Escondite sexual

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Capítulo 146:

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Capítulo 146:

La sorpresa que me he llevado me ha dejado muda. Veo como se desabotona la camisa, me prendí sólo de mirarlo, casi puedo creer que juega conmigo.

—¡Desnúdate mujer! ¿O quieres que lo haga yo?

El corazón me palpita rápido.
—¿Acaso me está coqueteando señor Sesshomaru?—. Una emoción inmensa recorre todo mi cuerpo. Mi ogro sexy, me libero del cinturón de seguridad y desactivó el mecanismo de seguro de la Grand Wagoneer, abrí la portezuela y salí.

—¿Qué haces?

Me coloque justamente enfrente de la Jeep, Sesshomaru me contempla con curiosidad. Así que deslizo el cierre del vestido resbalandose sensualmente y lo dejo caer al suelo,

Sonriéndome con picardía.

—¡Eres hermosa, mi señorita Kagome—

También sale de la Jeep, viene hacia mi dirección mirándome con deseo cargandome con delicadeza hasta acostarme sobre el capó de la camioneta.

—Abre esas lindas piernas para mí.

Sus órdenes son arte para mí, obedecí rápidamente, sin importar que siento el calor debajo de mis nalgas, el motor sigue caliente.

Recostandome le doy acceso y siento como mis bragas son despojadas. Y como es su costumbre los olfatea para guardarlas en el bolsillo del pantalón.

—¡Usted no cambia!

—¡Estamos igual, señorita Kagome sé que le encanta que la haga mía!

Lo besé intensamente mientras le despojo sus prendas que también caen al suelo. Pero se aleja de mi caminando hacia la camioneta desnudo, abriendo la puerta de la Jeep.

Sé que algo está buscando. No sé si sea un instrumento sexual o condones, sin embargo no me quedo con la duda.

—¿Qué buscas?

—¡Protección!

Me río por algo tan estúpido.

—Ya me preñaste, hace unos meses.

—Lo sé... Pero mi hija me preocupa.

—No es necesario.

—Lo es para mí.

Di un suspiro, se preocupe más de lo que debería.

Odio su preocupación, algo innecesario.
Regreso a mi con el condón en la mano.

—Me gustaría que no uses condón— traté de sonar sincera, pero él ignoro mi petición. Abrió con cuidado el recipiente y se lo colocó en el miembro más espectacular que he probado.

—¿Estás lista?

—Obvio

Me estimula con los dedos hasta humedecer mi interior, así sería más sencillo mi clítoris se ha incjsfo

Despacio entro en mí. Lo disfruto y lo necesito. Sesshomaru sabe cómo complacerme. Mientas sus manos se clavan en mi espalda, de manera salvaje, me rasguña otras en mi lugar llorarían pero en mi caso es al revés disfruto como sus dedos se deslizan por mo espaldilla. Mientras me aferró a su cuello besándole sus labios con fuerza, hasta quedarme sin aliento.

—Señorita Kagome, la amo.

No era necesario que me lo dijera pero me gusta que me lo diga es un halago perfecto.

Su miembro permanece en mi interior por segundos sin salir moviendo las caderas y no pude evitar deslizar mis manos por su espalda hasta colocarlas sobre sus nalgas, aprentandolas para impulsar sus caderas en mi interior, mientras aprieto las piernas para sentir la fricción de su miembro duro y firme.

Mi orgasmo llegó desvocado.

No puedo evitar desear más. La Jeep se jurgunea al ritmo que ahora soy yo quien mueve las caderas mientas beso su cuello, lo escucho gemir.

—¡Oh, Señorita Kagome, usted coge tan rico!.

Me sentía orgullosa de saber saciar a mi hombre.

—Si pudiera te haría mía todos los días.

«Eso es lo que quiero», pero no me atreví a decirlo. Así que me limito a pensarlo y creer que existe esa posibilidad.

Empezaba a sentirme entumidsa de las piernas. El capó se había enfriado y sentirlo en mis nalgas ya no es tan agradable.

—¿Podríamos hacerlo dentro? Me siento cansada en esta posición.

Él me sonríe coqueto sosteniendo mi rostro del menton.

—¡Vamos dentro!

Con cuidado me baja del capó.

Sostiene mi mano con ternura.

—¿Puedes caminar?

—Me siento entumida.

—Deja te cargo.

Me siento una niña pequeña, pero mimada por su padre.

Abre la portezuela y me recuesta en el sillón en la parte trasera de la Jeep.
Abro las piernas mientas él me toca...
Masturbándome hasta dejarme totalmente extasiada, llego al orgasmo. Nuevamente me penetra

Quiero llevar el control de la acción pero él ha levantado la corbata del suelo.

—Voy a cubrirte los ojos.

Levanta la cabeza.

Confío ciegamente en él así que obedecí, no veo nada, pero sé que sentiré bastante y es lo que importa, tenerlo cerca. Es esa perdición que se disfruta.

Su lengua recorre mi cuerpo hasta llegar a mi punto sencible y me hace un oral. Puedo sentir emoción recorriendo mi cuerpo cargadas de electricidad y placer porque ni siquiera quiero que se detenga.
Sabe que me gusta, la reacción de  mi cuerpo delata el deseo.

Me vengo... Pero sé que no termina. Otras poses geniales sé que se le ocurren en estos momentos tan radicales y expertos. Comenzando por mi debilidad del ábrete sésamo, esa pose me encanta volviendo mi locura, siguiendo con la del perezoso, un súper G poniéndome de perrito, tengo que mantener el equilibrio en el asiento, puedo caer, sosteniendo mi equilibrio tocando mis nalgas podría ponerse rudo, pero desgraciadamente sé que no lo hará. Siguiendo por aquella otra que me fascina llamada adoración, sus penetraciones me han dejado casi agotada y más que sólo puedo guiarme por la intuición. Después qué mis brazos y rodillas se han cansado, me cambio de pose por la cruz y el triángulo torrido, deteniéndose un rato dentro, susurrando.

—Estoy a punto de venirme.

Tal vez piensa que me los trague, debo estar preparada.

Me desata la corbata de los ojos y se quita el condón.

Bañándome completamente con su semen el cuerpo. Sonríe satisfecho.

—¿ Ahora sí dime a quién le perteneces?

—¿ Ahora sí dime a quién le perteneces?

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50 Demonios escondidos del señor Sesshomaru (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora