la habitación que Sesshomaru me otorgó para pintar, necesitaba la mente ocupada y relajada para ordenar mis ideas.

Hace tiempo que no había entrado, el lugar está polvoriento. Al parecer Jaken tiene prohibido entrar aquí, todo está como lo deje, algo sucio y desordenado.

Empecé a limpiar y acomodar. Puse algo de música oriental, algo relajante, después de dos horas aproximadamente todo está perfecto.

Tomé asiento para descansar y no quería verlo así que decidí usar un nuevo lienzo y crear una pintura. No sé que exactamente pero ya se me ocurrirá algo.

Le demostraré que si soy buena, perfecta y él se va arrepentir. Si él no me apoya, estoy segura que mi suegra lo hará y sino lo haré por mis propios medios. Si quiere una sumisa la tendrá... Sesshomaru Taisho se tragara sus burlas.

Permanecí ahí dentro más de la cuenta. Cuando de repente doy un salto.

—¡Aquí estás!

Giré la cabeza y le sonreí.

Mi suegra había llegado para salvarme.

Mi suegra había llegado para salvarme

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50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora